Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

“Pura raza”, novela de entresijos novedosos de nuestras guerras íntimas

Huele a papel fresco todavía esta novela de Francisco Núñez Roldán, (Algaida 2018), situándonos con estrategia demoledora en la Playa de la Concha en San Sebastián. En el fin de la II guerra mundial. Ahí nos presenta el escenario y sus curiosos personajes belicistas de la confrontación, que han “tomado arena y agua, más que tierra”, con su bimotor Heinkel 111 y la correspondiente esvástica nazi y sin combustible. Pero este es solo el final. Seguidamente nos retrocede, poniéndonos en el filo mismo del naufragio bélico que hará estremecer el mundo, con sus debates de aliados e intereses nacionalistas, no menos esvásticos unos que otros y que éstos. Nos va moviendo con rigor histórico documentado, embebidos por las persecuciones de ambas contiendas y mismos fines de poder y guerra. Por la curiosa simpatía de embajadores y mariscales y españoles refugiados en Francia, con el poder nazi, luciendo sus brillantes botas, “desfilan por los lugares más vistosos”. Nos desvela esta obra una exposición del exhibicionismo del poderío invasor por las calles de Bayona, y con ternura sutil nos advierte: “Pero son invasores, no lo olvides”.

Afloran los ecos de añoranza castiza sin olvidar que estamos en la frontera pirenaica con extenso despliegue de espionaje. Donde como dirá Diógenes, el griego, hay tantos, que no queda un solo hueco donde ocultar un saco de trigo. Pero tampoco lo había. Con no poca pericia sorprenden personajes y fondo de diálogo intenso, dentro de las adversidades que entretejen la vida de la gente y sus peligros de paso entre fronteras. Sugerentes e intrigantes van discurriendo por comprometidas situaciones y serias controversias. Riesgos de una época que no escatima pudor habilidoso e intereses en una hilatura de nacionalismo vasco, esperando el favor por afinidad y simpatía del recién llegado invasor con su programa de la unificación de los pueblos de Europa. Es solo una cuestión de conceptos que nos dejan intranquilos: porque “¿vosotros creéis que es sólo cuestión de raza pura?”, y uno se queda perplejo y sólo con ganas de seguir leyendo en esa inquietud de sincero desenlace. Sin contar los años que nos deja la vida para verlo todo y cada cosa en su sitio, con leve sugerencia de clandestinidad.                      

De forma lineal y progresiva estructura, avanzamos por el imponente fango de la ocupación, parándose en líneas fronterizas, con la escabrosa situación del que huye de parte a parte, salvando como mejor puede la piel y seguir adelante, porque “tiene derecho a la desconfianza y al miedo”. Es la persecución del drama a que estuvo expuesta esta triste Europa a la que pertenecemos y cuyo triste paisaje no se para de ver. Dos personajes clave, Josu y Fernando, amigos por naturaleza y enemigos, por la imposición de bandos, abrevian la razón humana, la única razón que motiva el vivir. El sentido humano de la amistad. Nos acercan con asombrosos detalles, casi líricos, a la represión instituida por el recién instaurado régimen del fascismo incivil. No falta el colaboracionismo interesado por parte de unos, en exceso poder y de otros, por ganar la anhelada independencia. Cosas de guerra y patriotismo o visón sólo política de siempre. Y uno se dice: ¡qué claridad, cuando se leen los libros viendo el fondo de adonde no llegamos! Y eso es, “crearíamos un país leal al Reich si consiguiéramos lo que ellos llamarían independencia” ¿Sólo eso? Y agradecimientos. Uno se acostumbra, leyendo esta novela histórica a la España del desentendimiento, pero a su vez a la historia, al mundo constructivo y severo, cada día más manipulado. Más pobre de espíritu. Se salva quien puede y se ayuda a pasar al caído del aire, para eso está la complicidad necesaria. No falta la publicidad subjetiva, interesada, filmada de lo que a cada uno interesa exponer, con la falseada realidad. Suena la clarísima venganza: “Nos ha invadido demasiado”. El odio de los hombres es tan grande que no puede reprimirse. Aunque haya su aventura de amor, como dudoso planteamiento del futuro matrimonial.

Inquietante descripción de cómo es anulado el poder de un pastor alemán, porque era ley de vida. Sin ruido, sin aspavientos. “-Josu -jadea Fernando-, al caserío. Al mío. Es el refugio más cercano”. Los libros hacen sabios a los pueblos. Abren los ojos y ayudan a salvar a la gente, aunque sean aviadores y un tráfico de alto riesgo. Pero este no es el proyecto del Reich, tan claro, que asustaría al más incrédulo. Muchos quedan por el camino. Y empiezan los declives, empezamos a ver la claridad y “La población -los que al fin lo dan todo- les ayuda más cada vez, en una eficaz muestra de apoyo a los aliados”. Pero ya conocemos este desenlace. Y aquí me remito a ¡Indignaos!, de Stephen Hessel. “Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica”. La actividad diplomática está prácticamente ociosa, bueno, como siempre, mientras llegan los males o los asesinatos. El vandalismo, el hambre tras el desempleo, la otra inquisición. Nos hemos plantado y, aquí estamos, aunque parezca que están todas las luces apagadas, ante el invasor. Sería sorprendente el concepto de reparto que podría reivindicar cada país, ateniéndose a las ocupaciones imperiales, de tiempos en que se era tierra de nadie. “Un desastre. ¿Te imaginas, Peter?”. Me impresionan estos diálogos descriptivos. “-Pero, pero, Sir, perdóneme, pero eso me atrevo a decir que es inmoral, sencillamente inmoral…”. En política, lo vemos cada día.

Y nos deja de nuevo, donde empezamos, pensativos. Mirándonos y mirando el avión caído, movido ahora por el fuerte oleaje de las aguas, que crecen hacia la pleamar. En la séptima entrada que la rae da a la palabra revolución. Y digo a Mary, con el libro en la mano, ¿sabes qué triunfa en esta obra? No -me contesta-, ¿qué es? Te lo diría de buena gana… pero prefiero que lo leas.