Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Los clubes improvisados

 Los viernes coincidimos varias compañeras de trabajo, unas veces unas, otras veces otras, al acabar la jornada. Con la proximidad de semana Santa a las puertas, nos paramos para tomar una copa o cerveza a la sombra y el sofoco de esta calima que nos envuelve.

Tenemos un pacto verbal, no firmado, pero si comprometido que nos une, que ahora comparto y es: “Una vez fuera del trabajo, no hablar nunca del oficio o la profesión” ... Es una decisión saludable que nos confraterniza y humaniza, por mostrar o compartir otras facetas que nos definen.

 Por tanto, ese tiempo disfrutado semanalmente lo dedicamos: Para contarnos de manera breve y distendida en 45 minutos que nos auto regalamos los viernes sobre mediodía, que haremos el fin de semana o las vacaciones. Hablar sobre las tareas pendientes en casa y rutinas hogareñas acumuladas por el trabajo formal. Comentar las noticias que nos sorprenden. Las guerras que persisten. Las políticas que no entendemos o compartimos. Los precios siempre en alza. Las huelgas que nos rodean. De las locuras de este mundo y de sus gentes. Del bien y del mal. De las modas y cambios de armarios. Los males que nos aquejan, porque que ya vamos teniendo una edad. Las buenas que nos suceden. Los contratiempos que nos acontecen y nos hacen perder el sueño. Los años que nos faltan para jubilarnos, si las jubilaciones existirán para ese entonces o de qué manera serán. La velocidad tecnológica que nos ayuda, que nos abruma o colapsa por su rapidez, por su afán de espiarnos, de robarnos datos, con sus estafas asociadas, por los usos de una inteligencia artificial que es real y ha venido para quedarse...

Pero sobre todo en ese tiempo compartido en grupo hablamos de música, exposiciones, de cine, teatro, de autores y libros. Nos recomendamos series, espectáculos que queremos ver, hemos visto o veremos, compartimos cultura viva e impresiones. En ocasiones nos intercambiamos material de lectura. Los gustos, las opiniones son tan dispares como nosotras mismas.

 De vez en cuando hemos compartido la lectura de un libro y al hablar de él surgen múltiples matices, independientemente de que te guste o no al final, dicha lectura. A través de las historias leídas, surgen discusiones, compartimos diferentes perspectivas, interpretaciones y análisis. Nos gustan unos personajes más que otros, nos enamoran y repelen sus maneras de ser o actuar. Nos enriquecen las capacidades de unas y otras para extraer significados imprevisibles, inferir y hacer conexiones con otras lecturas, otros autores, con nuestras propias vidas presentes y pasadas, con nuestras perspectivas cumplidas o soñadas.

La lectura es fundamental en nuestras vidas, cada una encuentra su espacio y sacia sus necesidades en ella, por puro ocio y placer. Quizás para descubrir el mundo que tenemos alrededor, para ser mujeres y hombres más reflexivos, para aprender, desarrollar la imaginación, entender o resolver un conflicto, ampliar nuestro lenguaje, mejorar el pensamiento crítico, la imaginación, la creatividad, para investigar y descubrir el universo que habitamos...

 Podemos decir que somos sin haberlo formalizado un club de lectura improvisado por nuestra charla, desahogo y debate, todo ello es posible, sin mencionar nunca el trabajo.