Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La sociedad ensimismada

Si quieres ver en acción a la criatura más parecida a un “gremlin” mojado, prueba a quitarle el móvil al adolescente de Secundaria que lo está utilizando en clase. Pese a la prohibición vigente en todo el Instituto y las repetidas advertencias del profesor.

Si quieres conocer el significado exacto del término “Credulidad” escucha atentamente las explicaciones de ese padre, esa madre, justificando la acción tras ser informado de que su retoño se ha pasado por el forro todas las normas de convivencia del Centro.

Son dos ejemplos de andar por casa, pero convertidos en parámetros sociales ayudan a comprender comportamientos colectivos a primera vista ilógicos.

Si deseas una Sociedad Agresiva, sacando lo peor de sí misma como el adolescente del móvil, abónala todos los días con odio y señálale un culpable.

Si quieres encontrar el equivalente a la respuesta paterna dando coartada a lo injustificable, observa cómo una vez entronizado un grupo social o una ideología en la categoría de "odiosa", la inquina contra ella florecerá por todas partes. Siempre de la mano de excusas echándole la culpa de todos los males. Es “el Otro”. Siempre hay un otro.

En Occidente el Poder lleva siglos aplicando un estricto control de mentalidades amparado en su dominio económico y el impagable colaboracionismo de las estructuras religiosas. En su servilismo son capaces de inculcar a los seguidores sentido de obediencia ciega mientras señalan el enemigo a batir.

No perdamos de vista el dato, ese trabajo en la sombra, huyendo del foco, de movimientos ultrarreligiosos como las iglesias evangélicas protestantes o las sectas católicas tipo Kikos, Hazte Oír, Opus... para comprender una de las claves de la eclosión del pensamiento totalitario conservador que en estos tiempos recorre Europa y América.

Ninguna de las propuestas de estos grupos, por nimia que a primera vista parezca, es gratuita. No dan puntada sin hilo. Por ello quieren que olvidemos nuestra Historia (de ahí tanta inquina a la titubeante Ley de Memoria Histórica hispana) y así poder imponernos la suya.

Su modelo: esa visión hagiográfica que se recrea haciendo santos y recontando una y otra vez a los sacerdotes fusilados en la guerra civil mientras niegan pan, sal y entierro digno a las víctimas republicanas, aunque en número multiplicasen por 15 o 20 a las de los vencedores.

Por ello nos conviene tener presente que sólo cuando desde abajo se ha cuestionado el mensaje hegemónico oficial ha estallado un fogonazo de luz (Ilustración, movimiento socialista utópico, anarquista, marxista, revolución francesa, rusa...) y los pisoteados han avanzado en derechos.

Cuando la tensión social decae, cuando las contestaciones a las políticas austericidas decrecen o las contradicciones y errores internos debilitan, la sociedad piramidal con los inmensos privilegios de una minoría sostenidos por una amplia mayoría -no solo resignada sino además defensora de los intereses de quien la explota- ocupa todo el campo de juego político.

Como acertadamente resumía una viñeta:” Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más españoles y mucho españoles”. Los explotados desarrollan ante el Poder el síndrome “jornalero de los Santos Inocentes”, versión hispana del de Estocolmo.

Al interiorizar el discurso dominante las jornadas eternas, precarización laboral, imposibilidad de hacer compatible trabajo y vida familiar, los salarios de miseria... se convierten en fenómenos caídos del cielo imposibles de revertir o una cuestión de azar, no el resultado de la lógica de explotación canalla.

Si le compras al dueño del cotarro el cuento de que la lucha de clases ha sido superada, que la pertenencia sentimental a una “nación” elimina por sí sola las atroces desigualdades o que es una antigualla ideológica del marxismo rancio, estudiar a la clase explotadora y trabajar para organizar a los explotados, olvidas que ellos, los Trump, Bolsonaro, Abascal, Orban, Casado, Kaczynski sí tienen muy claro cuál es el contrincante .

Por eso pronuncian, con esa mezcla de odio/asco, las palabras “socialistas-comunistas” mientras legislan (Brasil, Polonia) o aspiran a hacerlo para reprimir o ilegalizar. No por el peligro que ahora pueda representar un pensamiento político cuarteado y en reflujo sino por la carga simbólica que implica tener sectores organizados manteniendo la bandera de lucha y resistencia.

La pretensión de retornar a las raíces, a esa Arcadia feliz en la que los niños visten de azul y las niñas de rosa, con roles marcados y previsibles es una falacia desde la primera palabra del enunciado. Apelan a la uniformidad para hacernos olvidar que la sociedad española se unificó desde la exclusión y que el “a Dios rogando” fue precedido del “con el mazo dando”. Siempre extirpando al heterodoxo, la contestación, la cosmovisión diferente fuese judía, protestante, musulmana, ilustrada, liberal..

Para que mi homónimo Juan de Ribera, arzobispo y virrey de Valencia a principios del XVII llegase a beato en el XVIII y a santo en el XX, previamente tuvo que hacer méritos expulsando moriscos.

Ocultan interesadamente que en la Historia hispana la hegemonía ideológica no la lograron desde la argumentación y el convencimiento del contrario, sino desde la persecución y anulación por exterminio. Desde el machaque que no admitía réplica.

Y ese fondo, ese magma donde convergen intereses de clase dominante y sumisión de un sector nada desdeñable de capas populares de este país explica los extraños alineamientos a lo largo de nuestra historia.

Del "vivan las cadenas" del absolutismo fernandino al "viva Cristo Rey" del campesino carlista, del cura trabucaire al somatén catalán de barretina y alpargata presto a salvaguardar el orden social. Porque removiendo la sociedad siempre terminan saliendo a la superficie posos de oscurantismo. El PP de Aznar y Casado, el Vox del franquismo sin complejos son epígonos en el siglo XXI de las ideas generadas por el Conservadurismo patrio desde el XIX. 

Nuestro reto, si realmente creemos que somos mayoría los damnificados del actual Orden, es contrarrestar la audiencia que estos mensajes en su simpleza de bueno/ malos, blanco/ negro, patriotas/ antiespañoles, consiguen en amplias capas. Revertir la propaganda de la asepsia para señalar que detrás de un cierre empresarial para deslocalizar la factoría rentable, del inmigrante hacinado en campos de plástico por un puñado de euros, del despedido para no hacerle un contrato en condiciones... siempre hay un explotador que consigue mantenerse sin contestación porque logra pelear a unos pobres contra otros y hacer invisible que en él está el origen de los problemas.

Fijemos como propósito de año nuevo desempolvar con urgencia conceptos de lucha de clase postergados en nuestros planteamientos. 

El Capitalismo debería levantar en todas las plazas públicas monumentos al inventor del móvil. El aparato sintetiza como nadie la metáfora de la sociedad ideal que preconiza: personas que ocupan su atención en sí mismas aislándose de su entorno.

El Movimiento Obrero se forjó en el diálogo, la tertulia en los cafés, el cansancio compartido de tajos y talleres. Por ello es esencial reformular algunos esquemas de lucha.

Estamos en un entorno político dispuesto a difuminar la lacra de la violencia contra la mujer englobándola en un supuesto teórico general en el que aparezcan los hombres, o a poco que nos descuidemos, capaz de crear la figura del cura pederasta agredido sexualmente por niños abusados para denunciar anticlericalismo. El mundo al revés.

Aunque en un hábitat dispuesto a creer sin titubear el embarazo de una virgen por un espíritu previo anuncio de un ser sin sexo y con alas, todo es posible.

Lo que nos debería poner en guardia y no secundar las alucinaciones de quienes desean una sociedad ensimismada.

Ellos hablan, planifican y conspiran. ¿Nosotros nos confirmamos con debatir sobre el sexo de los ángeles o centramos el objetivo en solucionar nuestros problemas  y tratar de conocer, para ayudar a superarlos, los de nuestros convecinos?

Ojalá que en este 2019 tengamos lucidez para fijar con claridad los objetivos políticos que hagan de las Izquierdas confluyentes un instrumento útil a la Ciudadanía que no se resigna y no nos enredemos en luchas estériles.

Tarea a la que dedicarnos hay de sobra y siempre es preferible dar la batalla que se pierde a quedarse en el rincón lamiéndose las heridas, reales o imaginarias.

Sin olvidar nunca que el que cava a mi lado en la trinchera no es el enemigo y que argumentos para rebatir los posicionamientos ultras tenemos de sobra.