Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El narcisismo siempre está de moda

La flor de Narciso es una flor de color blanco con un centro lila, que lleva el nombre del mitológico personaje griego Narciso. Esta flor es también conocida como "Flor de los muertos" y es un símbolo de arrogancia y engaño. Se dice que esta flor fue creada por los dioses como castigo para Narciso por su engreimiento.

Hace un par de días vi en El Hormiguero la entrevista a Máximo Huerta, escritor y exministro de Cultura. Tenía interés por escucharlo porque el personaje televisivo me parece una persona inteligente y, sin duda, válida como novelista a juzgar por el número de lectores que lo siguen. Y de esa entrevista me quedo con la parte final en la que habló de su visita a la Moncloa tras ser forzado a dejar el cargo, que no fue que dimitió motu proprio, y convertirse en el ministro que menos ha durado en su cargo, Máximo Huerta ‘el breve’ fue llamado, y miles y miles de comentarios surgieron por las redes y medios de comunicación.

Él fue allí esperando unas palabras de aliento y ánimo, unas palabras dedicadas a él por Pedro Sánchez, y se encontró con un discurso narcisista del presidente del gobierno que lo dejó sin palabras. Le comentó Sánchez que cómo pasaría él a la historia, que qué pensarían de él generaciones futuras. Siendo la figura presidencial el centro de su conversación y obviando que Huertas estaba allí, supuestamente, para recibir su apoyo y para agradecerle sus breves servicios como su ministro.

Si antes me quedaba alguna duda de la egolatría de Sánchez se me disipó tras la entrevista de Motos, porque la sinceridad de Huertas está fuera de suspicacias, fue, diría yo, muy de verdad.  Está clarísimo que Pedro Sánchez, como dice el dicho: ‘no se besa porque no llega’, pero ante su imagen reflejada en las aguas de un estanque se quedaría anonadado como Narciso, por su belleza sin igual y su poderío sin límites. Pero ojo, que el griego cayó al estanque y allí terminó sus días, y creció en ese lugar la flor de la que hablé al principio que lleva su nombre.

Supongo que así se le recordará al presidente, amén de por el político funambulista más osado que jamás hayamos tenido, o por sus donde dije digo, digo Diego. Espero que no pase esos límites, porque lo de Cataluña lo tiene controlado a base de concesiones desiguales al resto de España, pero también logrando estabilidad y que la nación no se rompa; siempre en la cuerda floja.

Muchas influencers lo son porque desde las redes sociales, valga youtube como una más, hacen culto de su belleza y la exhiben para lograr seguidores por doquier, y si se lo pueden permitir hasta los compran. En muchas ocasiones ese narcisismo les ha llevado a vivir de eso y, por cierto, muy bien, vamos que hasta se pueden hacer ricas. También hay influencers varones, aunque no con tanto éxito en general como las chicas, pero algunos también viven muy bien de lo mucho que se quieren. Nada tengo en contra de esta moda, lo que pasa es que no todos los y las seguidoras son capaces de discernir entre lo que les ofrecen en las redes y la realidad, y más de una y uno han padecido enfermedades por buscar ser como la o el influencer (perdón por caer en el malsonante y ridículo lenguaje inclusivo), y viven en una nube de falsedad continuada de la que no son conscientes, que cuando se desvanece les hace caer desde una altura que algunos no soportan.

Tampoco hay que ir a buscar narcisistas tan lejos, en nuestro entorno podemos encontrarlos sin mucho esfuerzo, miren, piensen un poco y verán que es así. Algún político local, un jefe, un cura, un atleta de pueblo, alguna vecina tiktoker, algún vecino instagramer, algún conocido youtuber puede que tenga en mente, a mí se me ocurren, aunque confieso que a algunos los conozco por lo que me enseñan mis hijos de las redes, ya que yo no estoy en ninguna. Demasiados engreídos.

Pero ojo, como ya he dicho el mito griego de Narciso termina con su muerte, y la flor con su nombre está relacionada con ella. Así que narcisismo y muerte van de la mano, por lo tanto, ese exceso de vanidad no debe de ser bueno. Me quedo con la enseñanza de los clásicos una vez más.