Estoy leyendo el libro “¿Para qué sirve realmente la Ética?, magníficamente escrito por Adela Cortina. Recomiendo su lectura a todo el mundo, no importa su ideología, y muy especialmente se lo recomiendo a nuestra clase política, porque cuanto más profundizo, más claramente veo la falta de calidad, e incluso la carencia, de ËTICA en algunos.
El capítulo 3 del libro trata sobre “Querer cuidar”, y expone con claridad meridiana, la importancia del cuidado en el ser humano. Estamos genéticamente codificados para cuidarnos, desde nuestro nacimiento, pues nacemos completamente vulnerables y sin ese cuidado no podríamos sobrevivir, hasta nuestra vejez. A lo largo de nuestra vida, necesitamos del cuidado del otro.
¿Por qué me refiero particularmente a este capitulo? Pues porque necesitamos que esta sociedad tecnificada y que vive del cortoplacismo, caiga en la cuenta de que necesitamos poner en práctica la ética del cuidado.
Refiere Adela Cortina que “… el cuidado de los cercanos es, pues, una actitud natural en los mamíferos y los seres humanos, en particular” y cuenta la fábula de Higinio sobre Cuidado (Cayo Julio Higinio, Fabulae seu Genealogiae, nº220), en la que se pone de manifiesto que la esencia de los seres humanos está en su capacidad de cuidar.
La actitud cuidadora, prosigue Adela, pertenece al se más profundo de los seres humanos; y cuando leo esto me pregunto si en la categoría de seres humanos puedo incluir a la clase política, pues a la vista de su comportamiento ante los más desvalidos y necesitados como son todos estos niños y niñas con diversidad funcional de diversa índole, la actitud que adoptan es o bien ponerse de perfil o bien mirar para otro lado. Se comportan como si estuvieran en el primer nivel que define Kohlberg (Lawrence Kohlberg, Psicología del desarrollo moral) a la hora de juzgar moralmente: el preconvencional y toman el egoísmo como principio de lo justo, entienden que es justo lo que les conviene, lo que le conviene al partido, y esa ética de la justicia es una voz, pero existe otra voz que la complementa y esa es la ÉTICA DEL CUIDADO.
Señoras y señores políticos, tomen buena nota, pues yo les acuso en los términos que decía Hans Jonas (Hans Jonas, El principio de responsabilidad): “… cuando alguien tiene ante sí a un ser vulnerable, y pudiendo protegerlo no lo hace, se comporta de forma inmoral” y ustedes se comportan así, pues no toman las medidas necesarias para proteger a la personas con diversidad funcional, a los más débiles y a sus familias a sabiendas de que está en su mano protegerlas, dictando leyes precisas y necesarias que garanticen sus derechos. Se pasan la pelota unos a otros, presumiendo de la calidad que en sus respectivas comunidades tiene la Atención Temprana, omitiendo a sabiendas las enormes listas de espera y la falta de recursos que sufren los niños y niñas, la pérdida de tiempo en papeleos y requisitos en los que sumergen a las familias hasta que son finalmente atendidas habiendo perdido un tiempo que en esas edades es fundamental, dejando el concepto de Temprana en una mera etiqueta, y lo mismo ocurre con la Educación; presumen de inclusión en la escuela, siendo ésta una realidad que se da en casos exclusivamente puntuales porque los profesores o la dirección de un determinado centro hace esfuerzos ímprobos para que así sea, luchando contra la tendencia natural de las respectivas administraciones a segregar en aulas específicas o centros de educación especial, válidos, como no podía ser de otra forma, para casos muy, muy contados y ustedes, lo toman como práctica habitual.
Miren, me sumo al texto de Adela Cortina donde dice que “… para ser sujeto de derechos es preciso tener la capacidad de reconocer qué significan esos derechos y qué trascendencia tienen para vivir una vida realizada. Esto incluye a las personas discapacitadas, a las que no hay que separar de la comunidad humana, sino todo lo contrario: es preciso poner todos los medios para que desarrollen al máximo sus capacidades….. tenemos que proteger los derechos de las personas, tanto los de primera y segunda generación como los de la tercera”.
Ustedes, por el contrario, se empeñan en separarlos a sabiendas de que están impidiendo el desarrollo máximo de sus potencialidades.
Es triste, muy triste ver como ponen el grito en el cielo solo por aquellas causas que para sus estrategias de partido pueden suponer un caladero de votos, ignorando los gritos de ayuda y desesperación de familias que no viven, pensando qué será de sus hijos e hijas el día que falten los padres. A ustedes esto no les preocupa, están ahora demasiado ocupados preparando las próximas elecciones, que están ya muy cerca.
Si fracasan, lo tienen merecido y si no fracasan no serán merecedores del éxito si no atienden de una vez por todas el grito de una parte de la sociedad necesitada de atención TEMPRANA, DE CALIDAD Y PARA TODA LA VIDA.