Pues nada, sucumbo a la rabiosa actualidad, rompo mi voto de silencio y hoy voy a hablar de política. Y lo hago porque pienso que, a pesar de las vacaciones de muchos y del veranito, estamos en un momento crucial para el devenir de nuestro país, de España.
Cuando ganó Felipe González sus primeras elecciones generales se pasó al socialismo sin traumas, a pesar de algunos agoreros. Adolfo Suárez cumplió con su función de amortiguador entre la dictadura y la democracia, y ese centro ya quedó diluido para siempre, por mucho que aparecen de vez en cuando partidos, como lo era Ciudadanos, que quieren abanderar ese espacio político.
Pero ya estábamos abocados a vivir en un constante enfrentamiento entre la derecha y la izquierda, y ni las facciones más moderadas de ellas saben que en muchas cosas están más cerca de lo que se creen. Pero eso ha sido así y si las disputas eran antes muy políticas, desde hace un tiempo han pasado a ser partidistas a ultranza. Y eso ha crispado cualquier entendimiento entre ambas opciones, perjudicando la visión que la sociedad tiene de la política y el poco apego que la juventud siente por ella.
Cuando Felipe González estaba ya muy quemado por variadas corruptelas impresentables llegó Aznar, y con su ‘váyase sr. González’ caló en una sociedad que se empezaba a cabrear con los socialistas. Y ganó Aznar, y no pasó nada, se cambió de residente en la Moncloa y asistimos a una etapa donde el conservadurismo del PP predominaba en el día a día, pero la izquierda pasó a la oposición sin que este país se viniera abajo.
Luego Aznar dejó también un reguero de corrupción y su error garrafal de aliarse con Bush y Blair en aquel infame trio, mintiendo sobre las armas que poseía Irak y manteniendo que los atentados de Atocha los cometió ETA. Y todo esto llevó al PP de nuevo a la oposición y permitió la llegada de Zapatero. Sin traumas, sin problemas volvió a cambiar el inquilino de la Moncloa y fuimos para adelante.
El siguiente cambio se produjo con la victoria de Rajoy, y sigo con el mismo soniquete, alternancia política sin que una hecatombe sacudiera nuestra nación. Y tras él llegó Sánchez, y a pesar de entrar primero por una moción de censura, nada temimos que pudiera acabar con la democracia en este país llamado España.
Pero en la época de Rajoy parecía que se iba a acabar el bipartidismo, y quizás ha pasado así, pero analicemos sucintamente los sucesos. Nacen partidos como Ciudadanos, Podemos y Vox. El primero ya está desaparecido, y siguen en liza Podemos (ahora Sumar) y Vox. Sumar está a la izquierda del PSOE, y Vox a la extrema derecha del PP. No ahondo en detalles para no aburrir y para ir al grano.
La cuestión es que ahora hay dos bandos, uno de izquierdas y otro de derechas, que pugnan por tener en bloque mayoría absoluta y no tener que implicar a los partidos regionalistas en sus pactos. Y esto es así porque la unión de PSOE y Sumar ya la estamos viviendo, y la unión de PP con Vox ya no se puede camuflar más por mucho que Feijóo y su corte se empeñen, los hechos son los que son en varias comunidades autónomas, y eso también pasará en España si entre los dos obtienen los escaños suficientes para gobernar juntos y solos.
Y henos aquí teniendo que decidir nuestro voto. Personalmente admito que no me gustaría por nada del mundo que Vox llegara al gobierno, un partido que no cree en las Autonomías, que niega la violencia de género, que no cree en la igualdad de todos los seres humanos, racista, machista, xenófobo y nostálgico de una dictadura que ya debería de estar más que superada y, por lo tanto, antidemocrático, que no cree en el divorcio ni el aborto, que tiene un solo modelo de familia, ultracatólico, siempre a favor de la clase pudiente, etc, etc. Macarena Olona los ha retratado muy bien, ya que ha estado dentro y sabe lo que ahí se cuece.
Y si hasta ahora los cambios de gobierno no los he sentido traumáticos, debo confesar que temo y mucho qué puede pasar en España si gobierna la derecha de Feijóo y la ultraderecha de Abascal.
Y sabiendo los errores que se han cometido por Sánchez y sus socios de gobierno, confío muchísimo más en ellos que en los de derechas y ultraderechas. Que Sánchez nos mintió, sí, lo mismo que Feijóo, y odio el ‘y tú más’. Ambos juegan sus cartas. Ya he dicho con anterioridad en otros artículos que Sánchez es un gran político, más que por sus logros, que los ha tenido (igual que desaciertos), porque ha sabido ir de aquí para allá, pactando con unos y con otros, logrando sus fines y eso no es otra cosa que saber hacer política. Lo llamé funambulista, y sigue siéndolo, siempre en la cuerda floja. Ahora, tras perder el poder en bastantes autonomías y alcaldías, se lanza al ruedo político con estas elecciones estivales que nadie se esperaba. Veremos si además es un buen tahúr y gana la partida apostando con riesgo por movilizar al ciudadano contra el gobierno de Feijóo y la ultraderecha.
Si alguien piensa que soy votante de Sánchez se equivoca, no he votado al PSOE desde el año 1982, el cambio de posición de González sobre la OTAN me alejó de ellos y me dije que para siempre. Ante la dramática situación que se puede venir encima, quién sabe si con la nariz tapada los vuelvo a votar ejerciendo el voto útil, porque estaría dispuesto a ello con tal de no ver a la extrema derecha otra vez en el gobierno de este país. En España, la de todos, la abierta a Europa, la que ha progresado lo inimaginable en todos los aspectos económicos y sociales, la multicolor, la moderada, la que se codea internacionalmente con los grandes países. Y digo no a aquella España negra, que no era tan una, ni grande, ni libre, ni estaba arriba.
pd- 500 días de guerra injusta, Ucrania resiste, yo no olvido esta tragedia.