Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

“Dejemos los carnets en la puerta”

Hace una semana, dentro de las actividades que el Colectivo Prometeo ideó como homenaje a nuestro amigo y fundador Julio Anguita en el Vº aniversario de su fallecimiento, organizamos una mesa redonda sobre las “Propuestas desde la Izquierda ante los movimientos antidemocráticos y fascistas emergentes”.

A la misma estaban invitados e invitadas representantes de la Izquierda española (IU, Podemos) y de la Izquierda nacionalista (BNG, EH Bildu y ERC). 

Tres horas antes del inicio se descolgó del acto Irene Montero, la cual me hizo llegar, como actual presidente del Colectivo, un mensaje de Telegram con un escueto “He tenido un imprevisto que me hace imposible viajar ahora” (sic).

Tal como dije a las personas que abarrotaban el salón de actos de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales de Córdoba, en los más de 25 años de funcionamiento del Colectivo Prometeo, con centenares de invitadas e invitados que han bajado a Córdoba a compartir ideas y reflexión, solo nos había pasado en 2 ocasiones que una vez anunciado y difundido  el cartel del acto (siempre se hace público cuando quien interviene da luz verde) se haya borrado del mismo alguien que se hubiese comprometido a intervenir.

La primera, el 14 de mayo de 2022, fue Yolanda Díaz, en el primer homenaje con público que pudimos hacerle a Julio tras la pandemia. En esa ocasión nos avisó dos días antes del acto y gracias a la predisposición de Juan Torres y Manolo Monereo, cambiamos el cartel y reformulamos el encuentro.

La segunda, Irene Montero, el 14 de mayo de 2025 pero sin tiempo para reaccionar y buscar una alternativa.

El lema de este año (en anteriores fueron por ejemplo “Somos Mayoría” o “Malditas sean las guerras”, frases acuñadas por Julio) era “En la misma orilla”.

Como explicamos en la nota de prensa y durante mi intervención, la cabecera mezclaba dos conceptos que le eran muy queridos: “En la misma trinchera” y la teoría de “Las dos orillas”, es decir, ser a la vez respetuosos con quienes comparten nuestro mismo combate ideológico (trinchera) y tener claro que son los hechos, no las palabras, los que definen a una organización política.

Se trataba pues de propiciar un encuentro que sirviese para exponer las posiciones de cada organización en un contexto de camaradería y sin prejuicios, dándole forma a otra de las frases que le gustaba subrayar en este tipo de eventos: “Dejemos los carnets partidistas en la puerta de la sala y debatamos con sinceridad y abiertamente para ver si los elementos que nos unen son más fuertes que lo que nos separan”.

El Colectivo Prometeo tiene experiencia sobrada en lo de trabajar juntos buscando un fin común. En sus filas convive una pluralidad de militantes: del PCE, de IU que no están en el PCE, de Podemos, de Adelante Andalucía, de Ezkerra Berdeak… y un buen número de miembros que no tiene militancia activa en ningún partido pero que sí lo hace en múltiples movimientos sociales. 

El sistema nos funciona porque nunca se le pide a nadie que renuncie a sus posturas, sino que trabajemos en los puntos que compartimos.

Al hilo de lo acontecido, en estos días le estamos dando vueltas a las ideas de Unidad / No Unidad cara a las próximas convocatorias electorales, de qué hablamos cuando apostamos por ella o cuales son los requisitos que puedan propiciarla.

El debate lo tenemos abierto, con compañeras y compañeras que se abonan a una u otra tesis, pero sin tirarnos los trastos a la cabeza y jugando con el comodín que siempre utilizamos: en nuestro blog se cuelgan los artículos que cada cual realiza sobre el tema. 

Basta que lo firme con su nombre, pues lo que en él desarrolle es su visión, no la del conjunto de Prometeo.

Estas líneas son un ejemplo.

Personalmente parto de la base de que estamos viviendo un ciclo de retroceso absoluto en derechos y libertades, muy diferente al que se dio durante la eclosión del 15M o las marchas de la Dignidad.

Pienso que hay compañeras y compañeros que consideran inevitable que este ciclo termine con la llegada al gobierno de nuestro país de la coalición de la derecha extrema y la extrema derecha del PP + Vox y que una vez llegada esa situación se trataría de acumular fuerzas para primero resistir y luego contraatacar.

Discrepo de ese análisis porque cuando miro alrededor buscando la masa social que se manifiesta y opone activamente a la privatización de la Sanidad, Educación, Infraestructuras, Gastos Militares o Genocidio en Palestina…no la encuentro.

Me cuesta ver las barricadas que florecerán cuando la sucursal hispana del trumpismo internacional coja todos los resortes del poder y empiecen a acogotarnos aún más.

No creo que estar en el gobierno español sea la panacea o el bálsamo que alivie todas nuestras cuitas, pero tampoco creo que sea igual tener un gobierno ultra controlando el BOE que tener uno, tibio, pero demócrata.

Cualquier cambio pasa, claro que sí, por la existencia de movimientos sociales con músculo dando el callo en las calles. Pero también por una presencia institucional fuerte en Ayuntamientos, Comunidades y Estado.

Ahora mismo miramos como boxeadores noqueados el impulso ultra en EE.UU., Argentina, Hungría, Austria, Alemania, Italia… al grito de “Fuera máscaras”. Y tenemos dos modelos distintos (y recientes) de cómo afrontar el desafío: Francia y Portugal.

En Portugal, la atomización del voto de Izquierdas entre Livre (4’20%), PCP-PEV (3’03%) y el Bloque de Izquierda (2 %) ha llevado a todos a la insignificancia.

En Francia, la fórmula Nuevo Frente Popular para las elecciones generales de junio de 2024, con el 28’14% de los votos en la primera vuelta, se convirtió en la que más escaños obtuvo (192 de 577) obligando a Macron y sus secuaces a quitarse la careta e impedir por todos los medios que el NFP se hiciera con el gobierno.

¿Es lo mismo pues un fracaso que un éxito? Rotundamente no.

Estamos en una disyuntiva histórica. El Poder con mayúsculas nos está aplicando lo que Naomi Klein teorizó como “La doctrina del shock”.

El Capitalismo del desastre, genera conmoción social hasta lograr  que la mayoría, pensando que  está ante un “mal menor”, asuma reformas impopulares. Así mantiene intactos sus privilegios, 

En la Historia esta renuncia de libertades con la coartada de que así el dominante te garantiza seguridad, abrió paso al colonato tardorromano, al feudalismo o a la jerarquización absoluta de privilegiados-no privilegiados que se arrastró hasta la revolución francesa.

Entonces lo que estos días planteo a mis compañeras y compañeras es simple: ¿entregamos la cuchara sin combate?

¿Tan difícil resulta dejar un rato el carnet en la puerta y sentarnos a reflexionar juntos el “Qué hacer” como diría Lenin?

Si no me equivoco mucho, la revolución rusa no se hizo regalando libros de Marx con el propósito  de examinar a los lectores, si no sintetizando las aspiraciones populares en un lema comprensible para todo el mundo “Paz, Pan y Tierra” al que se sumaba la capacidad de convencer mediante el ejemplo de los bolcheviques.

¿Seremos capaces de intentar, al menos intentar, construir una esperanza colectiva que deje atrás el ombliguismo y las peleas de patio de colegio con el “me junto, no me junto”?

Dos semanas antes de su fallecimiento,  en plena pandemia, Julio lanzó un Manifiesto: El Hoy y el Mañana: Razones para nuestro compromiso escrito por él y otros compañeros del Colectivo.

En el mismo recogía: “…Esta pandemia que el mundo sufre, ha hecho florecer en nuestro país junto con la entrega, el altruismo y sentido de la responsabilidad de la mayoría social, una peculiaridad hispana en forma de enfermedad política oportunista: el discurso de odio guerracivilista generado por los responsables máximos de las organizaciones de Derechas. Para desgracia de nuestra Patria no es cosa nueva. Encarna el odio atávico a las clases populares, al movimiento obrero y al pensamiento libre. Y todo ello ha tenido como expresión la imposición de un patriarcado anulador de los derechos de la mujer, el clericalismo más rancio y el llamado “franquismo sociológico”, magma ideológico-social muy anterior al dictador, pero que se materializó en torno a su persona. La injuria zafia, la simpleza de sus propuestas y los bulos, en cuya difusión siguen a rajatabla las tesis del aparato de propaganda nazi. Sus objetivos son crear confusión, potenciar los prejuicios contra el “otro”, el “rojo”, “el homosexual”, “la mujer “o “el inmigrante”. Pero, sobre todo, el objetivo máximo es perpetuar los privilegios sociales y económicos del estatus que los dirige.”

No hay que ser un lince para darse cuenta que la capacidad para anticipar lo que se nos venía encima la tenía intacta.

Si en estos momentos tuviera que llamarlo para una de nuestras charlas le diría sin dudar:
“Querido Julio, esto está difícil, muy difícil. Ojalá que en lugar de nombrarte tanto y reivindicar tu nombre como si fuese el santo Grial, las compañeras y compañeros empiecen de una vez a leerte y seguir las ideas que proponías en tus escritos”

Empecemos por una general: Programa, programa, programa