Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El tener razón

El tener razón es algo muy complejo y, por las capacidades que requiere, a la vez muy difícil. Además, ahí hace falta en verdadero no engaño, una verdadera probación o evidencia y una verdadera fidelidad a los preceptos que exige la razón.

Empezando, existe la DECENCIA y, por práctica o de manos de alguien, luego existe el TENER DECENCIA. Existe la sensatez y, después gracias a alguien, existe el tener sensatez. Existe la sabiduría y, después sin engaños y con unas evidencias que ya aporta alguien, existe el tener sabiduría.

Eso es muy sencillo, lo único que garantiza el que alguien tenga un VALOR de bien es que, tal valor de bien, esté siempre fiel o correctamente desarrollándose por él con respecto a lo que ése valor significa-representa de bien.

Más claro, el tener razón no es el decirlo o el aparentarlo o el presumirlo o el publicitarlo o el imponerlo con alguna presión no ética, no, ni siquiera el tenerlo ya concedido socialmente. O sea, sin duda no es un logro-título que te dan otros, sino una real meta de concienciación tuya, ¡tuya!

Cuando se consigue tener o estar lleno (en tu mente) de racionalidad, lo que realmente se consigue es que ni una sola sinrazón-mentira gane o se beneficie en lo que vas diciendo “desde y con tu mente”. Sí, la esencial consecución es y será siempre de depuración, esto es, de que alguien consiga un deshacerse de óbices de ignorancia o de no razón. No más.

De manera popular, ese logro es muy parecido al que se consigue de separar el grano de la paja, sí, de lo que de verdad impide desarrollarse algún valor y, en este caso, la racionalidad. Es decir, lo digo claramente, cuando tú practiques el valor de la decencia, que ahí no impulses o alimentes a la vez valores de corrupción o tóxicos a la misma decencia. Obvio.

Por ello, el tener razón (como atribución) necesita más… de tú cuidarte de no ser amigo de sinrazones que esa manida presunción que tienen todos de ser grandes amantes de la sabiduría, de ser grandes elocuentes, de ser grandes doctos, etc., pero todo en irrealidad o en no fidedigna buena voluntad.  

También, el que tiene razón (porque ha querido tener razón) debe tener un currículo de que él honradamente se ha preocupado mucho en su vida en tener razón… para hacer lo correcto o para no hacer daños ni a la gente ni a la naturaleza. He ahí que ya ha tenido necesariamente buen corazón para, luego, tener razón, con empeños de buen hacer, ¡el pobre!

Claro, debe evidenciar su misma vida que ha luchado o que ha amado a la verdad o a hacer siempre lo correcto, que no es poco.