Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El jefe de bomberos

José Antonio Rodríguez

Fue el expresidente Aznar quien lanzó la retórica imagen, “no se puede poner al pirómano a apagar el fuego”, referida al presidente de Gobierno Rodríguez Zapatero. Con ella, por una parte le atribuye ser el causante del fuego, es decir, de la crítica situación económica y financiera por la que atraviesa España y por otra afirma que esto, a su vez, lo descalifica para conducir al país hasta la solución.

Esta idea que cuajó en un sector de la derecha política, tal vez el menos moderado, (que de todo hay y debe haber en las ideologías, bien mires a la derecha o a la izquierda); es, sin embargo, notoriamente errónea porque el señalado pirómano no lo es en realidad. El fuego fue de otra autoría, estuvo evidentemente provocado por actuantes ajenos a él, extendiéndose por todo el mundo. Pero siendo falso que sea el ejecutante del incendio lo cierto, sin duda, es que su cargo y responsabilidad en él, es la de jefe de bomberos de la demarcación española. Precisamente en este cometido se le puede reprochar actuar de forma absolutamente equivocada, no ya en la misión prácticamente imposible de sofocar el incendio, sino para reducir sus efectos y que la destrucción fuese la menor posible. Porque, con patente falta de previsión no supo ver la verdadera magnitud de la amenaza, improvisando intentó articular medidas contradictorias que resultaron claramente ineficaces y en consecuencia, administró derrochando los medios que le habían sido confiados. El resultado es que los estragos causados, las cenizas, lo tachan de inadecuado para gestionar lo público en circunstancias de dificultad.

Así, en el último momento, ante el desastre sus superiores tuvieron que encubiertamente desautorizarlo y dictarle las órdenes de cómo gobernar el territorio de su competencia, para evitar que las llamas lo calcinaran totalmente y se extendieran descontroladas a otros.

Ahora, arrogándose el protagonismo en las órdenes impuestas y que nunca hubiera querido cumplir, el desacreditado jefe de bomberos solicita para sí o su sucesor y en todo caso para sus colaboradores, subjefes de ámbito regional y municipal, (supongo, que como un premio a la obsecuencia de estos ante la desolación), la reelección en sus cargos. Debiendo estar necesariamente, para ello, entre los electores las víctimas del siniestro; que han quedado en las situaciones de desempleados, incursos en ejecuciones judiciales o administrativas por involuntarios impagos, empresas quebradas, funcionarios con reducción de remuneraciones, pensionistas sin periódica actualización de la pensión, en suma, múltiples esperanzas rotas. Solicitud, no obstante, legitima la suya revestida de borrón y cuenta nueva.

Pero, ¿quién? si la reelección aconteciese no se sentirá intranquilo, inseguro y ¿quién?, con desasosiego y desconfianza dejará de otear el horizonte, temeroso de descubrir el humo delator de un fuego que reavivado, acabe con lo que queda del bienestar y hacienda de todos.

José Antonio RodríguezLicenciado en Derecho. Asesor jurídico.

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