Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Carta abierta a D. Pablo Iglesias Turrión (diputado nacional)

D. Pablo:

Me permito dirigirme a usted en su calidad de representante del pueblo español (“ciudadanía” en los términos actuales) y por tanto, me representa, con independencia de la ideología que haya dirigido mi voto, para proponerle lo siguiente:

Veo que dedica su energía, o al menos una parte significativa de ella, a asuntos de profundo calado como es proponer la retirada de la Misa retransmitida por la 2 de TVE. Entiendo que usted considera que es un dinero de todos los españoles, malgastado según sus criterios, y es una “preocupación” que nos tiene en un “sin vivir” a la mayoría de la “ciudadanía”, por lo que generosamente se convierte en el adalid para devolvernos la tranquilidad perdida.

También se ocupa de defender los derechos (a mi me recuerdan mucho a los de “pernada”, con perdón), que perversamente pretende quitar Europa a esos trabajadores aguerridos y fuertes como los de la película “La ley del silencio” en la que vimos en blanco y negro (soy mucho mayor que usted y así era el cine de mi juventud) a ese Marlon Brando con la camiseta de tirantes y luciendo músculo. ¡Ah!, ¿qué ya no es así?, ¿qué ahora son técnicos cualificados?, caramba, cómo ha cambiado la vida. Ahora lo entiendo; con razón ganan esos sueldos, que más los quisiera para sí cualquier médico, residente o no, por poner un ejemplo. No se puede pretender que con la formación que se les exige a estos sacrificados estibadores, ganen un sueldo similar al de cualquier Médico Interno Residente (MIR), el cual entra a formar parte del cuadro médico de un hospital por similar procedimiento que los pobres estibadores (habrá notado la ironía, ¿verdad?).

También lucha usted por dar luz a esos pobres ciudadanos de Alsasua que se vieron salvajemente agredidos por dos guardias civiles que, con sus respectivas parejas, estaban tomando unas copas. Eso no se puede consentir, y por tanto no podemos permanecer impasibles viendo como dos guardias civiles rodean a 10 o 12 pacíficos ciudadanos que se vieron violentados en su libertad de movimiento por las calles del pueblo. Lógico que usted les abra las puertas de su despacho en el Congreso de los Diputados.

Pues bien, D. Pablo, me gustaría ver cómo se preocupa, y le invito a ello, le invito a que parte de esa energía, preocupación y celo, lo dedique a conocer de cerca la vida de esos ciudadanos y sus familias, a los que las leyes y gran parte de la sociedad llama DISCAPACITADOS y que permítame que yo no esté de acuerdo por cuanto no les falta nada, simplemente tienen otras capacidades, ni mejores ni peores; otras.

Le invito a que investigue y compruebe cómo esas familias hacen equilibrios con un salario, pues en su gran mayoría la diversidad de patologías, graves todas ellas, obliga a que uno de los progenitores tenga que dejar de trabajar fuera de casa para poder dar respuesta al enorme trabajo que conlleva atender a su hijo o hija, cuando no son dos hijos o hijas los afectados. Mire, por regla general, no tienen, ni se aproximan al sueldo de los estibadores que tanto le preocupa (no entro si con razón o sin ella, eso queda a su libertad de conciencia). Entérese, por favor, de las ayudas que reciben estas familias por parte del Estado. ¡Ah!, por cierto, la Atención Temprana, en el mejor de los casos (pues depende de la Autonomía) es “gratuita” hasta los seis años; escribo gratuita entrecomillado porque el número de sesiones que recibe el niño o niña es por desgracia insuficiente para que el tratamiento tenga la efectividad esperada y en aquellos casos en los que la familia se lo puede permitir, completan el mismo contratando profesionales a los que pagan de su propio bolsillo, de modo que el desarrollo del niño o niña alcance las mejores cotas posibles.

Ignoro si nuestros legisladores poseen datos que yo personalmente desconozco acerca del porcentaje de altas clínicas que se producen a partir de los seis años de edad en todas las modalidades de Enfermedades Raras (por cierto, D, Pablo, no he conseguido encontrar ninguna declaración suya el día mundial de las Enfermedades Raras, en fin…), por poco frecuentes, Autismo, TEL, TEA, Parálisis Cerebral, y un sin fin de Síndromes que son atendidos en los Centros Infantiles de Atención Temprana (CAIT, para su información) donde reciben a lo largo del periodo de cero a seis años, esa atención gratuita y sin ningún género de duda, de calidad, por parte de los profesionales que los atienden: logopedas, fisioterapeutas, psicólogos y psicólogas, etc., en función de  la patología que presenten los niños y niñas que allí son tratados.

Le invito a que investigue la razón por la que todavía no se ha planteado ninguno de los gobiernos que se han venido sucediendo, el desarrollar y promulgar una Ley de Atención Temprana, que ampare a todos estos pequeños y grandes héroes que luchan cada día por sobrevivir en esta tierra y frente a unas administraciones que no dejan de poner palos en las ruedas, incrementando así el grado de tensión y ansiedad en lugar de facilitar el día a día de estas familias.

Entérese, D. Pablo, cómo funciona la nunca mejor denominada, Ley de Dependencia, pues efectivamente, depende de los presupuestos, del papeleo, de los recursos humanos y de un largo etcétera, tan largo que se producen paradojas como que la persona dependiente fallezca antes de recibir la ayuda comprometida o que se cumpla la edad y sea necesaria una nueva valoración al cambiar la tabla de baremos, sin haber recibido la ayuda correspondiente a la anterior (y lo digo con conocimiento de causa, D. Pablo). Puede hacerlo fácilmente, pues tiene entre sus filas, en el cuadro directivo, a un gran dependiente; pregúntele a él. O mejor aún, invite a su despacho del Congreso como ha hecho con los “agredidos” de Alsasua, a familias que viven estas situaciones que le he relatado a lo largo de este escrito.

Me encantaría recibir noticias suyas, o poder comprobar en las noticias o en los periódicos que ha iniciado los procedimientos que lleven a que esta situación empiece a cambiar, aunque claro está, ya hay asociaciones que se encargan de paliar con enorme esfuerzo las consecuencias de la nefasta política en esta materia. Además, esto no vende, porque a nadie le gusta ver o pensar que puede su familia puede ser la siguiente en recibir el regalo que de vez en cuando la vida te da y que te lleva a que “el viaje a la playa” que tenías planeado, se cambia súbitamente en un “viaje a la montaña”, y hay que subirla. Sé de lo que hablo.

Atentamente,

Manuel Sánchez Rubiales