Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Se veía venir

Desde las pasadas elecciones mucho ha sido lo que se ha vivido en el mundo político. El arco parlamentario resultante de las urnas dijo claramente que la única solución, ya que ningún partido consiguió la mayoría absoluta, era el diálogo y los pactos. Pero como tal circunstancia era nueva en nuestra actual democracia ya vaticinamos algunos que la tarea iba a ser tan dura como difícil. Luego vimos que se podía pasar a otro estadio, de difícil a imposible.

El primero que tenía que mover ficha era el presidente del gobierno ya en funciones que había obtenido el mayor número de diputados, pero visto lo visto el señor Rajoy se cerró en banda y sólo se le ocurrió que la solución estaba en un gran pacto de estado con los socialistas y Ciudadanos. ¿Qué hizo cuando el jefe del Estado, Felipe VI, le encargó formar un gobierno para ser investido? Pues la respuesta a mi criterio es que muy poco, insistió una y otra vez en lo mismo, a pesar de que los partidos con los que quería el pacto se negaban a él. El PP se sintió solo, la verdad es que se sintió como estaba. Rajoy era una piedra en el camino y su relevo ni estaba ni se le esperaba, aunque algunos críticos alzaran su vocecilla sin mucha convicción. Rajoy se enroscó y de ahí a verlas venir, cruzando los dedos para que los demás no fueran capaces de saber pactar.

En la segunda ronda con el rey ya no fue Rajoy el elegido para formar gobierno, desde Zarzuela se vio diáfano que había que buscar alternativas y a partir de entonces Pedro Sánchez toma todo el protagonismo.

Hasta ese momento la postura del jefe de los socialistas fue negarse a entablar cualquier tipo de pacto con Rajoy, también estaba cerrado en banda en ese aspecto, con lo que estaba a verlas venir. Pero una vez que le fue encargada la misión de llevar a cabo una investidura se puso manos a la obra a su manera. No descartaba pactar ni con unos ni con otros, se mantuvo expectante a ver qué ofrecía y qué le ofrecían a él. En el seno de su partido las viejas glorias no le hacían ningún favor, pero decidido tendía manos a diestra y siniestra. Las malas maneras con que Pablo Iglesias se dirigió a él a través de los medios de comunicación tras ver al rey, con un discurso prepotente hizo que Sánchez empezara a verlo con un muro invisible de separación. Sin embargo, nos sorprendió cuando sin esperarlo se presenta junto a Albert Rivera y ponen sobre la mesa sus cuarenta puntos en los que habían coincidido para poder formar el ansiado gobierno.

Rivera que había estado alerta hasta ese momento y diciendo que había que formar un gobierno para salir adelante, había renunciado a pactar con Rajoy puesto que la corrupción en el partido popular era un obstáculo insalvable para su partido, ya que hay que recordar que Ciudadanos es uno de los que tiene su ser por la lucha contra esa lacra. Así que Rivera no duda en sentarse con Sánchez y sacar un acuerdo de gobierno, aun sabiendo que eso no sería suficiente para hacerlo, las matemáticas no engañan. El líder de Ciudadanos apoya las conversaciones con Iglesias para ver si podían lograr ese acuerdo a tres, siendo consciente que Podemos no aceptaba su participación porque ellos aspiraban a un pacto global de izquierdas.

Y efectivamente, Iglesias rompe la baraja a poco de empezar el juego, ve a Rivera como un intruso y alega que es inadmisible la política económica que habían pactado con Sánchez. Por lo tanto, todo se va al traste. Entonces surge la queja de Errejón, el jovencito que quería más diálogo y más ceder y que el que cedió fue él ante el mando del general Iglesias.

Y mientras los casos de corrupción seguían brotando en el Partido Popular que se mantenía ahí como podía, intentando que su porquería no les salpicara demasiado y mirando de reojo lo que los demás hablaban o dejaban de hablar. Ah, y España sin gobierno firme y con un ministro en funciones dimitido por presunto defraudador.

Iglesias insistía en el pacto a la valenciana, quiere que la izquierda parlamentaria se una para gobernar, sabiendo que el PSOE jamás va a ceder a firmar nada inconstitucional como sería el referéndum de determinación que apoya Podemos y los nacionalistas catalanes. No me puedo olvidar del ofrecimiento final de estos nacionalistas a Sánchez, algo sin sentido y, como diríamos hoy, puro postureo.

Brindis al sol del líder de Podemos que veremos a ver cómo lo valoran los ciudadanos el próximo 26 de junio en las urnas. Porque a eso hemos llegado, muchos como yo dirán que lo veían venir, yo aposté por ello viendo el percal parlamentario. Unos han hablado de teatro, otros de circo, otros de verbena, otros de vodevil… Lo que está claro es que no tenemos políticos de altura como en la transición que, sin ser una época perfecta, sí demostró que en momentos críticos había que superar las diferencias y buscar las similitudes por el bien de un sistema político, de un país y de una ciudadanía inocente.

No se debe hablar de buenos y malos, de culpables o inocentes en esta breve legislatura, se debe de hablar de capaces o incapaces, y ahí defino que quien por número de votos era más capaz de formar gobierno fue el más incapaz en el intento, retrato de un Rajoy que navega sin rumbo.

Otro que sin mucha capacidad lo intentó, pero fue incapaz de aglutinar los escaños suficientes. Era un reto difícil, queda la duda si se exprimió el limón hasta la última gota, pero al menos ha dado el callo y eso yo lo valoro muy positivamente. Sánchez dicen que sale tocado y sin embargo yo pienso que sale reforzado.

Quien pensaba en mejores resultados electorales y que las urnas lo bajó de la nube y con poca capacidad fue capaz de convencer a Sánchez, pero incapaz de hacerlo con Iglesias, quizás Rivera sea el que más ha querido sumar, el más dispuesto, por eso puede ser que se vea traducido en votos en junio.

El triunfador, si se me permite, de las elecciones que fue Iglesias tenía la capacidad de decidir, pero su incapacidad para el diálogo ha frustrado todo posible acuerdo. Ahora anda con si fundirse para junio con IU, para él puede ser bueno si contiene las mareas y los comunistas no se convierten en otra, para la coalición de Garzón puede ser su fin.

¿Cambiarán lo suficiente los votos en junio? Esa es la pregunta del millón, yo no tengo poderes adivinatorios, pero visto lo visto pienso que lo que seguro sube es la abstención, síntoma inequívoco de que la incapacidad de nuestros políticos está poniendo en jaque al propio sistema democrático. Esta casta, de la que ya forma parte Iglesias y los suyos sin vaselina siquiera, va a jugar una segunda partida, sólo espero que no quede en tablas.