Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La charca pública

¿A quién no le gusta un día de lluvia? Creo que a casi todo el mundo le agrada la idea de una tarde pasada por agua, película, sofá, etc. Esta idea empieza a tomar otros tintes cuando no tenemos nada que hacer y esa película, serie o tarea ya ha finalizado. Es entonces cuando  llama  a nuestra puerta un señor que debido a nuestra apretada agenda  no solemos ver muy a menudo, el aburrimiento. Lo único bueno de este señor es que nos obliga a pensar, eso a lo que tan poco tiempo dedicamos en nuestro día a día, bien por que no tenemos tiempo o bien porque directamente no nos interesa,  estamos anestesiados con Venezuela, el fútbol,  el mal y abusivo uso de las redes sociales, Cataluña, el señor Puigdemont  y compañía y  lo que quede por venir y lo que no he nombrado.

Todo este mecanismo permite que la granujería y la poca vergüenza sean por desgracia y parece ser que por costumbre, la norma y el código deontológico de la  gran mayoría de nuestra clase política.  Entre otras cosas estas dosis que nos suministran a través de la mala prensa o la televisión permite por ejemplo que un trabajador acepte y se crea afortunado por el hecho de trabajar diez horas al día con un sueldo miserable y sin estar asegurado o que los diversos casos de corrupción sean tan frecuentes que ya ni la ciudadanía se inmute. Pero aun así, hay veces que ciertos sujetos  de la clase política se esmeran tanto en hacer las cosas de forma ilegal que no importa cuanta anestesia nos hayan dosificado esa semana, la ciudadanía se revela y pide explicaciones, aunque sea un enfado estructural de nuestra idiosincrasia humana y dure cuatro días.

Tenemos como ejemplo reciente la obra maestra de la señora Cifuentes, he de decir que no me sorprende  y que no voy comentar el hecho en sí, puesto que hay  ya diez mil opiniones por todos lados y no veo le sentido alguno seguir lanzando la pelota. Es momento de hacer autocrítica y analizar el deterioro de la situación, es hora de pensar.

Les voy  a poner un ejemplo muy claro, campechano y quizá resulte hasta gracioso, de como funciona gran parte de la clase política de nuestro país. Imagínense una  pequeña charca de agua, junto a ella 20 cerdos  (pongan el animal que les apetezca) que no permiten que ningún otro animal se acerque, se han apoderado de la charca. El comportamiento de estos animales es pelearse por beber agua y refregarse en el barro, puesto que la charca es demasiado pequeña para beber todos a la vez. Solo cuando ha calmado su sed, el cerdo sale de la charca y deja paso a otro cerdo que llevaba gruñendo todo el rato. Pues bien señores y señoras, esto pasa en España, todos gruñen por el mismo agua, son los mismos cerdos los que beben de la charca,  hasta que no se aburren de delinquir no paran y cuanto más rato estén dentro de la charca mejor y por supuesto, una vez que llegan a la charca no sé acuerdan de cuando estaban gruñendo. El caso es gruñir y cuando se pueda, beber y bañarse, pero sin perder nunca la posibilidad de hacerlo.

Pues bien, visto esto, el panorama es el siguiente: la señora Cifuentes, todo apunta a que no va a dimitir (parece ser que no hay gente capacitada en el PP para sustituirla) y Rajoy, pues nada, lo de siempre, que le parece estupendo. Así es la vida en la charca pública, aunque se gruñan, se protegen.  O dicho de otra forma, nos toman por tontos.

España, amigos y amigas, es un vergel de oportunismo,  por desgracia siempre ha sido así y aunque todo apunta a que seguirá siendo, confío en que algún día no lo sea, y la totalidad de la clase política sea honesta y transparente como ya lo son muchos políticos y políticas de nuestro país, a los  que deberían  tomar como ejemplo los habitantes de la charca pública. El caso Cifuentes, se burlan de nuestros mayores, juegan con las pensiones, se suben el sueldo, solicitan que se anule una obra de teatro al más puro estilo de Don Paco y aun así siguen siendo mayoría. La culpa no es de este grupo de individuos, es nuestra,  puesto que mediante el voto permitimos esto. Lo triste de todo esto es que independientemente de la gravedad de lo ocurrido, la gran mayoría de la población no va a cambiar su voto, por lo tanto, es imposible evitar que estas situaciones se repitan, pues de una forma u otra estamos  ratificando y legitimando estos comportamientos dentro de la política española. Cuando llegue el momento de votar y de cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos no estaría nada mal acordarse y tener presente  alguno de estos detalles. Eso sí, ante todo, respeto.  Mientras tanto, disfruten, la emoción en la charca está servida.