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"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Rishiqueshmonamour

India. Impresiones y espejismos. VI.

Rishiqueshmonamour

La historia del descubrimiento e interpretación de la India por la mente europea es realmente apasionante. No nos referiremos solamente al descubrimiento geográfico, lingüístico, y literario, o a las expediciones y búsquedas, en una palabra, a todo lo que constituye los cimientos del hinduismo europeo, sino principalmente a las aventuras culturales provocadas por la revelación creciente de las lenguas, mitos y filosofías indias. Pero el descubrimiento de la India prosigue, y nada nos permite pensar que esté llegando a término, porque el análisis de una cultura foránea nos revela, ante todo, lo que buscábamos o aquello que estábamos preparados a descubrir. El descubrimiento de la India habrá terminado recién cuando las fuerzas creadoras de Europa estén irremediablemente agotadas.

MirceaEliade. Yoga e Inmortalidad. 1953.

Este encabezado explica más o menos porqué he titulado  estas notas como “Impresiones y espejismos”. Impresiones: porque un viaje, en tanto que supone una serie de percepciones, irremediablemente abre marcas en nuestro pensamiento y en nuestro sistema nervioso, deja rastro en nuestros recuerdos incluso cuando cerramos los sentidos a estímulos que nos causan disgusto. ¿Por qué espejismos? Porque para el europeo pagano en cuestiones históricas, religiosas o filosóficas hindúes, va a ser muy difícil dar significado, ni tan siquiera poner nombre, a las imágenes que en este antiguo país (siempre se habla de la Vieja Europa. Como si la India no fuera cuna de civilizaciones) desfilan como una película llena de imágenes exóticas y surrealistas ante nuestros ojos. Ante tal sobreabundancia de templos, ídolos, rituales, lugares santos, idiomas, culturas y subculturas, símbolos, atuendos religiosos, castas o paisajes, uno no puede más que dejarse llevar por la corriente, evitando hasta cierto punto la interpretación de unas costumbres e ideas que difieren en extremo de las nuestras. Espejismos porque aquí nada es lo que nos parece, se diría que nada es real a nuestro discernimiento. Cualquier interpretación basada en nuestras racionales ideas errará en sus postulados. Las hipótesis que crucen por la catedral de nuestro cerebro creerán estar viendo aguas cuando en realidad hay arena. O creerán estar viendo arena cuando en realidad hay un mojón de vaca sagrada. Contra los espejismos, lo único que puede hacer es llevar siempre una botella de agua o un guía a quien preguntar. El agua es más barata, pero también se puede preguntar a cualquiera que no sea guía.

Rishiquesh es parte del camino que cientos de peregrinos recorren en peregrinaje a diferentes lugares sagrados del norte de la India. Todos los días, cientos de ellos acuden a visitar sus templos, regidos sobre todo por Shiva y Durga, su consorte, pero llenos de dioses y diosas. Para los turistas extranjeros es también un lugar de peregrinaje. Esta ciudad es famosa por sus escuelas de yoga. Tiempo hace que los Beatles pasaron por aquí, fue en el 68 y, desde entonces, no han cesado de proliferar las escuelas de yoga (Ashrams) junto con hoteles, tiendas y restaurantes orientados a los turistas extranjeros. Está dividido en cuatro zonas bien diferenciadas. Rishiquesh ciudad, la más india, está llena de bazares tiendas, coches, motos y ruido principalmente. Hay tres partes separadas aparte, todas a orillas del Río Ganges, el río divino por excelencia que se vuelve aún más sagrado a su paso por Benarés. En la misma orilla que Rishiquesh, pero más arriba está Muni-ki-reti, donde además de más tranquilidad, hay muchos ashrams y hoteles. Al otro lado del río, comunicados por dos puentes custodiados por un puñado de monos está Lakshmanjhula, donde me alojo por el momento junto con turistas y locales que viven de los turistas. También se comunica, por medio de otro puente con SwargAshrams, donde hay multitud de sitios para aprender yoga. Yoga, ayurveda y todo lo que a uno se le ocurra, pues esto es un enorme centro comercial New Age, donde tiene cabida cualquier tema relacionado con la espiritualidad hindú, tanto mejor mientras más rimbombante sea el nombre. El nombre en inglés siempre vende más, y siempre relacionado con la salud y el desarrollo personal (¿o será con el desarrollo de la personalidad?). El enclave de todo este complejo yóguico-hotelero está a pie de cordillera. A ambos lados del Ganges surgen abruptamente los Himalayas, cargaditos de árboles en un bosque semitropical. Abundan plataneros, mangos, papayas, piñas y demás frutas exóticas, estupendo contraste con los pinares de la sierra. Por aquí ya se pueden encontrar los dóciles elefantes indios si uno contrata un tour, vacas y toros que campan a sus anchas por las calles y como no, conviviendo con los santones y los mendigos, los intratables y rebeldes monos. Al salir de los hoteles, no se puede dejar la ventana o la puerta del balcón abierta o los monos harán repaso de inventario a la habitación y a nuestras mochilas. Al ser una ciudad sagrada, todos los restaurantes son vegetarianos y no venden alcohol, aunque yo he visto alguna lata de cerveza tirada por la calle. No todo el mundo es religioso en India. Estas tres partes independientes de Rishiquesh están en un enclave muy natural, son muy tranquilas y bastante acogedoras, se nota en el ambiente relajado que la gente viene buscando paz interior. Al menos la mayoría. Yo estoy encantado de la vida en un hotel, que aunque cutrecillo, está algo aislado subiendo unos sesenta metros montaña arriba. Estuve en otro más barato y limpio que tenía un dueño simpatiquísimo, pero sin vistas y que era demasiado frecuentado por jóvenes israelitas con ganas de marcha nocturna, lo que significa en mayor o menor medida, ruido a deshoras.

Por ahora me he saltado el yoga. No he tenido tiempo entre un curso de masaje ayurvédico y las clases de canto. El “profesor" de masaje es un tipo muy humilde, como también lo son sus conocimientos sobre ayurveda y pedagogía, y como lo era el lugar donde nos enseñaba. Eso no es malo, pues ha resultado muy entrañable y buena persona a pesar de que el curso ha sido un poco decepcionante. Aquí hay una oferta excesiva, abrumadora, especialmente si uno no tiene claro lo que busca. Yo hice el curso por casualidad, me uní a un amigo que lo quería hacer. Hay que buscar y preguntar bien a la hora de apuntarse a lo que sea. Además, la mayoría de la gente que te hable sobre su experiencia también será novata. Mi profesor de yoga de Ceuta, medio español medio indio de carnet de identidad y muy indio de corazón, me recomendó un ashram que está lejos de mi hotel, así que para pasar tan solo unos días no me merece mucho la pena. Eso no quiere decir que no se pueda buscar otro sitio o madrugar para practicar un poquito por las mañanas o meditar un ratito en la habitación o a orillas del Ganges.

No soy ningún experto en yoga o hinduismo, por lo tanto podré cometer errores al tratar estos temas. Además, al ser asuntos tan extensos, mientras más lee uno para comprenderlo como dios manda, más liosa se torna la cuestión. La mayoría de la información que expongo la he sacado como siempre del historiador MirceaEliade.

Al estudiar las filosofías exóticas, el extranjero está predestinado a comprender solo lo que puede comprender, a entender por vocación, por la limitación de sus conocimientos, por la orientación cultural propia y por el encauzamiento del momento histórico al que pertenece. Durante el siglo XIX y XX, se han considerado a estas tradiciones místicas como un infantilismo o incluso un fanatismo religioso de los pueblos “primitivos” (acorde a nuestra relativa percepción del tiempo). Al estudiarlos se han seleccionado las partes que más se pueden adaptar a nuestras culturas o aún mejor, que se puedan utilizar para cubrir carencias o satisfacer deseos occidentales. También como un medio de obtener dinero, y esto no lo hacen precisamente los estudiosos y eruditos. Así, por ejemplo, el yoga en occidente es símbolo de anti estrés (un medicamento moderno para una enfermedad moderna) y de “espiritualidad” (que en Europa es ya, cosa del pasado, y en América está atesorada y retenida en las cuentas bancarias de los predicadores evangelistas). En lo últimos 50 años, sin embargo, la cosa ha cambiado. Gracias a la psicología moderna que estudia el inconsciente o los estados alterados de consciencia, a la física moderna, a los hindólogos, antropólogos o lingüistas o incluso a la poesía, se están empezando a comprender la estructuración de los símbolos o la madurez de algunas místicas orientales. La filosofía hindú ha tenido un curso evolutivo muy diferente a la europea. Se dice que a los filósofos hindúes nunca les preocuparon mucho los problemas de este mundo. Creo que por esa razón, todas esas ideas nos parecen a los occidentales un mar de especulaciones que se pierden  en su propia falta de una utilidad concreta. La India se subió tarde al tren de la historia. De la historia euro centrista, claro está. La verdad es que entraron en nuestra historia a la vez que nosotros entramos en la suya, al igual que América. Resulta muy curioso y muy característico el que a la India nunca le importase en absoluto conservar un registro de su historia. No existen documentos históricos anteriores a la llegada de portugueses e ingleses a sus costas. Y no es porque no supieran escribir, simplemente no les interesaba archivarlo, aunque lo cierto es que hay referencias históricas en sus libros mitológicos como es el caso de los Puranas. En todo caso, es una historia reinventada y revestida de leyenda y magia. Lo que siempre ha traído de calle a los filósofos hindúes es algo que tienen en común con los occidentales: la condición humana. La temporalidad y la historicidad (no la historia) que aportan un elemento trágico a la existencia humana haciéndonos soñar con la inmortalidad. La diferencia está en el enfoque. La psicología moderna ha explicado al ser humano por medio de la descripción y sistematización de sus condicionamientos hereditarios y ambientales. En cambio, en la India le han dado más importancia a los descondicionamientos, o sea, a como desembarazarnos de todos esos condicionamientos que nos vienen impuestos o que aprendemos instintivamente  o por medio de la educación, sea de cualquier tipo. Incluso el Dalai Lama dice que hay que poner todo en esta vida en tela de juicio, incluso las propias tradiciones. Y ése precisamente es el objetivo del yoga, ahí reside su espiritualidad. Los hindúes querían ir más allá de los condicionamientos, no tan solo describirlos, revelarlos para superarlos, destruirlos, y pasar así del ego condicionado, de nuestra personalidad, a lo que llaman el yo, donde reside la esencia primera y última del ser humano, alejada de toda temporalidad, pues el tiempo es un invento de la limitada percepción humana. Al eliminar estos condicionamientos fisiológicos, culturales, religiosos surgen los poderes latentes de la mente, que ellos denominan samskara o vasana, lo que a principios del siglo XX Freud “descubrió” y denominó: subconsciente. Los hindúes llevaban siglos hablando de estas fuerzas mentales ocultas, representadas entre otras formas, por la serpiente que rodea el cuello de Shiva y que hay que aprender a dominar para que ella no domine nuestra mente y nuestro comportamiento. Nosotros mirábamos hacia afuera para describir el mundo, ellos intentaban describirlo mirando de puertas para adentro. Esta solución propuesta por lo hindúes es bastante existencialista, pues la vida común carece de todo sentido que no sea el trascenderla. Nihilismo y espiritualidad que nos parece pesimista y extraño a los occidentales, concretamente anular la personalidad, ya que el culto a la personalidad (ahora ni siquiera eso, nos conformamos con el culto al cuerpo) es algo básico en nuestra cultura; artistas y políticos basan su poder mediático en eso. Para el filósofo hindú, lo más importante es la obtención de la libertad absoluta que se enciende cuando extinguimos el fuego del inconsciente, única manera de impedir que el tiempo y la historia nos consuma a base de angustia, de deseos que, satisfechos o no, conducen irremediablemente al dolor. Y pensar que todo lo que nos venden sobre la filosofía hindú es paz, amor y utopismo positivo.

Para ampliar toda esta información pero más enfocada al yoga como disciplina y no como filosofía de un modo ameno y con palabras de un experto, intentaré recuperar una entrevista que hice a Juan Carlos Ramchandani. Escritor, profesor de yoga y varias cosas más, que tuve el placer de conocer el Ceuta. Como ya comenté antes, Juan Carlos es un gran conocedor de la cultura india tanto en su faceta más popular como en sus recovecos más filosóficos. La intentaré publicar como siguiente artículo.

Y aparte de leer sobre filosofías hindúes (que se llaman darsanas, está el yoga pero hay varias más), hacer un poquito de yoga (soy muy indisciplinado) y masajes, también me baño en el río sagrado de vez en cuando. El Ganges nace a 250 Km. de aquí, en Gangotri, a 3100 metros sobre el mar. Por esta parte el agua aún está limpia. Es a su paso por Benarés donde el agua está ya muy contaminada y exige dureza de estómago y sangre fría el tomar un baño. Aparte de estas cosas, de los paseos y de las visitas a los templos, que comentaré en otro artículo, lo que más estoy disfrutando son las clases de canto. Diti es mi maestra. Es cantante de música clásica hindú, los conocidos Ragas, aunque también canta cosas más populares o música sufí. Con ésta última no me voy a atrever, que ya es bastante trabajo con los ragas. Es música modal y melódica, por lo que no se superponen instrumentos como en las sinfonías. Se basan en diez modos o escalas, uno por cada raga que se tocan en función del momento del día. Cada uno te lleva en un viaje solitario a base de melodías e improvisaciones, normalmente con sitar, flauta india (bansuri) o con voz, acompañados de la tabla. Con aprender varias melodías me conformo, pues tengo que cantar sílabas cuyo significado ignoro completamente y que me cuesta horrores memorizar. Normalmente leo cantando. Diti me acompaña con su voz y con el harmonio, esa caja de madera con un pequeño órgano adosado a una especie de acordeón. Su hermano Raj también acompaña de vez en cuando con las tablas, si no le apetece, usamos una caja de ritmos  electrónica. Raj es director de cine. Ya ha dirigido su primera película a sus 25 años. La protagonista es su otra hermana, que no vive aquí. Es cantante profesional, así que vive en Mumbay, la meca de Bollywood. Muchos turistas vienen a aprender a cantar o a tocar el Harmonio. También alquilan habitaciones, un poquito más caras pero grandes, iluminadas y limpias, así que he optado por mudarme con ellos y con otra hermana. Mi amiga Nirmala se viene conmigo. Es la segunda Nirmala con la que trabo amistad en este viaje. Hemos hecho muy buenas migas. Esta argentina trotamundos se ha venido unos meses a Rishiquesh a desarrollar su voz, pues aunque ya canta muy bien, quiere profundizar en la música india. Hace tanto tiempo que se mudó a Europa (Alemania y las Canarias) que la música argentina, aunque le sigue causando nostalgia, es cosa ya del pasado. Tras su segundo matrimonio, aunque todavía no se ha divorciado, armó macuto y: “arreando que es gerundio”. Nirmala es una bruja buena (¿existen las malas?) y gracias a ella he conocido a esta acogedora familia a la que tendré que abonar encima de la cuenta, una buena tortilla de patatas.

Me encantan estos sitios en los que la modernidad no termina de aterrizar y las antiquísimas tradiciones no acaban de coger el vuelo para desaparecer. Escribo tomándome un té negro en una terracita a orillas del rio. Debajo hay ghats, escaleras que dan al río y que la gente usa para bañarse. Tres hombres están sentados en una esquina de dichas escaleras. Visten como santones. A mí no me lo parecen. Quizás con este disfraz les resulta más fácil mendigar. ¿Otro espejismo? Conversan mientras observan cómo pasa la corriente. Algo retirados, turistas indios de clase media. Creo que el término turista les viene mejor que el de peregrinos. Se bañan mojándose tan solo los pies. No se quieren mojar sus relucientes trajes. Los de ellas son espectaculares, ellos visten como cualquier oficinista de fin de semana, pantalón y camisa. Están regordetes y solo están aclarando el karma de sus pies. Más adelante, unas mujeres de casta baja, parias o también llamados intocables, se sumergen completamente bajo el agua con sus hijos. Las hay jóvenes y viejas, sus pieles son oscuras y están delgadas. Se comunican a gritos. Sus vestidos son más baratos, pero son igualmente hermosamente coloridos y están impolutos, sobre todo en contraste con el color de su piel y con sus enormes pendientes dorados. Me voy a casa de Diti los martes da un concierto y quiero grabarlo o echar alguna foto para adjuntarla con esta nota. Empieza a las seis y media, aquí todo el mundo se acuesta temprano. ¿Alguien se apunta?

 

 

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