Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Paréntesis

Me parece en una esquina de la pantalla del teléfono móvil, memoria llena, borre imágenes o vídeos de la memoria interna, sugerencia “revise WhatsApp". Empiezorepasando diferentes chats, borrando imágenes, audios, bastantes vídeos, todas las imágenes git, cambio la temporalización de los mensajes, borro la memoria caché de algunas aplicaciones y tras un rato de ensayo-error, borra que te borra... Llego hasta los estados de mis amigos y conocidos, que en su móvil lo tienen configurado para que se vea.

Entre los estados descubro un arsenal de fotos colgadas en buena medida por mis compañeros de trabajo actuales o pasados. Entre todos ellos había uno que escribía y ahora copio con cariño textualmente: “Irte de un lugar donde estás bien, no es fácil, es muy duro, toca decir adiós y volver empezar” ...

Así es, la vida de muchos trabajadores empieza y acaba muchas veces a lo largo de su trayectoria laboral, recorriendo cientos de lugares de la geografía andaluza casi siempre. Son muchos los gremios que prestan servicios a la sociedad que son auténticos nómadas. Muchos de los integrantes de los cuerpos de seguridad, sanidad, justicia, educación y un largo etcétera que van sumando días, meses, tal vez cursos o años y cambian de destino. Voluntariamente algunos y forzosos muchos de ellos/as por diferentes circunstancias no siempre elegidas.

La época vacacional en muchos trabajos es un punto de inflexión que marca un antes y un después, se acaban contratos, se inician otros, cambian buena parte de las plantillas de personal. Mientras el trabajo sigue adelante en muchos gremios. Se mueven las listas de sustitutos e interinos, se consolidan plazas, se cambia de estado administrativo convirtiéndose en funcionario/a muchos otros...

¡El verano, las vacaciones o tras ellas, siempre implican cambios de profesionales que se materializan inmediatamente o en un breve espacio de tiempo!

Disfruto y sonrío viendo un rato los estados, las fotografías que hay en ellos, mis compañeros de ahora o de antes, algunos de amigos/as vestidos con sus mejores galas, en esos almuerzos previos a las vacaciones, comidas de despedida, que se alargan entre cafés, copas, bailes o charla hasta el ocaso. Risas, llantos, discursos oficiales, palabras emotivas improvisadas por el alma, pequeños obsequios o detalles que se cuelan entre las promesas de mantener el contacto, verse.

Momentos de celebraciones en los que charlas y ríes con las personas con las que tienes más apego, gestos cómplices, pequeñas confesiones en las conversaciones espontáneas que la jornada no permitió, tras uno o varios años de trabajo compartido, con sus instantes agridulces, de agobio, que solemos olvidar, racionalizar de otra manera con la perspectiva que da el tiempo, convirtiéndonos en seres que suman a su memoria la experiencia, el conocimiento de lo que somos, pensamos y las razones por las que actuamos.

Evidentemente es duro llegar a un lugar nuevo, adaptarte a la filosofía del centro, de ese nuevo espacio de trabajo, con su coyuntura, su manera de hacer y actuar, con sus errores y aciertos propios, ajenos y nuestros...

Es relativamente fácil decir adiós cuando lo eliges, cuando aspiras a una mejora de cargo, menos kilómetros diarios entre tu hogar y tu puesto de trabajo, etc. Es complejo aprender que no somos imprescindibles en ningún lugar, que las empresas y los trabajos pese a los cambios continúan desarrollando su labor, mejor o peor, de una manera o de otra, con cambios que no tienen por qué ser tóxicos, con mayor conexión personal o empatía emocional entre sus plantillas, todo sigue su curso.

Trueques, permutas, mudanzas necesarias en nuestras vidas, puertas que se cierran, ventanas que se abren, paréntesis que escriben e integran nuestra memoria laboral. Matices de nuestro trabajo y sus funciones.

Pero cada verano y sus vacaciones, dejan tiempo para escribir nuevas historias. Tras meses de responsabilidad, de esfuerzo, de horarios presenciales, de tareas burocráticas agotadoras con un sistema informático colapsado, de cursos on line, de reuniones de trabajo infinitas, llegamos al mes de julio y nos vemos recompensados con este paréntesis. Con la posibilidad de: descansar, dormir un poco más, cambiar el ritmo, tal vez viajar cerca o lejos, leer, tapear o tomar una buena copa compartida, hablar con un café, escuchar en una cena, reencontrarte con otras personas, situaciones porque los días son más largos o los estiramos más...