Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Toda la belleza del mundo, de Jaroslav Seifer

Esta obra de lectura serena es de esas que no dejan que uno agarre la siesta de la tarde, dejándola sobre la mesita. Quiero decir que su lectura entusiasma. Y puede decirse que es un poco la historia de los entresijos de su narrador. La de su autor, Jaroslav Seifert (Premio Nobel 1984), contada con elegancia minuciosa. Es libro milagroso, porque no consiente la interrupción de su lectura amena y satisfactoria hasta haberlo terminado. Apasionante en cada uno de sus relatos. No en vano, hace honor a su título expresivo y seductor (pese a que el mundo es más hermoso aún), no es engañoso desde el punto de vista literario, haciendo despertar en el lector o lectora el vehemente anhelo de las nuevas revelaciones que esperan en cada una de sus páginas.

“Toda la belleza del mundo” es la historia contada en trocitos de historias del mismo personaje, que nos va relatando sustanciosos acontecimientos, anécdotas y comportamientos en una época llena de difíciles vicisitudes. En ella se nos retrata la Ciudad de las cien torres, Praga, con las miserias y devociones de la época. Las idas y venidas a un París, emblema y espejo de la cultura europea del siglo XX. Anecdotario psicológico de penalidades que bullen en un discurso realista e insufrible, provocado y acontecido durante la invasión de Praga en la segunda guerra mundial. Escenas escalofriantes de la triste situación vivida en el país checo en esos años de ocupación nazi. Aquí nos deja en forma de cuadros textuales todo ese sufrimiento y miedo durante los bombardeos y abusos de poder, magníficamente retratados en forma de breves relatos testimoniales. Y entre ellos, la vida y los sueños; la incertidumbre y el mundo con sus cosas aborrecibles y admirables, junto a sus proezas humanas en preciosa envoltura de belleza literaria.

No puede decirse de este vasto compendio de relatos que venga sujeto a una voluntad cronológica de su narración. Es evocadora, rememorativa en los hechos de sus episodios. Nos acerca a situaciones y nos aleja en el tiempo, con los mismos y otros personajes del mundo de la cultura checa y parisina. Entre ellos, poetas de renombre, escritores y artistas del teatro en boga de entonces con los que el autor hace vida profesional, entremezclando a su vez, la edad infantil con la precariedad de aquella vida de devastación y llena de necesidades. Abundan estas imágenes con relevante insistencia en la persistente pobreza, provocada, muchas veces o siempre, por el predominante ambiente de entreguerras, tanto por la Primera como por la Segunda Guerra mundial que asoló a Europa y sumió en la pobreza.

No escapa, la forma de compañerismo y participación en las tertulias literarias; desvelando conductas y comportamientos entrañables y anecdóticos de ese recóndito mundo de las corrientes y tendencias de los distintos personajes de la vida cultural centroeuropea. Nos llevará al espacio amoroso de la relación más bella y humana; a veces, salpicada de la más dulce ironía, creándonos un ambiente colorido y poético, lleno de imágenes respetuosas y delicada ensoñación. Con ello, un mundo selecto y variopinto, copado de hermosura a la vez que de llaneza descriptiva sobre los perjuicios sociales de una edad y sociedad reprimida o provinciana, se ha venido diciendo hasta hace poco: “teníamos miedo -dice- de ser vistos por alguien de Zizkov.” Donde nos hará visitar una dramática escena referida a un bombardeo sobre el cementerio judío de esa localidad. Recuerdos que van y vienen de forma discontinua en esplendorosa belleza mediante una relación continuada e indeleble de la inevitable amistad. “Todos están muertos -llega a decirnos en la introducción de una de sus cuatro partes- pero no me pondré a llorar, aunque las lágrimas, según dice Juvenal, representan la parte más hermosa de nuestros sentidos”.

Son trocitos de vida, arrebatadora a veces, subyugada otras, y relatada en breves composiciones que no dejan aburrirse al lector, además de acercarnos a la permanente situación belicista y calamitosa que vivió nuestra Europa reciente, aunque parezca que hiberna; sin embargo, sustantivada en tantos y tantos libros, y éste uno más, que nos la hace casi surrealista, pero habitando en el subconsciente más verosímil de nuestra entrañable historia. Nos guste o no, soñadores. Conocer sus actores y literatura no dejará ningún vacío cavernícola. Saber de su fuerza imaginativa y capacidad, será la mayor belleza que le aportemos a la vida, el mejor acto, capaz de evitarnos la peor de las sorpresas arbitrarias de las que el ser humano nos tiene acostumbrado. “Durante la Primera Guerra Mundial pasamos mucha hambre -nos dice-. Al terminar la guerra, […] comía con gusto y hasta la saciedad”. No son conjeturas ni especulaciones al uso, ni demagogias. Es vívido testimonio que puede hacernos reflexionar ante los excesos innobles, que suelen arrastrar por ignorancia o falta de pedagogía.