En la antigua Roma existía una condena a muerte, la “Damnatio ad fieras” en la que al sentenciado lo arrojaban a los leones para que los felinos diesen buena cuenta de él.
Tras leer a posteriori (1) el fragmento de la entrevista de Évole a la hasta ayer mandamás de Vox, hoy cuasi ninfa del carnaval Macarena Olona lo primero que se me vino a la cabeza fue un “Niño, ya están echando tu memoria otra vez a los leones. Todo sea por el circo”.
En ella te calificó, queridísimo y añorado Julio, como “uno de mis grandes referentes políticos” (sic).
¡Lo que hubiera dado por haberte podido escuchar dándome la opinión que sus palabras te merecían! Con la socarronería y el humor que destilabas en los espacios cortos y lo poco que te gustaba el baboseo y el manoseo fijo que hubieses sacado punta a la admiración que te profesan algunas ultras.
Y eso que lo dejaste clarito en el vídeo que grabamos en tu casa, noviembre de 2019, precisamente para frenar el intento de apropiación de tu figura que la extrema derecha estaba realizando (Declaraciones de Julio Anguita sobre la Extrema Derecha).
Pero ya se sabe que no hay peor sordo que el que no quiere oír y en esa lectura gramsciana sobre hegemonía ideológica (el Poder la realiza perfectamente) uno de los movimientos básicos es que sus marionetas amplíen la base neutralizando el discurso alternativo o cuando no podían como era tu caso, intentando hacerlo suyo.
Parafraseando la frase formulada por Philip Henry Sheridan (1831-1888), comandante en jefe del ejército estadounidense durante la sangrienta campaña llevada a cabo en el invierno de 1869 para someter a los indios kiowa (“El mejor indio es el indio muerto”), pareciera que el mejor comunista es el comunista muerto pues en ese terreno no corren el peligro de sufrir la réplica dialéctica en la que dabas lo mejor de tu pensamiento.
Y ese pensamiento de Unidad alrededor de un Programa de mínimos (aunque hubiese que repetir tres veces la palabra para que se enterasen los compañeros duros de oído) pero realizable, sin renuncias a las líneas rojas de nuestra identidad y con las únicas armas de la persuasión, el trabajo y el razonamiento, sigue en vigor y la situación actual lo hace más necesario que nunca.
Por eso el 3 de mayo de 2020, unas semanas antes de tu muerte y en plena pandemia publicamos el Manifiesto El Hoy y el Mañana: Razones para nuestro Compromiso. Luego te encargaste de hacer visible el mensaje con una intervención de vídeo grabado desde la precariedad y la militancia ( Vídeo-Presentación del Manifiesto).
En el texto avisábamos de lo que nos esperaba a la vuelta de la esquina:
“…Esta pandemia que el mundo sufre, ha hecho florecer en nuestro país junto con la entrega, el altruismo y sentido de la responsabilidad de la mayoría social, una peculiaridad hispana en forma de enfermedad política oportunista: el discurso de odio guerracivilista generado por los responsables máximos de las organizaciones de Derechas. Para desgracia de nuestra Patria no es cosa nueva. Encarna el odio atávico a las clases populares, al movimiento obrero y al pensamiento libre. Y todo ello ha tenido como expresión la imposición de un patriarcado anulador de los derechos de la mujer, el clericalismo más rancio y el llamado “franquismo sociológico”, magma ideológico-social muy anterior al dictador, pero que se materializó en torno a su persona. La injuria zafia, la simpleza de sus propuestas y los bulos, en cuya difusión siguen a rajatabla las tesis del aparato de propaganda nazi. Sus objetivos son crear confusión, potenciar los prejuicios contra el “otro”, el “rojo”, “el homosexual”, “la mujer “o “el inmigrante”. Pero sobre todo, el objetivo máximo es perpetuar los privilegios sociales y económicos del estatus que los dirige...”
Y en ese escenario nos encontramos hoy. Por ello se hace más necesario que nunca no bajar la guardia y recordar que la mejor forma de mantenerte presente no es elevándote a los altares que odiabas ni despiezar tus escritos para coger lo que nos interesa, ni reducirte a una cara en una camiseta o en una taza de café ( ¡lo que hubiera soltado esa boquita al verla!).
La mejor forma es coger por los cuernos el toro de lo cotidiano y hacer un análisis de la realidad sin miedo, pero también sin autoengaños.
Y eso se consigue desde el estudio riguroso, nunca de la simplificación, estableciendo bien nuestras prioridades y dejando de una puñetera vez - como gustabas decir-el carnet en la puerta de la reunión para entrar en la sala sin colores partidarios y con propuestas válidas.
Es la forma de afrontar con dignidad los retos que se nos vienen encima. Y tener alguna esperanza de encontrar salidas desde nuestra visión, desde nuestro campo. De evitar entrar en pánico ante la manipulación informativa que siempre nos perseguirá. Sólo los muy ilusos pueden creer que el Capital, dueño y señor de todos los medios de (des)información, permitirá crecer a una alternativa que haga peligrar, aunque sea mínimamente sus intereses.
Termino. Semanas antes del programa en la Sexta también hubo una referencia a ti, pero muy distinta por el tono y forma. La realizó en la Gala de los premios Goya Antonio de la Torre recogiendo el “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen “con el que nos golpeaste aquel infausto día de abril de 2003 (siempre recordaré amargamente el impacto de una noticia que me pilló con Carmen, Paco, Luis y Miguel en una excursión con alumnos por Valencia y el “Niño lo único que puedo decirte es que no sé qué decirte” al llamarte).
En estos tiempos que corren una buena manera de reivindicarte es dejar de mirar el dedo para centrarnos en las estrellas y que el “¡No a la Guerra!” empiece a ser también un factor básico y central de nuestro discurso político.
El título de esta reflexión parte de tu “Queredme menos y votadme más”. Lo del voto si eso lo dejamos para otro día, pero lo del querer es bueno tenerlo claro. Que hay amores que matan. Por muy maquillados que vengan tras pasar por la peluquería televisiva.
(1) Lo siento, seré muy dogmático pero por sanas que sean las intenciones del entrevistador me niego a colaborar- ni como espectador pasivo- en el blanqueo del Neofranquismo-nazismo por mucho que se empeñen los dueños de los medios de difusión ideológica.