Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Desafección

Digan lo que digan los partidos políticos, la realidad de los datos es tozuda, y con lo que a ellos tanto les gusta cuantificarlo todo ahora se olvidan de una parte fundamental que obvian porque está ajena a sus intereses. Me refiero a que en estas elecciones al Parlamento Europeo ha habido una clara ganadora, la abstención.

En estos comicios en España la abstención ha llegado al 50,78 %. Los llamados a votar han sido 35.665.455 personas, pero solo han ido a depositar su voto en las urnas 17.554.385, por consiguiente, la mayoría han sido los 18. 111.070 ciudadanos que, por hache o por be, no han querido ir a votar. Esto no es mi opinión ni la de nadie, son los datos cuyo porcentaje no admite discusión, lo que puede admitir es un análisis de por qué se han producido, pero los datos son inalterables por mucho que se maree la perdiz.

Y añado, de los que han ido a votar 123.354 lo han hecho de manera nula, pudiéndose discutir si esos votos nulos se han debido a un error del votante o a una demostración de que ninguno de los partidos le parece válido y lo demuestra así. Donde no hay duda es en los 123.620 votos en blanco, ahí no hay errores, aunque sí puede ser otra forma de decirle no a los partidos políticos. Así pues, han sido 246.965 más los que no han votado a ningún partido.

Dicho esto, la abstención, los votos nulos y los votos en blanco ganan las elecciones por mayoría absoluta a los partidos políticos.

Esta situación sería para que los políticos se lo hicieran ver, pensaran en lo que están fallando y se autoevaluaran para intentar revertir esos datos. Pero ya sabemos que no, ellos solo miran los datos que les interesan, que son los que les dan escaños a sus parroquianos que, en este caso, van a vivir muy bien yendo y viniendo al europarlamento.

Pero yo, y seguro que muchos de los que están leyendo esto, no estamos interesados en las vanaglorias de los políticos, pero sí nos preocupa lo que ellos generan a diario y que hace que la abstención les gane la partida. A mí sí me va a ocupar opinar porque me preocupa qué pasa con la democracia si la mayoría de los que pueden votar no lo hacen. Si la democracia se basa precisamente en el voto, en la opinión de la gente, me parece incongruente que la mayoría no participe y que la democracia no se resienta como sistema político. Y si a esto añadimos que dentro de los partidos políticos hay algunos que desde dentro la quieren dinamitar, porque en realidad ni la quieren ni creen en ella, pues apaga y vámonos.

¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? Yo recuerdo que en mi época de joven la inmensa mayoría de la gente de mi edad estaba ansiosa por acudir a las urnas para darle vida a una jovencísima democracia y sentirse partífice de ella. Pocos, muy pocos, eran los que, por tradición familiar más que por convencimiento, añoraban un régimen dictatorial que poco o nada conocieron de verdad. Los demás estábamos ilusionados con vivir en libertad, con poder decidir nuestro futuro por nosotros mismos. Veíamos año a año cómo el país iba cambiando para mejor, nos abríamos a Europa y al mundo. Éramos felices porque se generaba esa felicidad en un futuro mejor. Primero el mundial, luego las olimpiadas y la Expo 92, el AVE y los múltiples proyectos de hacer una España próspera nos hacían vivir más o menos contentos. El nivel de vida para la mayoría subió como la espuma y no se atisbaba ninguna nostalgia por el régimen represor anterior. Los partidos que sí lo añoraban no tenían ninguna representación porque no contaban para la gran mayoría.

¿Dónde estamos ahora? Según los datos que di al principio, estamos sumidos en un caos político. Yo ya no sé si la gente quiere democracia, porque demostrarlo no lo demuestran. Yo no sé si la desafección a la política ha llegado a un punto sin retorno, sin duda alguna por culpa de las posturas, formas y hechos de los políticos que tenemos, de las tertulias audiovisuales torticeras desde la base, de las redes sociales que sirven de trampolín para generar basura rápida y tontamente, de una sociedad cada día más descreída y egoísta…

La democracia se resiente, tuvo goteras y ahora empieza a tener averías graves, la ultraderecha no va a dudar en seguir inoculándole virus populistas para empeorarla y, lo peor, que no se encuentra técnico que sea capaz de ir sanando y cicatrizando sus heridas. Y lo siento por los jóvenes, nuestra sociedad no les está generando la felicidad y la ilusión que me generó a mí la mía. Nosotros no pensábamos ya más en guerras en nuestro entorno, ellos conviven con la de Ucrania y la de Gaza a diario. Nosotros no pensábamos en la confrontación política brutal, ellos conviven con el lodazal séptico político a diario. Nosotros solo nos poníamos cara al sol para tomarlo en la piscina o en la playa, ellos oyen esa cancioncita casposa casi a diario. Nosotros solo pensábamos en progresar porque teníamos esperanzas, ellos viven con el receso y la desilusión a diario…