¿Chaval? ¿Eres tú?… ¡Espera que me acerco!… ¡Eh, no te muevas de ahí!, ¿no me has oído?, ¡espera, hombre!, ¿te han entrado las prisas al verme?… ¡Menuda sorpresa, chaval! No te hacía por aquí, perdido en mitad de la nada, entre esta arboleda… Daba un paseo y te he visto de lejos, sentado, o acurrucado, bajo las ramas del árbol… ¿Mirabas hacia arriba?, ¿contabas las hojas o qué?… ¿Qué raro eres de verdad, chaval?… Bueno, ¿cómo te encuentras?… Sí, no me respondas, lo sé: muy jodido, ¿cierto? Pero bien jodido, tragando mierda por un tubo, para pegarte un tiro, como suele decirse… Me han contado tu situación: me das lástima, chaval… ¡No te me soliviantes, habrase visto!… Estarás jodido, pero conservas el carácter, hostia… Cálmate, hombre, no pretendía ofenderte, nunca lo pretendo. Eso sería lo último para mí… Venga, vamos a sentarnos al cobijo de este majestuoso árbol, estaremos tranquilos, quién va a pasar por estos parajes… Entonces, la llevas clara, me han comentado. No hay cosa que te salga a derechas, es como si, en un momento de tu vida, no sabes cuándo, te hubiese mirado un tuerto… Permíteme la confianza, con ese careto, sería al nacer, ¡ja, ja, ja!… ¡Chaval, leche, no empieces a soltar improperios, que eres un tío estudiado! Bromeaba… en lo del careto no, por supuesto, en la ubicación temporal del cruce con el tuerto, ¡ja, ja, ja!… (Plas, plas)… Buenas espaldas sí tienes… Presumía que este tema de tus repugnantes facciones estaba superado entre nosotros. Porque eres feo de premio, chaval, y no uno de esos feos que dices bueno, pero mirándolo de perfil o con esta luz, así o asá; no, no eres de ésos, eres de los que, buscando la palabra «feo» en la enciclopedia, sale tu foto, engañarnos es tontería. Y, claro, con esa fealdad que arrastras por la vida, qué esperas conseguir. Un trabajo no, naturalmente, eso descartado, casi tanto como el amor (prescindamos del casi, mejor), pues, una vez consultado tu currículo, observan la foto y piensan en un posible fallo de impresión, pronto alzan la vista y te ven y constatan que nada de presbicia o impresora escacharrada… y todo se va al carajo… Sí, sí, soy consciente de lo mucho que lo has intentado, de que no te has quedado cruzado de brazos o tumbado en el sofá, de que has combatido con un par contra las circunstancias, contra el destino y contra su puta madre; y de que, cada vez que estás recorriendo la senda, con pie firme y decidido, algo se tuerce muy bellacamente, y se te llevan los diablos, normal, y maldices tu perra suerte, y quién no, y reniegas de tu aborrecible vida, es lógico, y no quieres ver a nadie ni hablar con nadie, ni te apetece, únicamente estar solo, perdido en mitad de la nada, metáfora de tu misma existencia, huido y desaparecido; y el cansancio se convierte en desesperación, y la desesperación, en cansancio, y todo en frustración. Y sí, también soy consciente de que estudiaste como un imbécil (esto te lo advertí), sacrificando salud, vida y dinero… Total, te resumo… que sí, chaval, que te resumo, no es molestia para mí, faltaría más: no tienes trabajo, familia, dinero, hogar propio; no tienes nada, ni perspectiva de tenerlo… Tu futuro es negro, del todo, al punto de carecer de él… Menuda puta mierda, chaval… Eres un capullo y un perdedor… o un capullo perdedor… No vas a lograr nada en la vida, está visto que no, después de tanto… ¡No me llores, coño! ¡Recóbrate, chaval! A ese semblante que gastas sólo le faltaba que se hinchara con el llanto… Eso es, cojones… No, no tengo pañuelo, límpiate con los puños de la camisa… No te preocupes, yo me encontraría igual, de hallarme en tu situación: también me limpiaría con los puños de la camisa… Luego, asimilado el hecho de que eres un perdedor, de que no triunfarás jamás en nada de lo que te propongas (sin excesivas efusiones, eso de triunfar, a nivel bajo, entendámonos), analicemos tus opciones… Ejem… Lo de que seas feo, imbécil y perdedor ya no tiene remedio… ¡Aguarda, copón, déjame terminar!… No tiene remedio, repito, aunque el ser un perdedor te concede la ventaja de la libertad. La libertad de empeñarte en lo que te dé la gana, porque, siendo un perdedor, nada tienes que perder… Sí, incluido eso que piensas… Eres un pillín, chaval… Estupendo, más animado, ¿no?… Fenomenal… Con este ímpetu, nos levantaremos, me entregarás esa vía rápida que has tratado de ocultar… Anda, ¿crees que no me he dado cuenta?… Muy bien… Y caminaremos juntos, para buscar esa solución. Ahora estaré a tu lado, no te abandonaré, chaval… No, no me importa que seas feo, imbécil y perdedor. Mereces algo mejor de esta puñetera vida.