Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Ellos y ellas lo dieron todo

No quería dejarme pasar este año. Éste nefasto año de 2020, sin dedicar unas necesarias palabras de recuerdo y estima, a esa generación que lo dio todo a este país con su esfuerzo y trabajo; y yéndose antes de tiempo, antes del lógico determinante, por imperativo de aún no se sabe qué, y sin tener  a su lado, muchísimas veces, ni siquiera la mirada de un ser querido, o su brazo, para apoyarse y caminar hacia el jardín del reposo eterno. Q. D. E. P. por los méritos que consagraron a este soñado proyecto que todo hombre y toda mujer anhela, cuando abre los ojos y asume el entrañable ensueño de las felicidades y la responsabilidad caótica que encierra el destino, sometido a la desdeñada vida, muchas veces validada por la depredadora manipulación.

Ellos y ellas fueron quiénes lo dieron todo. Hasta nos enseñaron a tener ilusión, a soñar, con su ejemplo y tenacidad. Sabían querer sin decirlo y enseñaban, sin haber ido al colegio ni saber nada sobre las cuatro reglas. ¡Pero qué gente! Cuando te miraban, su mirada era sincera, y si te daban una palabra, ésta, cumplía la ética firme y eficiente de un contrato firmado ante notario. La plenitud humana, conocedora de las penurias más bárbaras y crueles, tras una postguerra y encontrándose con un país derruido y sumido en la más absoluta de las miserias; ausente de libertades y canales para expresarse en lo más mínimo y necesario (qué poco se sabe hoy, de lo que es carecer de libertad; cuídenla). No tenían opciones; pero muchos han tenido además, en sus finales, la fatídica desdicha de sentirse solos, sin tener a su lado la mirada y el cariño merecido que ellos y ellas dieron.

Una generación queda por medio, la que los vieron. Y gran parte de la que hoy quiere cambiar el mundo, y quizá sea necesario hacerlo en el amor verdadero, y sin destruir el idioma por las redes sociales y hablando de ecología, mientras llenan de plástico y otras basuras los mares y los jardines. No son todos, afortunadamente. Pero sí muchos. Muchísimos, los que aún son culturalmente negacionistas y van soltando lodo por todas partes. Observen cómo quedan las calles tras una noche cualquiera.

Y no quiero escapar sin dedicar un ramillete de cariño y admiración a su generación de nietos/as y biznietos/tas. A esa generación que aún no ha superado los catorce años, y que por su edad, no es consciente de la realidad que se les avecina. Esa que miro detalladamente, cuando paso junto al colegio donde dediqué muchas horas de mi tiempo, ayudando en lo que podía, intentando aportar mejoras al sistema educativo, a la sociedad, mientras que por arriba, se creaba la disparidad del sistema más completamente desigual y desinformado de todos los tiempos que conozco. Todos se lamentan, ¿qué pasa? Y sin visos de una unificación objetiva y cualitativa (ya vamos por la octava reforma). La media de una cada cinco años. Creo que no merecemos esta desigualdad o mezcolanza cultural en la educación. Pues no somos con ello, nada edificantes. Y confieso, mi preocupación por las dudas sobre el hecho de no haber ido al colegio (que es mi única pena), pues quién sabe si habría aprendido a odiar los libros, en lugar de amarlos con verdadera motivación. Hay que enseñar a amar la cultura en los padres y en los hijos, por tradición. Ese es el futuro imparcial. Pero éste tiene ojos para ver que sería el fracaso del poder político y la explotación empresarial, que van parejas. Ya que, ello conduciría inexcusablemente al templo de la sensibilidad colectiva más noble y ecuánime, y ¡qué primor! Con la venia de sus señorías.

Hablaba de esa generación de los pequeños, que observo con detalle, mientras veo con asombro, el mundo que dejamos para ellos, (y no sólo por la deuda económica que le vamos a dejar, sino por la precaria situación del futuro laboral, pese a las tecnologías, que, mal administradas, representan una mayor precariedad para el futuro del trabajo). Pero que, ahora, disciplinadamente, viene asumiendo la responsabilidad más estricta en los protocolos de llevar puesta sus mascarillas anticovid con la mayor naturalidad, protegiendo y protegiéndose de los contagios del bicho. ¡Qué preciosidad de niños y niñas! Cómo juegan, ¿os habéis fijado?, con qué respeto se han hecho cargo de esa recomendada seriedad de protección, mientras muchísimos mayores se la están pasando por el forro de sus fiestones, tirando por la borda todo el esfuerzo de los demás. Y además, aquellos, llegando a casa con 7 nueves de sobresalientes, un 8 de notable y un 10; y para ornato en “Observaciones: una ¡¡Enhorabuena!! Ahora toca disfrutar de las merecidas vacaciones. ¡¡Qué buen trabajo, qué buena actitud!! Excelente en todos los sentidos. ¡Feliz año Nuevo!”

Sólo falta estampar la firma de su profesora y el sello del colegio. Qué orgullo para unas navidades y un fin de año, que todos sabemos cómo están transcurriendo, lamentablemente en cada casa y, por distintos factores. Salud, y sigan cuidándose, que esto no ha terminado todavía.