Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

¿Adiós al espíritu revolucionario?

En la última década determinados temas como la igualdad salarial, la lucha contra la violencia de género, la garantía de una pensión digna o el cambio climático han estado omnipresentes en los discursos de las diferentes fuerzas políticas representadas en nuestro país.

En dicho contexto, uno de los movimientos sociales de carácter revolucionario que más impacto ha tenido en la sociedad ha sido el denominado vulgarmente movimiento “yayoflauta”. Este término que surge de manera paralela al “15-M” hace referencia al colectivo español que engloba a los manifestantes jubilados en defensa de las pensiones públicas.

El desistimiento nunca fue una de las pretensiones de las grandes masas representativas de este colectivo, logrando así la unificación estatal en el año 2016 a través de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones (COESPE), la cual abarca a distintos grupos de masas de diferentes puntos del territorio nacional, entre los que se incluye a los “yayoflautas”.

En este sentido si hay un hecho que haya supuesto imágenes expectantes para el conjunto de la sociedad ese ha sido el desarrollo de las conocidas como “manifestaciones del 22 de febrero”, siendo Bilbao o Sevilla las protagonistas de las manifestaciones más numerosas.

Pero, ahora bien, ¿quiénes son realmente los “yayoflautas”? De manera general, se trata de un grupo de jubilados de izquierdas, desvinculado de los principales sindicatos (CCOO Y UGT), y por supuesto, no se encuentran afiliados a ningún partido político.

En relación con esto último, me gustaría destacar una premisa o afirmación que en las últimas semanas hemos podido observar en las diferentes redes sociales, la cual dice: “En 1965 se manifestaban los estudiantes y en 2021 los jubilados, es decir, los mismos”.

¿Estamos realmente en lo cierto?

Las reivindicaciones y manifestaciones a pie de calle por un grupo de hombres y mujeres, (entre los que se encuentran los más jóvenes), que se han concienciado de la importancia del feminismo son las protagonistas el 8-M. Asimismo, otro de los movimientos reaccionarios por parte de determinados sectores de la juventud ha sido la lucha contra el cambio climático, pese a los negacionismos impulsados por las fuerzas de extrema derecha.

El carácter revolucionario ante estos problemas de gran envergadura se hizo latente en las manifestaciones impulsadas por los jóvenes progresistas de Andalucía, tras las elecciones andaluzas del pasado 2018, en las que la derecha consiguió alzarse con el gobierno de la Junta de Andalucía y la ultraderecha una gran representación.

¿Es necesario castigar a la izquierda?

Podríamos aplaudir ese “espíritu revolucionario” de la juventud progresista manifestado tras las históricas elecciones que supusieron desde un punto de vista político, un cambio de ciclo en nuestra tierra.

Sin embargo, cabría preguntarse cuántos de esos jóvenes confiaron el 2-D en una fuerza política de izquierdas, pues las estadísticas confirman la elevada abstención por parte de la juventud en dichos comicios.

Por lo tanto, en virtud de lo expuesto, podríamos asegurar que la juventud progresista cansada de populismos, corrupción y falsas promesas decidió castigar a la izquierda en aquella cita electoral.

Pero, ¿es esa la forma correcta de castigar a la izquierda?

Actualmente, la comunidad pública universitaria se muestra contraria al Gobierno de la Nación (compuesto por PSOE Y UP). Este hecho se explica por manifestarse a favor de las enmiendas presentadas por ERC al borrador de la nueva Ley de Convivencia Universitaria (LCU), pues el conjunto de rectores de las diferentes Universidades de España se muestra contrarios a las mismas. Estos alegan que las enmiendas eliminan el proceso de mediación y las medidas sustitutivas dejando la ley como un régimen sancionador al igual que era la Ley de 1954, todavía en vigor y aprobada en pleno régimen franquista.

En ese contexto son los propios rectores de numerosas Universidades españolas los que están impulsando la celebración de Asambleas y/o manifestaciones con el objetivo de evitar que esta ley salga adelante.

En la mañana de hoy, como estudiante de la Universidad de Sevilla he tenido la oportunidad de asistir a la convocatoria en dicho centro de la Asamblea General del 18-N para tal efecto. Pero la realidad es que mientras que el sentido común de jóvenes liberales y conservadores, así como el espíritu revolucionario de un sector de la juventud progresista se han hecho eco, la ausencia de una gran parte de la izquierda ha impedido la celebración de dicha Asamblea al no cumplir el quórum necesario.

Probablemente os preguntéis, ¿por qué trasladarlo al ámbito ideológico-político?

La razón es sencilla. En el día de ayer, el PSOE y UP aprobaban la nueva (LCU) con características de la Ley “franquista” contando con el respaldo de determinados grupos parlamentarios de izquierdas. Sin embargo, los tres principales grupos de derechas (PP, VOX y C´s) probablemente con pretensiones de carácter oportunista votaron en contra.

Con estos datos y el populismo que impulsado por la derecha más rancia de nuestro país avanza de manera imparable, ¿alguien piensa que esto beneficia a la izquierda?

Desde mi punto de vista, los jóvenes universitarios de toda España sean cual sea su ideología, pero de forma muy especial los jóvenes de izquierdas deben reavivar el espíritu revolucionario y luchar por sus derechos en el ámbito educativo y universitario.

En definitiva, no creo que la solución de los jóvenes progresistas sea el binomio “urnas vacías-manifestaciones”, sino más bien “manifestaciones-urnas llenas”, porque como dijo en su día el que fuera vicepresidente del Gobierno de España, Alfonso Guerra “A veces el arte está en los críticos. Estos inventan el arte”.