Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Paradojas de la India

India. Impresiones y espejismos (VII)

India se vende a sí misma con el eslogan: “Increíble India” en paquetes y guías de viaje. ¡Y tan increíble!, en serio. Yen broma también. No sé en cuál de sus dos formas es más real. Todo lo que te cuenten sobre la India es… recuerdo una vieja entrevista que mi amigo Ignacio me mostró en youtube. Era de Juan y Medio entrevistando a Silvio Sacramento, el roquero más alcohólico y más travieso que ha dado Sevilla y tal vez España y el mundo entero (hasta tal punto que la bebida se lo llevo antes de tiempo, o tal vez cuando no podía ser ni más grande ni más pequeño). La corta entrevista es surrealista, como todas las de Silvio. Era algo así: “¿Se cuentan muchas cosas de ti que no son verdad, Silvio?” A lo que Silvio responde con su típica lucidez embriagada: ”¡Muy pocas!” Y claro, se partían de risa. Pues la India es así, prácticamente todo lo que te cuenten es cierto, sea bueno o malo. En unos sitios el aire es puro, en otros está contaminado. Algunas esquinas huelen a estercolero, otras a aroma de incienso. Algunos indios son simpáticos y muy serviciales mientras que otros son groseros y desagradables. Intentar cambiar la India es como enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza, como soplar a contraviento para frenar un huracán, como intentar apaciguar la tierra en mitad de un terremoto. Como querer parar una ola de tres metros con la palma de las manos. La India te engulle para después escupirte desnudo en mitad del campo, donde tendrás que afilar el ingenio, no para sobrevivir, eso aquí es fácil (aunque haya pobreza hay abundancia de comida ya que la gran mayoría de la población trabaja en el campo, eso sí, se está volviendo muy cara para mucha gente), sino para llegar a donde te propusiste en un principio. El plan no es el camino.

 
 
Todavía no comprendo esta tracción histórica (y económica)  que coloca a este subcontinente en el pódium de potencia económica y lo sumerge en tradiciones ancestrales, una religiosidad a prueba de bombas y una sociedad abiertamente clasista. La verdad, por lo poco que todavía conozco de este país, no entiendo como puede ser una potencia mundial o ni tan siquiera una potencia mundial en potencia. Se dice que es la democracia más grande del mundo y, aunque existen las leyes, aquí cada uno hace lo que le da la gana, lo que lo convierte en la anarquía más grande del mundo. Lo que digan los políticos es pura demagogia. Para ordenar tal vastísima cantidad de ideologías que conforman la India haría falta un totalitarismo, o tres, como el chino. Si cualquier presidente europeo o norteamericano tomara las riendas de este país, creo que se volvería loco en cuestión de una semana. Esta hipótesis no es idea mía, me la ha expuesto un camarero y creo que es muy cierta.

Y es que a pesar de todo, India funciona a su manera. Supongo que no siempre fue como ahora se muestra, caótica y acelerada, que cuando venían los primeros viajeros, esto tendría otro color. Tal vez ese pasotismo anárquico propio de la mentalidad india se debe a la ecuación: “explosión demográfica + gasolina = prisa por entrar, que no cabemos todos”.  Tan vasto espacio geográfico, sin embargo, no está exento de paraísos, unos artificiales, otros no (todavía). La tecnología, el crecimiento descontrolado y el turismo de masas, la mercantilización de la espiritualidad, están cambiando esos oasis, llenándolos de hoteles y mercachifles, con la correspondiente basura que eso genera y que va a parar a cualquier esquina.

 
 
Pero cuanto más excava uno en esa basura, mas piedras preciosas encuentra. Culturalmente, la India tiene su propio sino. Los que conciben India como fanatismo religioso debido a su gran devoción, no conocen quizás que aquí han convivido todo tipo de culturas a lo largo de la historia, con sus respectivas guerras por supuesto, y que esa convivencia aún se observa hoy en día aunque no esté falta de fricciones. India es refugio de tibetanos, de judíos (aquí también hay), de los últimos zoroastristas que debido a la intolerancia musulmana huyeron de Irán y viven en Bombay, musulmanes, cristianos, jainistas, sikhs, chinos y cientos de sectas en las que se divide el hinduismo. Dentro de éstas, incluso las hay ateas.
 
Este país que, a pesar de haber poseído una antigua casta militar, lo que equivale a un ejército fuerte, duradero y estable, nunca ha invadido a otro país. En contraste, han sido invadidos por griegos, persas, árabes, mongoles, ingleses y otras potencias europeas… Nunca tuvieron esa identidad de país hasta la partición con Paquistán en la independencia de 1947, hasta entonces era tan solo la Península del Indostán, tal y como lo conocían los persas, ya que el rio Ganges se llamaba antiguamente Indo. Ninguna de esas invasiones pudo dominar por completo el subcontinente, dividido siempre en mil reinos, ni pudo hacer desaparecer el fervor popular hacia sus dioses, filosofías y rituales que, como camaleones, cambian de color (y también de forma) para camuflarse de manera que si es necesario, en estado latente, hibernan bajo los estratos más bajos de la sociedad, en sociedades secretas para, al igual que Shiva, aislado en una cueva en la montaña,  despertar rugiendo como un león y renacer. O como Visnú, adoptar otra forma y otro nombre para adaptarse a las necesidades religiosas y filosóficas de una nueva época. Como dije, creo que ni los totalitarismos podrían controlar la enorme masa de ideas que siempre han compuesto esta extensa geografía, hoy en día sintetizadas en el hinduismo actual o moderno a raíz de la aparición de su gran epopeya: ”El Mahabharatta”.

 
 
India cuenta entrelos primeros exportadores no sólo de informáticos como es bien sabido, sino tambiénde científicos, matemáticos, químicos y físicos. En el 2011, ya se vendían en India más de 110 millones de periódicos al día (hoy en 2013 muchos más) en 120 idiomas diferentes. Cuántos de ellos serán de prensa rosa, eso no lo sé. El valor de “Pi”, los símbolos numéricos que usamos hoy en día, los decimales o el número 0 (que tambiéndescubrieron los mayas) fueron aportaciones indias. Del sánscrito, la lengua en la que se escribieron los más antiguos textos hindúes y también del mundo, provienen muchas palabras en latín y por tanto en castellano, así como otros idiomas que no tienen nada que ver con el latín:
 
                 Sánscrito: «Devasadadātdatás, Devasdatdhānās».
                 Latín:          «Deus deditdentes, Deusdabitpanem».
                 Castellano: «Diosnos dio dientes, Dios nos dará pan».

•         dormir (latín dormire; sánscrito drati)
•        Júpiter (latín Iu-piter: ‘padrede los dioses’; sánscrito Diaus-pitar: ‘padre del cielo’)
•        rojo (róhita)
•        calendario (dellatín kal + endae;en sánscrito kāla: tiempo)
•        cabeza (kapitha)
 
Al igual que rusos, americanos, chinos… los indios han pisado también la luna. De hecho, según sus filósofos místicos, han estado viajando a la luna y mucho más lejos por varios milenios gracias a las técnicas yógicas. Eso desde luego, es harina de otro costal.  El ejército indio es el tercero más grande del mundo (seguro que también es el tercero peor pagado, o aún peor). Seguramente los políticos estarán orgullosos de invertir la mitad de su producto interior bruto en armamento, nuclear incluido. La independencia que tantos kilos costó a Ghandi, quien siempre se opuso a la separación entre musulmanes e hindúes, está tomando tintes oscuros. Y esta vez no podrán culpar a ninguna reina.

Y hablando de reina, también dominan el cricket, deporte que no entiendo en absoluto, pero que de cualquier forma es una de las herencias británicas por antonomasia junto con la compleja red ferroviaria tejida, como por la metafórica Maya, por todo el país y que constituye un fuerte orgullo patrio tanto para indios como para británicos. Y es que la pasión inglesa porlos trenes es otra cosa que no entiendo. Basta con visitar una librería inglesa para toparse con una sección dedicada a los trenes. En fin, lo que hace el aburrimiento (o el entretenimiento).

Mi viaje va terminando, he estado un poco ajetreado (o demasiado relajado) últimamente por lo que no he escrito mucho. Como no hay mal que por bien no venga, voy a aprovechar una pequeña diarrea que, ironías de la vida, me ha causado una tortilla de patatas en el restaurante de un español.O al menos eso creo. Parece que esta tortilla ha venido a poner la guinda a las contrariedades, los contrastes y en definitiva, a las paradojas de la India.

 

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