Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Saludemos al mes de septiembre, también a los demás...

Se estamos en septiembre. Con este mes comenzará un nuevo curso escolar, los políticos de nuestro país siguen en su propio curso de negociaciones para alcanzar el poder y gobierno, formulando peticiones extravagantes poco favorables para todos. También se inicia nuevo año hidrológico, que incluye una DANA (una depresión atmosférica aislada en niveles altos, por el choque de una masa de aire frío en altura con el aire caliente de la superficie. Este fenómeno lo conocíamos antes como “gota fría”, porque da lugar a chubascos fuertes y tormentas intensas... El personal va acabando las vacaciones, llegan las ferias y fiestas patronales. Se recuperan en las casas, entre las familias sus rutinas horarias con el comienzo del noveno mes.

Septiembre vuelven los buenos propósitos, entre ellos los hábitos de caminar para muchas personas, porque con ello se quema grasa y calorías acumuladas en el verano, porque es más fácil y barato de realizar que otros ejercicios, porque ayuda a que el sistema cardiovascular se active y fortifique, porque te permite eliminar el colesterol perjudicial para el organismo. Caminar aumenta la resistencia a los esfuerzos, a cansarnos menos y más tarde. Andar siempre nos despeja la cabeza y serena el alma. Puedes hacerlo solo/a o acompañado/a, el horario es libre y el espacio para caminar diverso, casi infinito.

Si vas acompañado/a en las caminatas por otras personas, se alternan las charlas o conversaciones de todo tipo, entre los andarines, también los momentos de silencio cómodos, de observación del entorno. Sacándonos de nuestra inercia errante o ensimismamiento, pues tienes la posibilidad de saludar a los vía-andantes que te encuentras en tu recorrido, muchos de ellos o ellas ya familiares en tu retina, por mera coincidencia de los recorridos en los de los días o las horas.

Mucha gente que hace este ejercicio va sola, con sus pensamientos, sus líos, algunos con sus mascotas, todos/as con sus necesidades, sus organizaciones mentales, olvidando sus males, celebrando sus fortunas, ordenando sus asuntos pendientes. Puede que muchos se sientan acompañados en parte, con sus auriculares de música o radio, etc.

La mayoría de los más jóvenes andariegos alternan la marcha ambulante con tramos de carrera, sin despojarse de su pinganillo telefónico cuando se acercan a tu paso o te adelantan, con su particular lenguaje corporal o gestual, para el que decide observar... ¡Eso lo ves después!... “Porque la primera impresión que te llega de ellos/as, son sus aspavientos en la lejanía de las manos, con sus retazos de conversaciones o palabros sueltos, gesticulando, riéndose solo/a y que conste ninguno anda loco/a, aunque van hablando aparentemente solos, en voz alta” ... Todos ellos/as, de alguna manera, están conectados en el espacio-tiempo de la comunicación con alguna persona, música o programa, al otro lado del terminal telefónico, sea donde sea o quién sea...

Generalmente el aspecto corporal y los gestos de las personas con las que te cruzas, no se percibe de la misma manera. En algunas culturas, hacer contacto visual directo con un desconocido se considera un signo amenazador o poco cortés, mientras que en otras es un antecedente de confianza y muestra de empatía, una actitud interesada en la socialización, tal vez la conversación, en un corto saludo fugaz, mientras que en otras se puede iniciar una larga charla.

En España y en otros países mediterráneos, en nuestra Andalucía, la proximidad física es común y aceptada dentro de unas normas de respeto y/o confianza, que suele ser habitual, como los saludos en los espacios comunes, en nuestras calles, trabajos, contestar al saludo e iniciar conversaciones o no, por azar, que prosperarán o no, en función de nuestra personalidad, carácter, prisa y tiempo disponible para socializar.

Cuando los niños pequeños aprenden a saludar es frecuente verlos por la calle soltando “holas y adiós” de forma constante a todo el mundo. Nos resulta divertido porque establecen contacto con facilidad, con conocidos y desconocidos, siempre mostrándose vigilantes sus padres en ese aprendizaje. A medida que maduramos, nos cerramos más, nos hacemos más exclusivos en nuestras interacciones, nos limitamos a los nuestros: nuestra familia, nuestros amigos, algunos dejan incluso de saludar a los vecinos y/o conocidos, aunque sean cercanos.

Quizás no estaría de más volver a esa costumbre infantil. Posiblemente para unos y otros, no estaría mal recordar que todas las personas que encontramos por la calle o por las inmediaciones de las ciudades donde vivimos, porque somos parte de un mismo núcleo urbano, pienso que cruzarse con un caminante en plena naturaleza, por la Vía verde entre Lucena y sus municipios colindantes, la carretera a la ermita Virgen de Araceli, la circunvalación Sur, la Ronda de nuestros pueblos, etc. Sí una persona, te saluda con un simple: ¡Hola!, ¡Buenas! o un ¡Adiós!... Y no responder, es de mala educación, por mucho que sea un encuentro fugaz, de apenas unos segundos, y no se vaya a volver a repetirse, o “estemos blindados por uso in situ nuestro teléfono móvil”. Los gestos, las buenas maneras o formas interpersonales de relacionarnos, rigen nuestra conducta y son claves para cohesionar los grupos sociales o fomentar una buena comunicación entre los miembros de la sociedad.