Nadie pone en duda que los resultados de las elecciones italianas del pasado domingo 25 de septiembre, con el triunfo de la extrema derecha de Meloni, han supuesto una dura advertencia para la Izquierda.
La victoria electoral de quienes sin rubor asumen un discursoneofascista debería activarnos todas las señales de alerta. Porque la orientación del voto indica que en Europa lo que empieza a estar muy cuestionado por amplios sectores sociales es su papel de territorio seguro que garantiza derechos democráticos y libertades colectivas.
Se hace necesario estar en guardia y vigilantes -conocemos la Historia y la capacidad del ser humano para tropezar dos veces ( y las que hagan falta) en la misma piedra- pues el peligro de involución política no es que asome en el horizonte europeo, es que ya se ha instalado entre nosotros.
Involución que no consiguen disimular pese al descarado ejercicio de "blanqueo" llevado a cabo por la gran mayoría de los medios de difusión de masas continentales.
Hace unos meses, podíamos decir anteayer, gastaron toneladas de pintura blanca para hacer más tragaderas las propuestas en Francia de Marine Le Pen y su Rassemblement National y casi lo consiguen (afortunadamente se pudo poner en marcha el contrapeso de las NUPES de Melenchon).
Y como tenían material de sobra en los siguientes se han aplicado con esmero en el arte del refinado para convertir en caramelos las recetas de aceite de ricino y purga social de Giorgia Meloni y sus Fratelli d'Italia.
Nada que no conozcamos en nuestras propias carnes, pues en España, lleva años en marcha la operación de encalo (para disimular la negrura de sus propuestas) que los Quintana, Motos, Vallés, Herrera, Jiménez Losantos...de turno llevan haciendo con Vox desde su aparición.
Con la peculiaridad hispana de aprovechar la misma subcontrata de limpieza del neofranquismo para ocultar bajo las alfombras corrupciones y cloacas del Partido Popular.
Aunque ("Spain is different!") en nuestro terruño la manita de bricolage, fontanería y lo que haga falta ("a sus ordenes señoritooooo") no solo la echan periodistas del pesebre sino que -de forma voluntaria y entusiasta, como no podía ser menos- también arriman el hombro grandes empresarios, "policía patriótica" y jueces empeñados en tener siempre cerrado el ojo derecho para así lograr una visión aguda que capte cualquier movimiento que se produzca por el ángulo izquierdo.
Las urnas en Italia ratifican una tendencia que por desgracia dentro del seno de la UE ya hemos visto en Francia, Suecia, Austria, Hungría, Polonia...El descontento de amplias capas populares que sufren en sus carnes la aplicación práctica del capitalismo de explotación más descarnado al que se disfraza con el nombre de " neoliberalismo" -como si fuese algo ajeno al diseño capitalista-, no se traduce en un reacción popular contra los explotadores y dominadores sino en la búsqueda de un culpable externo al que poder echar la culpa de todos los males y clavarle las agujas de vudú.
Y para ello resulta esencial por una parte el papel de adormidera efectuado por los medios de difusión y por otra estimular, presentándolos en positivo y sin crítica alguna a las consecuencias que tendrían la aplicación práctica de sus doctrinas, como alternativa política respetable la que en los años treinta del siglo pasado desfilaba al paso de la oca y brazo extendido a la romana y hoy sonríe, se viste de Armani, se declara atlantista ( guardando bajo la alfombra la querencia que hasta hace unos minutos tenían a su añorado Putin) e incluso, si se tercia, constitucionalista pero que mantienen intacta la idea de una sociedad blanca pura, regida por la élite y santificada por la versión del cristianismo que en cada territorio sea mayoritaria.
Y es en ese reduccionismo donde tenemos el problema.
Centrémonos en lo ocurrido en Italia: la extrema derecha y la derecha extrema coaligadas ( es alucinante el empeño de los medios españoles en ver en ese magma al centro derecha cuando a la vez por un quítame allá esas pajas, convierten la propuesta más moderada que salga de la Izquierda en una peligrosa hidra comunista-bolivariana) han obtenido el 43'9% de los sufragios, desglosados en un 26'2% para los Fratelli de Meloni ( es increíble la cantidad de "meloni" que se crían en esos lares), un 8'9% para la Liga Norte de Salvini y un 8'1 % para el Forza Italia de Berlusconi ( no deberíamos olvidar para encajar el puzzle que Meloni fue ministra de Juventud y juró obediencia en su día al padrino Silvio) y el 0'9% de Noi Moderati.
Es decir, los Fratelli pasan del 4'35% al 26'2% con un incremento del 21'85%, algo notabilísimo sin duda pero conviene también tener en cuenta otras cifras.
En las anteriores elecciones la coalición de la Derecha obtuvo un 37.02%, el domingo incrementaron el porcentaje un 6'88% y el dato más significativo es el de que gran parte de los votos "meloni" llegan por el trasvase de sus socios. La Liga pasa del 17'35 al 8'9 donándole a los Fratelli un 8'45, Forza Italia baja del 14% al 8'1 y les cede un 5'9) a lo que debe sumarse el 1'3 que Nosotros con Italia obtuvo en las anteriores. Es decir, un 16'1 % de los votos vienen del mismo campo de la Derecha, pero se han barajado de otra manera.
No debería extrañarnos, eso lo hacen bien en todos lados. Siempre apuesta a caballo ganador. Basta con mirar los trasvases entre PP, Vox y los casi extintos Ciudadanos de los últimos tiempos.
Y además debe mirarse también el cambio en la ley electoral para asignar los escaños y la reducción del número de electos que han pasado de 630 a 400 en la Cámara de Diputados y de 315 a 200 en el Senado.
Otros números a tener en cuenta: en las elecciones generales de 2018 la coalición de derechas obtuvo 12.565.855 apoyos y en las del domingo ha obtenido...12.299.648 es decir 250 mil menos., han votado el 63'91% de los posibles electores y ha subido e la abstención con respecto a las última en más de 7 millones de personas.
Blanco y en botella. El electorado de Derechas, motivado y movilizado acudió en masa a votar (como hacen siempre, basta con echar un ojo en nuestro país a las comparativas de participación en los barrios de rentas más altas y en los populares, con el agravante de que en estos últimos también acuden a la llamada quienes se identifican con sus postulados).
Pero tranquilos, que no cunda el pánico. Los pintores de la UE ya han dado la capa de pintura necesaria a la fachada del neofascismo para hacerla más respetable. Según publicó el miércoles 28 el diario italiano "La Reppublica", ("Il patto Meloni-Draghi" titulan) hay fumata blanca entre los ultras italianos y la burocracia europea, una vez alcanzados los acuerdos de que el exprimer ministro Draghi actuará de asesor de la primera ministra y engrasará las relaciones con la UE y así los "meloni" podrán desfilar, hacer aquelarres con los inmigrantes o lo que les plazca siempre que no traspasen ( han tardo dos segundo en decir "si bwana") tres líneas rojas: apoyo a Ucrania, sumisión a la OTAN y decir " amén " a la política económica diseñada por la UE.
Como se ve una edificante apuesta por los valores democráticos la de la Bruselas y una temprana demostración por parte de los vencedores del dicho atribuido aunque parece que con poco fundamento a Groucho Marx. El de " tengo unos principios y si no le gustan tengo otros".
El problema no está en la Derecha que hace su trabajo y bien, el problema lo tiene la Izquierda en su seno.
Si cogemos los resultados, lo primero que llama la atención es que no hay ningún partido/ movimiento que se reivindique de Izquierda con un apoyo digno de ser tenido en cuenta (la Unione Populare de Magistris alcanzó un escuálido 1'4 ). Abriendo mucho el campo y englobando al centro-izquierda con gotas de progresismo en un mar de liberalismo encontramos a Más Europa de Bonino con un 2'83 a la Alternativa Verde e Sinistra de Santagata con un 3'66 y el Partido Democrático de Letta con un 19'07. Si los sumamos todos y les echamos un puñado de arroz no llegan al 30% y lo que es más grave, los votos de la llamada coalición de centro -izquierda -Unione Populare excluída- logran 7.337.624 sufragios, prácticamente los mismos que los " meloni".
Encima el eje pivota alrededor de un Partido Democrático capitaneado por los herederos de quienes asesinaron al Partido Comunista Italiano (con resultados hasta su disolución en febrero de 1991 que nunca bajaron del 19% y muchas veces superaron el 30%) y tiraron por la borda historia, sueños, programa, sacrificios y esperanzas, así como la posibilidad de que una alternativa sólida y de izquierda transformadora llegase al poder con el voto popular. Si las mimbres hay que tejerlas con las propuestas de Letta, "apañaos" vamos.
¿Podemos sacar alguna lección de Italia que nos pueda servir en España? Muchas.
Primero ha quedado claro el papel blanqueador de los medios de difusión que empujan al odio hacia propuestas progresistas o tienden la alfombra a movimientos autoritarios y con tics antidemocráticos sin asustarse de las consecuencias de ese delirio a medio plazo.
Segundo hay que hacer un análisis de la realidad sin hacernos trampas y reconocer que un sector de la ciudadanía ve como salida factible la auspiciada por una extrema derecha postfascista que centra su discurso en el odio, racismo, misoginia, el bulo y la noticia falsa y consigue convencer de que el culpable de la situación que genera malestar social es el otro, el extranjero, el diferente... nunca el gran capital que mueve los hilos del que son fieles peones.
Tercero que la Economía -como dijo Don Carlos- es el motor de la Historia ( o si prefieres a Carville: "Es la Economía, estúpido") y por ello, sin olvidar ni muchos menos otras luchas importantísimas, las batallas principales debemos darlas en ese campo. Ofreciendo soluciones y respuestas al precarizado, a la abuela que ve volatizarse su pensión, al explotado, a la camarera sin contrato o con tres microtrabajos que le impiden llegar a fin de mes, al que tiembla esperando el recibo de la luz o a la que ha visto reducirse su cesta de alimentos a lo básico, básico...
Y en esa batalla es primordial centrar la lucha en la defensa del bien público, en una economía social al servicio de la ciudadanía, a una fiscalidad progresiva que es la solidaria, a atacar las bolsas de fraude, a acabar con la impunidad de los patriotas de pulsera y cuentas en paraísos fiscales.
Porque el malestar social no es sinónimo de una impugnación del Sistema o de un proceso revolucionario. Puede perfectamente, y de eso sabe mucho la Oligarquía, tomar la salida de la involución y la dictadura.
Y para no cansar, tener cuidado con lo que ofrecemos y la imagen que damos. Menos rezarle a Julio y más aplicar su programa, programa, programa. Aunque los movimientos actuales, con elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina invitan a poco optimismo. Otra vez el gallinero anda revuelto por nuestros lares.
Y sí, a estas alturas sabemos perfectamente que para lograr el declive de lo que pudo significar el mundo de Unidas Podemos el Poder empleó toda su artillería, armas ilegales incluidas. Si no se está sordo basta con escuchar los audios de Villarejo que en definitiva vienen a poner negro sobre blanco lo que decíamos.
Pero a día de hoy los periodistas, policías y demás sectores implicados siguen en su lugar. Y como somos generosos ponemos propina "motu pro pio" y lo que no destruyen las cloacas somos capaces de destruirlo con nuestras rencillas internas.
A diferencia de Italia, aquí todavía tenemos mimbres para tejer algo digno, como hicieron nuestros amigos de Francia pero para lograr un trabajo de artesanía fino hay que tener generosidad, capacidad de diálogo y sobre todo fraternidad, mucha fraternidad pero de la buena y solidaria, no la del odio de los "fratelli meloni".
Para terminar, vamos a refrescar la memoria, en este caso con un fragmento de la película "Novecento" de Bertolucci cuando Olmo Dalcó (Depardieu) espeta a Alfredo Berlinghieri (De Niro) una frase digna de figurar en nuestra antología vital:
"Los fascistas no son como los hongos, que nacen así en una noche, no. Han sido los patronos los que han plantado los fascistas, los han querido, les han pagado. Y con los fascistas, los patronos han ganado cada vez más, hasta no saber dónde meter el dinero..."
Nos conviene no olvidarlo