Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Ser del Frente Judaico Popular o del Frente Popular de Judea, he ahí el dilema

No, el título no alude al actual genocidio que Israel ( con la complicidad de tantos Gobiernos y cabezas pensantes)  está perpetrando ahora en Gaza y que en el Colectivo Prometeo llevamos denunciando desde su inicio .

Se refiere a la famosa escena de “La Vida de Bryan” de los Monty Python cuando los cuatro gatos del Frente Popular de Judea -que en teoría luchan contra el poder imperialista romano- gastan todas sus energías descalificando a otros grupos como al Frente Judaico Popular, Frente del Pueblo Judaico , Frente Popular del Pueblo Judaico… mientras reconocen que son a los únicos que odian más que al pueblo romano.

Al nombrar a cada organización rematan con un “¡Disidentes!” hasta que uno de los miembros también califica de disidente al Frente Popular de Judea y el líder lo corrige con un “El Frente Popular de Judea somos nosotros” mientras el equivocado responde un “Creí que éramos de la Unión Popular”.

Traigo a colación la secuencia porque desde hace un tiempo asisto atónito a las peleas en redes sociales protagonizadas por los distintos sectores que se reclaman de la Izquierda Transformadora. Lo más suave que se puede decir de ellas es que a la menor oportunidad se desenfundan los cuchillos y por ninguna parte se encuentran los principios de Solidaridad, Fraternidad y Empatía que teóricamente deberían figurar en el frontispicio de nuestra acción política.

Me pregunto: ¿qué trasladamos a votantes, simpatizantes y militantes con estas actitudes? Evidentemente nada que pueda resultar atractivo y menos aún un proyecto político no personalista basado en la elaboración colectiva.

Al contrario, diríase que vamos menguando paso a paso y que estamos más centrados en dirimir las cuitas internas que en defender los valores democráticos hoy ampliamente cuestionados por el neofranquismo de Vox y PP.

En los últimos meses hemos visto imágenes de gran crudeza como la de la soledad en el Parlamento  el pasado marzo de las ministras  Irene Montero e Ione Belarra, el hacer mutis por el foro de activos a los que considero muy valiosos para la Izquierda ( no los conozco personalmente, solo por referencias de amigos de cuyo criterio me fío ) como Alejandra Jacinto o Nacho Álvarez, la sensación de estar en el juego de la silla donde cuando para la música se desecha como un “kleenex” usado al que se quedó sin asiento, la toma de decisiones y asunción de  políticas que parecen más pensadas para “Restar” que para “ Sumar" … y todo ello en un ambiente general de involución e intento de retroceso de libertades que parece no vemos.

Hay bastantes elementos de la acción política encabezada por Yolanda Díaz que no me convencen (como por ejemplo la última de dejar sin ministro a Podemos en el espacio teóricamente común) pero siempre he creído y defendido que la militancia no va de adherirse incondicionalmente a un santón sino hacerlo a las propuestas de transformación social. Teniendo en cuenta que las organizaciones deben ser herramientas útiles para lograr ésta y no capillitas para contentar a los creyentes.

Y que el programa debe de estar por encima de los nombres a la hora de ocupar cargos públicos. Sin transmitir nunca la sensación de enroque para satisfacer intereses personales.

Añadiría además ¿tenemos en estos instantes al alcance de nuestras manos una alternativa mejor que la que representa Sumar? ¿Estamos en condiciones de ponerla en pie a corto plazo? Me da la impresión de que no. Y lo urgente no espera.

Entiendo por tanto que si dedicamos nuestro tiempo militante a devorarnos los hígados o a verter toda la bilis en las redes ¿para cuándo dejamos la tarea de arremangarnos e intentar frenar la ola de fascismo sin tapujos que nos inunda?

Ver como en estos días de protestas contra la Ley de Amnistía emergían caras de odio como la de la vieja del visillo y bandera monárquica de Barcelona, la proclama de la concejala y exalcaldesa del PP en Gomezserracín (Segovia) pidiendo en Facebook “un tiro en la nunca” a Pedro Sánchez o el señalamiento de los oponentes con fotografías incluidas para que los cabezas rapadas tomen nota debería ser señal suficiente.

Ayer domingo Argentina dio una peligrosa lección que no deberíamos dejar caer en saco roto. Han repetido lo que históricamente se sabe: cuando se trata de elegir entre una opción de ultraderecha totalitaria y una que huela vagamente a izquierda (con todos los “peros” del mundo a esta afirmación en el caso del peronismo) la derecha siempre elige la primera. Ya lo hicieron los partidos alemanes con Hitler y ahora lo ha vuelto a hacer en el país sudamericano con el trasvase de votos a Milei desde la conservadora Juntos por el Cambio encabezada por Patricia Bullrich.

Pero nada, nosotros a lo nuestro: “¡Marchando otra de puñaladas traperas!”.