Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La caída de la luz de Teresa Espasa y Roger Swanzy

Nos ha caído la luz.
No podemos dejar caer la luz
por el riesgo de que caigan otras cosas.

La luz es un elemento de gran valor para el ser humano, un elemento que lleva unido otro que es también su consecuencia: la sombra. Luz y sombra es una pareja bien avenida, que se complementa, del mismo modo que las palabras de María Teresa Espasa y Roger Swanzy, la poesía de la primera y los aforismos del segundo en La caída de la luz (Araña editorial, 2022).

María Teresa Espasa es una de las voces de mayor trayectoria de la literatura valenciana, ha publicado varios títulos de poesía, entre los que destacamos El bazar de los insomnios, Cuando puedas llama, En alguna parte es otoño y El congreso; así mismo ha logrado varios premios, como el Premio Villa de Mislata, el Premio Leonor de Córdoba o el Premio Ciudad de Valencia. También le han concedido el Premio de la Crítica Valenciana al conjunto de su obra.

Por otro lado, Roger Swanzy es traductor y aforista, con publicaciones de aforismos en distintas antologías y revistas, como Cuaderno de Poesía, La sonrisa de Nefertiti. Los aforistas y la felicidad o la revista Crátera.

Según se informa en la contracubierta, los aforismos nacieron durante una estancia en el hospital por una neumonía causada por el Covid-19 en 2020, aforismos que compartió con la poeta María Teresa Espasa, quien deseaba realizar un proyecto conjunto a Swanzy. Esta es la génesis del libro y del «diálogo de luces y sombras» entre los dos. La luz y la sombra, como se ha mencionado en más de una ocasión, son los ejes del libro, pero, antes de escribir sobre ello, leamos un ejemplo de cómo se articula esta combinación de aforismo y poesía. El aforismo de Swanzy aparece al comienzo, situado a la derecha y en cursiva. Debajo de él, algunas líneas en blanco y el poema a la izquierda y sin ninguna afectación de cursiva ni negrita.

Sombra: la delicada caricia de la luz ausente
que dibuja la piel

 

Tal vez sobre el espesor de la sombra
el amor encuentre su verdadera dimensión.

No es banal que nos detengamos un poco en la estructura de la publicación, porque, avanzado el libro, habrá aforismos que envuelvan el poema, o sea, aparecen al inicio y al final; en otras ocasiones, como si se tratara de una doble respuesta, encontramos aforismo, poesía, aforismo y poesía; hasta llegar a los versos finales, en los que el orden del principio se invierte y son los poemas los que aparecen primero y después el aforismo:

Con su hechizo y sortilegio,
gatos eremitas
duermen en la repisa de mi ventana.
Un día,
dejaré de pedir perdón
por estar viva.

 

Vivir es una larga escritura de aliento,
la respiración infinita del aire en nuestros silencios
hasta la última palabra.

La sombra es la imagen más recurrente en la primera parte del libro, asociada a la oscuridad: El peor lugar para descubrir la sombra es dentro de uno mismo o En la sombra de un beso, los labios andan a ciegas. También a la ausencia, a los deseos, a lo inalcanzable: Ensoñar, el arte de perseguir las sombras. En esta primera parte, llama la atención cómo María Teresa Espasa complementa con la melancolía de sus versos estos aforismos:

Es la sed que avanza anhelando
una gota de lluvia.
 
¿Recuerdas? El amor vino después
y el vaivén de la vida
invadió pensamientos lejanos
y miradas fingidas.
 
Quizá podría ser un amor,
que te devuelva los secretos de alcoba.
 
La tristeza es un núcleo
imposible de penetrar.

La segunda parte del libro «Luces y sombras. Contrapunto» comienza una cita reveladora de Simone Weil: «El amor no es consuelo. Es luz». Esto nos permite leer esta segunda parte en clave amorosa, entendido como un amor a lo cotidiano de la vida, a lo que nos rodea y no exclusivamente erótico.

Hoy el mar es más azul,
menos violento...
me sitúo al borde del abismo
a esperar un nuevo día,
 
y cuando llegue el momento
el sol caerá en el mar
y sus rayos anunciarán una dulce profecía.
[...]

 

Tenemos que esperar la llegada de otra luz
y si no aparece
atrevernos a hacerla visible.

Es necesario terminar con el extraordinario prólogo del poeta José Antonio Olmedo López-Amor, que recoge de manera acertadísima lo que vamos a hallar en el libro. Creo que estas palabras suyas del prólogo son idóneas para terminar esta reseña:

Aforismos poéticos, poemas sentenciosos, brevedad, sinceridad. Poco podemos apostillar a esta pertinente y original ofrenda. De su juego dialéctico emergen las eternas preguntas y se proyectan verdades universales.