Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Las películas estadounidenses de los 80 (y III)

Recobrado, lector afable, en cierto modo, de esa maravilla hipnótica, creación del Paraíso, que era, y todavía hoy es, Kim Basinger, compendiar la secuencia del año 1987 implica citar esa magistral producción de Brian De Palma que fue Los intocables de Eliot Ness, con el guión de David Mamet y las icónicas actuaciones de Robert De Niro, Sean Connery, Kevin Costner, Andy García y Charles Martin Smith; en cuanto a la banda sonora, con un tema principal fascinante, considero que el resto del score de Ennio Morricone fluctúa sobremanera, desconcertando por momentos. Paul Verhoeven saltaría del pasado al futuro con su mítico Robocop, con el estimable careto de Peter Weller y la labor musical de Basil Poledouris. Rob Reiner nos proporcionaría un estupendo cuento con La princesa prometida, protagonizado por una jovencísima, y siempre bellísima, Robin Wright; Steven Spielberg, con un novatísimo Christian Bale, la imprescindible El imperio del sol; y Arnold Schwarzenegger, de la mano de un solvente John McTiernan, la muy buena Depredador y, del turnado Paul Michael Glaser (sí, el moreno de Starsky y Hutch), la obsoleta, digna de marginación, Perseguido; tan digna de marginación, tecleado sea, como Yo, el halcón, de Sylvester Stallone. También fue 1987 el año del rítmico frenesí que nos trajo Dirty Dancing, con unos desatados Jennifer Grey y Patrick Swayze, si bien quizá no tanto como Michael Douglas y Glenn Close en la aportación picante anual, con Atracción fatal, de Adrian Lyne; y Joel Schumacher colocó su granito de cine de culto con su Jóvenes ocultos. Woody Allen recuperaría el tema de la familia y las historias cruzadas en ese drama teñido de comedia que fue Días de radio. Barry Levinson quiso participar en las versiones cinematográficas sobre Vietnam, estrenando Good Morning, Vietnam, para lo cual contó con el indiscutible poderío de Robin Williams. Obligado sería registrar el paso anual de John Carpenter por las salas con su filme El príncipe de las tinieblas. No obstante, cierro el recorrido del 87 con una de cal y otra de arena, pues fue el año de la más que meritoria puntilla al exacerbado capitalismo por parte de Oliver Stone con su producción Wall Street, que le valió un Óscar a Michael Douglas, como lo fue del esperpéntico y vergonzante espectáculo de Supermán IV: En busca de la paz, que terminó por decapitar al personaje por algún tiempo.

1988 fue el año que convirtió a Bruce Willis en el arquetipo del héroe de acción de los venideros 90. Su inmortal Jungla de cristal, dirigida por John McTiernan, con la excepcional fotografía de Jan de Bont en aquel nocturno Nakatomi Plaza, desmantelado por las peripecias de un John McClane descalzo que lo da todo para salvar a su esposa, marcó un antes y un después en el cine del género, demostró lo que un hombre dotado de ciertas habilidades básicas, pero sin ser especialmente fuerte ni especialmente diestro y careciendo de especial instinto asesino, puede llegar a hacer cuando está suficientemente motivado o cuando le han tocado suficientemente los cojones. Estreno, entonces, que provocó cierto tufillo añejo en otras producciones del 88, como fueron Acción Jackson, con Carl Weathers, y Danko: Calor rojo, con Arnold Schwarzenegger y James Belushi. No pasaba de moda, por el contrario, el Rambo de Sylvester Stallone, cuya tercera entrega cayó durante el año; y dio una literal patada en la puerta Jean-Claude Van Damme, con su Contacto sangriento. Para Tom Cruise fue una nueva etapa de doblete, con la entretenida y sugerente Cocktail, de Roger Donaldson, y la necesaria Rain Man, de Barry Levinson, coprotagonizada por la sobresaliente interpretación de Dustin Hoffman. Ron Howard tiró de fantasía con Willow y Tim Burton, a su estilo, con Bitelchús. Christopher Cain reunió a los muy lozanos Emilio Estévez, Kiefer Sutherland, Lou Diamond Phillips, Charlie Sheen y Dermot Mulroney en el western Arma joven. La ciencia ficción se ilustraría con la colonización extraterrestre de Alien nación y las secuelas fallidas Cocoon: El retorno y Cortocircuito 2. Del drama en la naturaleza se encargaría Michael Apted, con Gorilas en la niebla; de la road movie y buddy film, Martin Brest, con Huida a medianoche; del drama racial, Alan Parker, en su imponente Arde Mississippi; del drama psicológico, Woody Allen, con Otra mujer; del drama biográfico, Francis Ford Coppola, con Tucker, un hombre y su sueño; y Martin Scorsese propuso su más que personal visión del drama cristiano en La última tentación de Cristo (pasan las décadas y sigo sin dar credibilidad a Willem Dafoe y Harvey Keitel en sus respectivos papeles). Paradójicamente, John Carpenter estrenaría en 1988 Están vivos, para tomarse un ganado trienio de descanso. A su vez, se estrenarían en el protagonismo de largometrajes Julia Roberts, en Mystic Pizza, y nada menos que Steven Seagal, en Por encima de la ley.

Para 1989, Steven Spielberg dirigió a Harrison Ford y Sean Connery en Indiana Jones y la última cruzada (como gusto personal, todavía la mejor de la saga), dando carpetazo a una fascinante e histórica trilogía que jamás debió reabrirse. Peter Weir, auspiciado por un Robin Williams en estado de gracia, nos tocó el corazoncito con El club de los poetas muertos (¡Oh, capitán, mi capitán!). El mundo del cómic reconquistó gran parte del estatus perdido con Batman, de Tim Burton, y la genial música de Danny Elfman, en la que siempre preferiré la actuación de Michael Keaton a la de Jack Nicholson. La serie anual de Woody Allen fue otro portento del drama con tintes cómicos titulado Delitos y faltas, que sólo necesitó de un plano de Landau y Allen en su cartel para venderse. Película romántica con un fenomenal guión fue el filme de Rob Reiner Cuando Harry encontró a Sally, coprotagonizado por Meg Ryan y Billy Crystal, a quien le quedó claro que se puede fingir un orgasmo. Teclearía yo que un tanto relegada a los oscuros rincones de las filmotecas ha quedado una obra intachable en la dirección y guión de James Cameron que fue Abyss, absolutamente recomendable. Efectiva hasta la eternidad será Tango y Cash, liderada por el dúo formado por Kurt Russell y Sylvester Stallone. Éste colgó en las carteleras otro título algo más prescindible: Encerrado. Asimismo, John G. Avildsen realizaría su doblete del 89 con Karate Kid III: El desafío final y Escuela de rebeldes, de dispares resultados. Matthew Broderick, Denzel Washington, Morgan Freeman y un casi desaparecido Cary Elwes encabezaron el reparto de la reivindicable Tiempos de gloria, de Edward Zwick, drama belicista ambientado en la Guerra de Secesión. Los músculos más potentes del año fueron los esculpidos por Jean-Claude Van Damme, al iniciar la franquicia Kickboxer. El drama sureño Magnolias de acero le otorgó el reconocimiento a Julia Roberts, al igual que a Tom Cruise la enésima carga antibelicista de Oliver Stone en Nacido el cuatro de julio y el drama musical de Steve Kloves Los fabulosos Baker Boys a una Michelle Pfeiffer flanqueada por los hermanos Bridges. Y, bueno, sin solución para remontar la saga, la malograda Star Trek V. La última frontera completa la relación del año 1989.

Concluyen los créditos de este largometraje sobre las películas estadounidenses de los 80, fidelísimo lector, se encienden las luces de la sala, estiramos los músculos, agarrotados por la posición en el asiento, nos dirigimos hacia el pasillo y emprendemos la salida preguntándonos si serán posibles las secuelas, como las películas de los 90, o las derivaciones, como las ochenteras europeas… Por ahora, únicamente somos conscientes de dos palabras leídas en inglés antes de que las luces iluminaran la estancia: The End.