Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Curso de latín para principiantes de Francisco J. Cabrera

Hace un par de meses se publicó la noticia de que en la Universidad de Oxford se planteaban la modificación del saludo en latín, para que este idioma se adaptara a los tiempos, en alusión a la moda de hacer referencia a las personas que no se consideran hombre ni mujer; sin entrar en otras consideraciones que nos alejen de lo puramente idiomático, es curioso que se siga dando vida a la lengua latina. De todos modos, hay adagios, dichos o, simplemente, secuencias en latín que, aunque alguien esté hablando en italiano, catalán o inglés, se mantienen en la lengua originaria y que no deja de ser como un lugar común en el que mirarse con agradecimiento.

Curso de latín para principiantes (2024) de Francisco J. Cabrera García, publicado en la editorial Nazarí, recoge 24 relatos, organizados según los casos latinos (nominativo, vocativo, acusativo, etc.), en los que cada uno se relaciona con una o más expresiones latinas. Los relatos son de temática diversa, lo que permite la variedad de estilo y de asunto; y lo cierto es que es la aparición de las expresiones latinas lo que les une. Cabrera García emplea tanto expresiones conocidas (rara avis, vox populi, dixi, etc.) como otras que no lo son, y en todas anota a pie de página su traducción y alguna información más; siempre agradezco que aparezcan notas a pie, sobre todo, con la finalidad con la que las introduce el autor. Por ejemplo, transcribo la siguiente, referida a Ubi nihil timetur, quod timetur nascitur:

«Donde no se teme nada, surge lo que se teme». Sentencia de formulación paradójica, que parece avisarnos del exceso de confianza y del descuido que conlleva. Pretende que estemos alerta, pero si nos atenemos a la nota precedente, qué podríamos evitar.

Por cierto, se halla en el relato final, «Últimas voluntades. Epitafios para boomers», en el que se trata el tema de la muerte, uno de los mejores relatos del libro, que, dicho sea de paso, comienza con un magnífico prefacio, cuya incitación a la lectura es acertadísima: «Cómprese un manual». Pues el que nos ofrece los relatos de Cabrera García es entretenido y, por qué no, práctico.

Quisiera acabar con alguna sentencia latina y solamente se me ocurre aquella de San Agustín de tolle, lege... Como no sé si es apropiada, contaré que el mes pasado fui al dentista, quien, al explicarme una de las soluciones a un problema bucal, dijo que «con esto el asunto se resolvería in aeternam». Porque al latín se le sigue dando vida.