Fue una violación. Me causa pesadumbre que la ley diga que no es sino un abuso. Fue una violación, pero la sentencia… Cada vez que hay una que no comprendo o que me parece fuera de lugar, me acuerdo de la anécdota que leí en el libro Habla, si quieres que te conozca de Ramón Grande del Brío, en el que señala «casos de perversión lingüísticos» en el ámbito de lo judicial. Grande del Brío exponía que en una vista oral, algunos testigos dijeron que el acusado había empleado un palo para agredir a la víctima, mientras que otros mencionaron el uso de una vara; en efecto, usted que me lee ahora mismo está pensando que son palabras sinónimas, pero la fiscal no dudó en razonar que, al ser palabras distintas, se producía una contradicción en las declaraciones de los testigos. Sí, una vara es un palo y un tipo de palo es una vara, no hay que darle más vueltas. Sirva este ejemplo para indicar que en muchas ocasiones quienes participan en la Justicia (abogacía, fiscalía, etc.) no escatiman recursos en determinar qué palabras refieren un hecho. Lo repito: lo que hicieron los cinco tipos de la denominada Manada fue una violación, pero la sentencia afirma que fue un abuso. Por eso, como me parece fuera de lugar, me pregunto cuánto tiempo se habrá perdido en considerar qué palabra era la adecuada y en qué punto debió estipularse que era abuso para que los jueces lo estimasen así, mientras para los que estábamos fuera de la sala nos crispábamos con el enfoque de culpabilidad que se hizo de la vida de la víctima. Olvidamos que, pese a lo injusta que es la sentencia y el flaco favor que se le hace a la mujer, el abogado de la Manada ha realizado su trabajo. Otra cuestión es su conciencia, pero cada quien carga con la suya; y no creo que merezca desprecio por ello, como tampoco lo merece el Ministro de Justicia, que no pinta nada en esta historia. Dirigirse hacia cualquiera de ellos dos, con pedida de dimisiones incluida, nos lleva a desviar la atención de los culpables de haberse saltado la ley y de haberse ganado el insulto de toda España: esos cinco monstruos con piel humana, de cuyos nombres no quiero acordarme.
Ojalá esta rabia llegue también a las otras manadas que están siendo juzgadas y que se van a juzgar, para que no haya manadas ni violadores de primera y de segunda y, por consiguiente, víctimas de primera y de segunda. Estas últimas, todas, merecen nuestro apoyo. Ninguna sentencia debería ser ajena a ello.