Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El trinke municipal

Sospecho que el trinke ha existido desde la prehistoria. No he podido comprobar su existencia en la traducción que tengo de las tablillas sumerias del año 2.300 antes de Cristo, pero sí me consta su existencia en el siglo X antes de Cristo entre los griegos, fenicios, cartagineses y tartesos. A pesar de la elevada moral del pueblo escogido, Nuestro Señor constata que ya había trinke en Galilea en el siglo I al pronunciar la parábola del administrador infiel. Sobre los siglos posteriores es ocioso poner ejemplos pues el trinke es generalizado.

En la España de Franco y de los primeros años de la democracia también había trinke, aunque era¾digámoslo así¾ un poco "inocente" porque no requería grandes "profesionales". Circulaba por aquellos años el refrán "brigada de cocina, coche nuevo". Hoy se podría decir "concejal liberado, coche nuevo", pero no voy a desarrollar esto último, más propio de mi anterior artículo ("El pesebre municipal") que de este. Me centro en los brigadas de un cuartel, que rotativamente eran nombrados por turnos de un mes para gestionar la cocina, poniendo a su disposición varios millones de pesetas y dándoles libertad absoluta para contratar con proveedores y organizar los menús de la tropa durante ese mes.

Por aquellos tiempos yo hice la mili de IMEC como sargento, y cuando me tocaba estar de semana, el brigada de cocina solía invitarme a desayunar por las mañanas al comedor de la tropa. Ni que decir tiene que con solo probar el Colacao ya sabía yo si ese brigada estaba trinkando y a final de mes iba a estrenar coche. Porque en algunos casos, el Colacao era Colacao; pero en otros era descaradamente agua con un poco de leche y unos granos de Colacao. También recuerdo una vez que llegué con mucha hambre al desayuno y cuando llevaba ya tres cruasanes, el brigada de cocina, de buenas maneras, pero intentando parar su ruina, me llamó decididamente la atención:

¾ ¡Coño, Antonio, que ya llevas tres cruasanes!

Pero no voy a hablar de la mili, sino de los ayuntamientos, del trinke municipal. Saqué la plaza de arquitecto municipal de El Ejido (Almería) en 1985 y solo unos meses después aprendí¾por casualidad y para siempre¾cuáles son los mecanismos del trinke municipal.

Resulta que me tocó informar un proyecto de una macronave agrícola en suelo no urbanizable, y al hacer el informe detecté unas cuantas incorrecciones respecto al planeamiento vigente, las cuales expuse en dicho informe, aunque por error quizá no las expresé con suficiente claridad.

El autor del proyecto, un ingeniero agrónomo, vino a hablar conmigo al despacho, y quizá porque yo no estaba de buenas explicaderas o él no estaba de buenas entendederas, lo cierto es que en la conversación no nos poníamos de acuerdo. Fue entonces cuando él me hizo una pregunta: "Bueno, pero tú exactamente, ¿qué quieres?".

Mi respuesta a esa pregunta fue ofrecerle una explicación todavía más clara de los requerimientos que le había hecho en el informe, expresándole que yo lo que quería era única y exclusivamente que su proyecto cumpliera los requisitos legales que yo le había marcado en el informe.

Sin embargo, interiormente, entendí la pregunta y lo que quería decir con ella. Me di cuenta de que ese ingeniero había entendido los requerimientos de mi informe con otro sentido distinto del meramente literal.

Me di cuenta de mi error, consistente en que no había hecho el informe con suficiente claridad, de modo que ese ingeniero había entendido esa ambigüedad como una mordida, como un inicio de "otro diálogo" al que él había correspondido con la pregunta fatídica. Ese "otro diálogo" quedó cortado porque yo no seguí por él. Pero otro distinto que mí quizá hubiera seguido por ahí...

El hecho es que aprendí la lección y la he tenido en cuenta durante los 30 años posteriores: Hacer los informes lo más cortos posible y extremadamente claros, tanto si son favorables como si son desfavorables, extremando la motivación en estos últimos, no solo porque lo exige la ley sino para evitar ambigüedades. La lección aprendida es que el origen del trinke está en "la generación de un problema". Todo funcionario que quiera trinkar lo primero que tiene que hacer es generar un problema en el administrado y poner a prueba su paciencia.

Puede ser que el administrado tenga poca paciencia, como el ingeniero mencionado, y a la primera de cambio haga la pregunta fatídica: "Bueno, pero tú exactamente, ¿qué quieres?". Pero también puede ser que el administrado sea más rocoso y aguante un cierto tiempo, de modo que cuando su expediente lleva ya, por ejemplo, año y medio, se encuentre desesperado o agotado de pelear contra una pared¾me refiero a la Administración¾y lo que quiera sea ya resolver su problema a cualquier precio, momento en el cual el administrado está ya como fruta madura de modo que si no llega a atreverse a formular la fatídica pregunta, el funcionario puede sugerirle una "solución".

Por tanto, creo que un funcionario que quiera ser fiel a unos mínimos principios éticos y no quiera trinkar, deberá tener siempre una unidad de criterio; actuar con cuanta mayor transparencia, mejor; hacer sus informes breves y sobre todo claros y motivados; ceñirse a la legislación aplicable sin tratar en el informe temas que son ajenos a este; y estar siempre dispuesto a hablar a puerta abierta con cualquiera que desee aclaraciones.

Un funcionario así, evidentemente, "no genera el problema" del que he hablado más arriba, condición sine qua non para poner en marcha el mecanismo del trinke. Es decir, que muerto el perro, se acabó la rabia. Si no hay problema generado, ese funcionario habrá renunciado a trinkar...., pero también se lo habrá hecho imposible a los políticos que hubieran querido trinkar también de ese pastel. Y aquí empieza un aspecto de interés.

Supongamos un ayuntamiento en el que hay un arquitecto municipal de los que no quieren trinkar y hay unos políticos que sí quieren trinkar. Mientras ese arquitecto municipal siga haciendo los informes de la manera que acabo de señalar, ahí no hay nada que rascar. Nadie podrá trinkar, ni él ni los demás.

La "solución" para conseguir trinkar es quitar al arquitecto municipal de en medio. Pero supongamos que eso es imposible porque el arquitecto es fijo por oposición. Entonces la solución es buscarse otros técnicos que hagan informes alternativos a los del arquitecto municipal. A la gente llana del pueblo le podrá parecer un poco mosqueante que habiendo un técnico fijo en el propio ayuntamiento los políticos vayan a buscar los informes allá en las Américas. Sin embargo siempre cabe la excusa de decir que el arquitecto municipal tiene mucho trabajo y se pretende desahogarle.

El siguiente paso consiste en que esos técnicos de las Américas "generen un problema", es decir, que hagan sus informes con exceso de tardanza, con párrafos oscuros de entender, con requerimientos espurios, sin remitirse a lo estrictamente legal, sino poniendo condiciones caprichosas y arbitrarias. De esta manera se va minando la paciencia y la fortaleza del administrado hasta que llega un momento en el que "la cosa" está madura, es decir, "el problema está creado". Ya solo falta que el administrado, aburrido, desmoralizado, agobiado y mareado haga la fatídica pregunta: "Bueno, pero tú exactamente, ¿qué quieres?".

Es entonces cuando el político local no tiene más que ponerse a tiro para ser el destinatario de esa pregunta. Incluso puede hacer algo más que es adelantarse y actuar en su faceta de "conseguidor", ya que todo político local es, por voluntad propia, un conseguidor, puesto que todos ellos tienen a gala manifestar que su cometido principal como concejales es "conseguir resolver los problemas a los ciudadanos", por lo que nada tiene de particular actuar como conseguidor.

Claro que... los conseguidores...cobran una "comisión" ¿Qué se creían ustedes? Quizá los viejos como yo recuerden al primer conseguidor famoso de la democracia, Juan Guerra, el cual tenía un despacho en la Delegación del Gobierno en Andalucía desde el que "conseguía" cosas, aunque al parecer, su hermano, a la sazón Vicepresidente del Gobierno por entonces, no sabía nada acerca de la existencia de tal despacho. Vaya, que ese despacho era más o menos como una sucursal de la Madre Teresa de Calcuta, pero con alguna variante.

Otro conseguidor famoso es Iñaki Urdangarín, a quienes sus conseguimientos parece que le van a llevar muy lejos en los próximos meses si lo comparamos con Juan Guerra, quien después de todo el proceso judicial al que se enfrentó, solo fue condenado por un simple delito fiscal. (No se por qué me viene ahora a la cabeza la figura de Al Capone, que tras una vida trepidante...solo pudo también ser condenado por un delito fiscal, cuando tengo entendido que hizo algo más que defraudar a Hacienda). ¿Qué español no tiene alguna veleidad con Hacienda, ya que Hacienda somos todos?

Pero no quiero apartarme del hilo fundamental de mi discurso. Sobre los conseguidores podríamos decir muchas cosas, pero aquí estamos hablando de determinados concejales en su faceta de conseguidores. Generado el problema por los técnicos de las Américas, hace su aparición el concejal-conseguidor con su uniforme de Supermán para salvar al desvalido ciudadano mareado por esos técnicos de ultramar. ¿Honorarios? Bueno, sí: un coche de buena marca, una finca, un viaje al Caribe o por Europa, un solar en otro municipio, un piso, unos valores mobiliarios, un apartamento en la playa, una cuenta en Suiza, un puesto de trabajo para un familiar, o simplemente dinero, que todo lo compra, por supuesto, en B, que ya habrá tiempo de blanquearlo. El conseguidor suele dar "facilidades de pago".

Y misteriosamente, el problema se resuelve y todos contentos: El ciudadano consigue su licencia o lo que haya pedido, el concejal "cobra" su comisión, de la que manda un giro a las Américas, porque también en esa tierra son hijos de Dios. Aquí paz y después gloria.

¡Benditos años aquellos de inocentes brigadas sin pecado original, que por un Seat-127 lo más que hacían era darte agua de Carabañas de desayuno durante un mes, mientras te aseguraban que eso era el Colacao, desayuno y merienda ideal! Al menos, te hacían un favor, porque el agua de Carabañas es un buen purgante que te deja nuevo por dentro.

Ah! Se me olvidaba decir que, salvo los datos consignados como tales, todo lo demás, si es cierto, es pura coincidencia, ya que en la mente del autor no pasan de ser meras reflexiones filosóficas mientras se duchaba el otro día por la mañana intentando superar la obnubilación debida al madrugón de ordenanza.

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