Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

DESENCANTO

Es un implacable y fatídico paralelismo estadístico, cuanto más empeora la fisonomía de la coyuntura económica más aumenta el desencanto ciudadano con la política y los políticos.  Pero esto no es aplicable, sin embargo, por igual a todos los partidos sino que hay diferencias significativas, de rechazo y desgaste, que afectan sólo a los dos que configuran el bipartidismo gobernante institucionalizado.

Obviedad, rayana en perogrullada, es que al PP apunta la decepción tintada de frustración, de gran parte de los votantes que lo apoyaron el 20 de noviembre del 2011, (en un año ha perdido 13 puntos en la intención de voto). Las motivaciones de éstos son tan múltiples como lo son las medidas de ajuste y austeridad que casi cotidianamente publica el B.O.E., Y todas, (tal que de otro concepto dijo un visionario), discutidas y discutibles; aunque igualmente, salvo mayor desastre, forzosas e inaplazables. También es meridiano que el Gobierno popular tiene plena consciencia de la impopularidad de las llamadas restricciones, y un simple cálculo de oportunismo electoral arroja el categórico consejo de no adoptarlas, pero al alimón tiene muy presente que el pasado de onírica inactividad del que fue gobierno socialista, desembocó en el alto grado de deterioro del Estado y en el desvencijamiento del mismo PSOE. Así que, sea por una cierta relajación en las necesidades de financiación, o por la convicción de que la combinación entre los efectos de las decisiones asumidas y la lejanía del horizonte temporal hasta las próximas elecciones generales; es suficiente para que la economía patria remonte y con ella los índices de popularidad. Hoy por hoy no hay fragmentaciones ni obstáculos para su uniforme propósito de restructurar el conjunto del Estado, hasta hacerlo económicamente sostenible.

Sorprendentemente al otro protagonista en la alternancia bipartidista, al PSOE, no aprovecha el desgaste del partido en el Gobierno y también padece en las urnas el desapego, cuando no el desdén, de los votantes. Tal vez porque son conscientes de que prioritariamente persigue, con obcecación, el empeño particular de demostrar la perversidad antisocial de la derecha pero casi sin otro apoyo argumental que la insuficiente, tradicional y poco convincente tesis, trivial, de la supuesta abyecta naturaleza nominal de ésta; posponiendo, como secundaria, la creación, desarrollo, explicación y defensa de un hipotético responsable proyecto social, de índole alternativa al del PP. En su lugar desdeñan la sensatez colectiva proponiendo fantásticos planes de funambulismo, ora en lo económico, ora en lo político-territorial. Cabría decir de los socialistas que en este adverso contexto, en ausencia de toda propuesta factible, con irrestricta frivolidad, y a riesgo cierto de caer en el cinismo; se limitan a culpar de forma recurrente a los gobiernos del PP, de cualquier ámbito territorial, de la endeudada, deficitaria y desempleada realidad española. Exculpándose, de manera voluntarista, con un prediseñado argumentario que sus propios antecedentes gubernativos hacen incongruente o imposible.

Y es que el obsesivo afán de los socialistas españoles parece que se centrara, antes que en cualquier otra cosa, en plantear controversias para disentir del Gobierno, como si el consenso les lesionase (en la memoria están los fallidos pactos por la estabilidad presupuestaria y el básico para la suspensión de los desahucios). Dedicándose, por el contrario, con obcecación, a la equivocada estrategia de por una parte, atribuirle, insistentemente, el desastre económico contemporáneo. Tal que a ellos, éste, les fuese ajeno y no trajese parte de causa en la acción gubernativa que determinaron durante los últimos ocho años; y por otra, a imputarle la cruel inclinación de torturar al ciudadano con una infundada e inacabable andanada de restricciones que califican de innecesarias. De esta manera no asumen responsabilidades por la extraviada gestión financiera que consumaron, ni reconocen la emergencia sobrevenida de su administración. Rechazando, al fin, hacer un serio e inexcusable ejercicio regenerativo de expiación, que los lleve a un imprescindible debate congresual extraordinario y al relevo de su estigmatizada cúpula directiva. De presente, encastillada en la resistencia pasiva.

La consecuencia inmediata para el PSOE, aparte la abstención, es la apostasía de sus partidarios, que migran hacia la izquierda que está a su izquierda. Ésta es la beneficiada políticamente del desencanto con la socialdemocracia. Porque, pese a sus idealizadas e ideales propuestas (posiblemente poco realistas por discordes con el moderno entorno internacional) fundadas en una retrograda y superada dialéctica socioeconómica marxista que preconiza la subversión, y a su inclinación a practicar un probado, voluble y contradictorio tránsito, pre y pos electoral, que va de la inquebrantable oposición al pacto con cualquiera, si incluye el cogobierno. Se emboza en la bandera de la evocadora imagen de la desinteresada lucha por el más débil, por el desposeído; procurando un éxito electoral que suele ser efímero, estrictamente proporcional al coyuntural desgarro socio-económico. Y que experimenta una equivalente reversión, cuando la encrespada traza económica se mitiga.

Hay, pues, en las urnas un descaecimiento de los componentes del bipartidismo automatizado, considerados culpables de la palpitante penuria. Uno, por las pasadas omisiones y otro, porque las presentes acciones todavía no tienen palpables efectos remediadores.

José Antonio Rodríguez

Licenciado en Derecho. Asesor jurídico

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