Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Un libro abierto entre las manos

Me encuentro con este pequeño tesoro de Francisco Vélez Nieto. Libro que tiene sabor de literatura vieja y sabia, de profundo mensaje, de lector apasionado que sabe interpretar el color de la letra menuda de los diccionarios de anaqueles. Documentado e ilustrado de imágenes de vasto esplendor cinematográfico, portadores de un libro abierto entre las manos. Voces apasionantes que todavía susurran al oído con necesaria sensibilidad la palabra bien dicha. La que sabe por sí sola explicarlo todo. La que hace ostracismo del tiempo que indiscriminadamente, nos hace reos de ajenos proyectos que mutilan nuestra voluntad. Quisiera decir la que nos anula con frívola seducción, hasta aniquilarnos el esfuerzo mínimo de la voluntad más alienadora. Y leo nada más abrir el libro: “Las paredes revestidas de libros cubren gran parte del salón”. Y me imagino ya ese salón lleno de todas las leyendas, convertido en Biblioteca, de aquellas que nos habla Jorge Luís Borges. El hombre que influye para huir en busca de otro y otro libro, de otra lectura para completarnos. Pues este es también uno de esos libros que me recuerda otro, también de Vélez Nieto: “Crónicas literarias”, libro que también invita a lecturas múltiples. A épocas de ilustración completa de grandes clásicos, puede decirse que, los que nos tienen en pie este mundo de alimañas y aminorada sensibilidad. Este nos empuja hacia lo ilustrado que aún nos queda. A las buenas y profundas lecturas. Este es, el mundo de los libros que se deben leer y que ayudan a decir: ¡Adelante!, porque ya somos hombres llenos de humanidad.

Sí, porque el tiempo se nos acaba y no lo hemos logrado. ¡Un paso más! ¡Otro libro! Esto significa que adelanto, que aprendo, que se ensanchan los horizontes de mi instrucción, que voy a ser más hombre y más humano, más sensible, más ancho y profundo, más feliz. Pero también menos ciego. Que cada libro será un hermoso viaje que me abrirá, seguro, nuevos horizontes por el camino de mi porvenir. ¡Qué hermoso es aprender! ¡Y qué útil!, para ser yo mismo uno y para todos. No hay página que no enseñe una cosa nueva cuando se lee este pequeño libro de elevado pensamiento, cuando se lee con atención, abriendo los sentidos a la meditación sobre lo que se ha leído. A la insignificancia de lo que somos y, mirando, ves el mundo. ¿Me sigues? Porque cada libro es un universo, pero el mismo. Y sigues leyendo, y lees, y te dices a sí mismo: ¡adelante!, con el libro abierto entre las manos. Sabiendo por anticipado, que este me abrirá un camino de flores, que no tendrá una sola página que no se haya escrito para abrir mi inteligencia, para que aumente mi cultura, para que se forme mi corazón al calor de su buena y grata lectura.

Un libro más. ¡Otro paso! Otra voz abierta, llamando a las puertas de alguna intranquila sensibilidad, ensanchando el horizonte, buscando otro camino, otra verdad o la verdad que es y llega con el alma abierta para llenarse de luz y generosidad. Esto viene a decirnos, sosegadamente, en el salón de los libros, “Un libro abierto entre las manos”, para todas las manos. ¡Adelante! Un libro más… otro. Y cada uno me conforta dando nuevas ideas. La idea de todo lo que somos. Me parece subir a una elevada eminencia para descubrir nuevos horizontes, sendas por donde pasaron niños descalzos, sendas de gozo, de entusiasmo esperanzado y esperando otro libro, para una nueva jornada de trabajo feliz, sin descansar apenas, ilusionado, sabiendo que en ella se abrirán nuevas y completas esperanzas para llegar a la lectura de otro nuevo libro, porque éste ya me invita a buscar otros, otras manos abiertas, otras lecturas invitando a decir siempre ¡Adelante!, ¡Adelante! Sin parar y en busca de otro libro.

Este libro de francisco Vélez Nieto está plagado de preciosas citas de grandes autores de todos los tiempos. “Quisiera que mi libro fuese, como es el cielo por la noche, toda verdad presente, sin historia”, nos dice una de Juan Ramón Jiménez, sugerente; como esta que no puedo resistir la tentación de dejarla aquí, tan breve y tan nuestra, tan precisa para estos tiempos que alumbran, de Santa Teresa de Jesús: “Lee y conducirás, no leas y serás conducido”. Y quiero dejar esta que no viene en el libro porque es mía, pero que viene a cuento y dice: “Un pueblo culto, jamás será un pueblo fracasado”.  Y os dejo con esta ardiente y entusiasta apología de la lectura amena, disertación motivada por ese razonamiento necesario que hace entendernos un poco mejor leyendo un libro más, y no ser devorado, consumido como objeto de masas.