Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

30 años con el Erizo

Debimos ser persistentes o tener unas notas inusualmente altas, o buenas, pues no recuerdo el motivo, pero lo que sí ocurrió fue que mi padre nos llevó a aquella tienda de la calle Mesón con la intención de comprarnos una nueva videoconsola. Y, así, mi hermano y yo estábamos delante de un televisor, más grande que el que teníamos entonces en casa, y en las manos sujetaba yo aquel mando negro con cruceta y tres botones. Allí en esa tienda, en esas navidades que despedían el año de 1991 y saludaban el de 1992, jugué por primera vez a un juego de plataformas llamado Sonic The Hegdehog. Es uno de los recuerdos que aún mantengo fresco: la primera vez que aquel erizo azul corrió por Green Hill ante mis ojos, los vivos colores de la pantalla, la diversión que sentí, alternar las vidas del personaje con mi hermano… Si iba convencido de que quería una Nintendo, aquello fue definitivo: elegí a Sega. El regalo de aquella Navidad fue la Megadrive, y con ella surgió una costumbre que aún mantengo: jugar a todas las entregas de Sonic de esta consola una vez anualmente. Aquello sucedió hace 30 años, los mismos que ha cumplido Sonic este 2021.

Me parecía que uno de los pocos inconvenientes del juego era que fuera para un solo jugador. O mi hermano o yo. Así que Sonic 2 fue todo un acontecimiento e ilusión para nosotros, porque ofreció un modo para dos jugadores y, además, incluso pudimos jugar juntos en el modo de un jugador, gracias a la aparición del zorro Tails, el nuevo compañero de aventuras de Sonic. Puedo revivir la sensación de la primera partida que eché con mi hermano en Sonic 2, con la pantalla partida horizontalmente para cada uno en una pequeña televisión: divertidísimo. La primera de muchas. Sonic 2 fue un juego asombroso, que disfruté mucho en mi adolescencia, tanto con mi hermano como con amigos… Lo que costó llegar a la última fase o zona, Death Egg, y completarlo («darle la vuelta», como decíamos entonces). Incluso en estos últimos años lo he jugado y conocido demasiado, al alterar su contenido para hacer una versión hackeada mediante piratería.

Más tarde, vendrían Sonic Spinball, Sonic 3, Sonic & Knuckles y Sonic 3D Blast que no me llegaron a cautivar tanto como los dos anteriores, aunque reconozco que Sonic 3& Knuckles (la unión de Sonic 3 y Sonic & Knuckles mediante un sistema ingenioso denominado Lock-on technology) es una aventura más que fascinante, con una banda sonora magnífica.

Las aventuras de Sonic han continuado en otras consolas y plataformas, por ejemplo, en las aplicaciones de móvil, a veces en el modelo clásico de Megadrive, a veces en el más moderno 3D, o una mixtura de ambas. Ignoro si, de haber nacido yo mucho más tarde, me hubiera fascinado cualquier juego de Sonic actual del mismo modo que aquel Sonic primero lo hizo a aquel niño de once años, con el que me vuelvo a reencontrar cada vez que hago atravesar al veloz erizo azul por un cerro verde, una planta química o la Hidrociudad.