Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Canallada

Me propuse hace días no volver a escribir sobre el culebrón de Cristina Cifuentes. Al fin y al cabo, que una señora tenga o no un máster, sería algo irrelevante si no fuera por lo que ha venido después: Posibles mentiras, posibles falsedades en documentos públicos, posible corrupción institucional, posibles extorsiones, posible chantajes, posibles vulneraciones de secretos profesionales, de datos personales, de materias reservadas, etc.

Desde el momento en que Cristina Cifuentes "renunció" al máster, muchas de estas cuestiones ya nunca se llegarán a saber, y menos todavía desde que ha dimitido como presidente de la Comunidad de Madrid. Todos han respirado hondo, desde Rajoy hasta los de Ciudadanos. Ya no habrá que adentrarse en ese jardín florido en el que todos se habían metido, incluido Errejón, cuya beca en la universidad de Málaga le perseguirá mientras se dedique a la política, y dudo que sepa dedicarse a otra cosa.

A otra cosa, mariposa.

Ahora bien, y sin que ello sirva para justificar a Cifuentes, el asunto del video de 2011 en el que esta señora parece mangar en un Eroski dos tarros de crema facial y es sometida a un careo con un guardia de seguridad, video que se ha hecho público en todas las redes sociales siete años después, en el "momento oportuno", no puede dejar de hacernos pensar.

La publicación de ese video confirma las afirmaciones de días anteriores en los que la ya dimitida presidente hacía mención a una serie de chantajes que estaba recibiendo.

Sin descender a detalles de tipo jurídico en cuanto a la calificación precisa de lo que esa acción supone, la publicación de ese video vulnera varias cosas. En primer lugar, el secreto profesional, pues ese video solo podía ser utilizado por algunas personas y para un fin determinado. También su conservación y su transmisión supone una vulneración, pues tengo entendido que dicho video debió ser destruido a los 15 días, una vez que cumplió su cometido.

El contenido de lo revelado también es un agravante, pues no se trata de un delito. Mangar dos tarros de crema rejuvenecedora de 20 euros cada uno, me imagino que no llevaría a nadie a la cárcel. Probablemente no sea delito, sino simple chorizada o gamberrada de adulto. Sin embargo, en el video puede verse que se preserva no solo el anonimato del guarda jurado, sino la identidad de la presunta choriza, pues todo el video se desarrolla a puerta cerrada en una sala aparte, de modo que la presunta choriza no vea dañada su fama.

El agravante del que hablo estriba en que la protagonista, más que tratarse de una presunta delincuente, aparece como una persona con un posible defecto psicológico, que sin llegar a tratarse de una enfermedad de cleptomanía, sí podría manifestar un leve trastorno consistente en no saber contener los propios impulsos. La revelación de un video así, supone un ataque y una vejación intolerables hacia una persona, poniendo de manifiesto un defecto que nadie tiene por qué contemplar. El ataque consiguiente a la buena fama de la protagonista es otro daño derivado de esa canallada.

Muy mal va este país cuando la ruindad moral campa de esta manera por las redes sociales y el respeto a la dignidad de las personas llega a ser inexistente.

Es verdad que, generalmente, los políticos padecen una "enfermedad" ocasionada por el afán de perpetuarse en el poder que les lleva a perder el sentido de la realidad, y hacen o dicen cosas que ni harían ni dirían, si no ostentaran cargos públicos.

Este fenómeno ha sido magistralmente descrito por Bárbara W. Tuchman en su libro "La marcha de la locura", y cualquiera de nosotros puede comprobarlo en la mayoria de los políticos, a quienes el ejercicio del poder les lleva a no pocos desequilibrios psicológicos para los que el Orfidal no es suficiente, y cuya curación llega cuando abandonan la política.

Ahora bien, lo que resulta inaceptable es el ultraje hacia la persona cuando se está en la arena política y deberían ser otras las armas a emplear.

Comprendo perfectamente la dimisión de Cristina Cifuentes. También es verdad que para una mente maquiavélica, bien podría ser esta ocasión una oportunidad de cambiar el papel, de mala de la película a víctima, a muñeca rota, y en consecuencia, sacar rédito y volver a tomar la iniciativa en un futuro próximo. Eso, de momento, no lo sabemos y no se si llegaremos a saberlo.

Pero por lo pronto, la publicación del video es una canallada, un golpe de lo más bajo, que nos desvela que la política española está al nivel de las cloacas y de que no llevamos buen camino.