Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Experiencia mínima

Cuando queremos inscribirnos a una oferta de empleo, uno de los requisitos que casi siempre se nos pide es experiencia mínima. Es de entender que las empresas quieran que sus trabajadores realicen bien su trabajo, y que para ellas sea una garantía que la persona que vaya a desempeñar ese puesto lleve ya unos años trabajando en ello, ya sea en su empresa o en otra del sector.

Que le pidan experiencia a quien que lleva años trabajando y que ya la ha adquirido me parece lo más normal – incluso lo justo- puesto que se supone que ya debe de tener los conocimientos y las habilidades necesarias para el desempeño de las esas tareas sin complicación alguna, y cuanta más se supone que mejor.

El problema viene cuando esa experiencia mínima se nos exige a jóvenes que hemos terminado nuestros estudios y queremos acceder al mercado laboral. Ahí es donde no se nos puede exigir porque acabamos de terminar nuestra formación y, evidentemente, no la tenemos. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Parece que a las empresas les dé igual si hemos dedicado 5 o 6 años a formarnos sobre el puesto de trabajo que ofrecen, o lo cualificados o no que estemos; ellos lo que quieren es que tengamos ese tiempo trabajado para darte el puesto, esa maldita experiencia que a muchos nos trae por la calle de la amargura y que yo creo que no siempre es justa.

Sé que con lo que voy a escribir ahora habrá muchos lectores que no estén de acuerdo y se muestren muy en contra, pero bueno, esto es lo que yo pienso y lo voy a decir. Antes de nada, me gustaría recalcar que admiro a las personas que llevan tantísimos años trabajando, fueron capaces de sacar unos estudios adelante y de labrarse un futuro, cosa que antes no era tan fácil como lo es ahora; lo reconozco, ahora es más fácil estudiar que antes, hay más carreras, más opciones para elegir lo que queremos hacer… Pero bueno, vayamos al grano.

Un administrativo, un profesor o un arquitecto de 50 años que lleva trabajando desde que tenía 25 años en una empresa después de haber finalizado sus estudios, sabrá realizar bien su trabajo porque es lo que lleva haciendo desde hace 25 años; ya ha adquirido más que de sobra las cosas que rutinariamente tiene que realizar cada día y debe hacerlas satisfactoriamente. Sin embargo, un administrativo, profesor o arquitecto de 25 años que acaba de terminar sus estudios intenta acceder al mundo laboral y no se le permite, porque se le exige una experiencia mínima que no tiene.

Bien, ahí están expuestos ambos casos. Resulta ahora que la empresa necesita que los trabajadores realicen tareas distintas a las que han llevado haciendo hasta ahora, o que se hagan las cosas de otra forma distinta por alguna razón. La persona de 50 años seguramente tenga problemas para adaptarse a la nueva situación, pues no conocerá los nuevos métodos de trabajo, las herramientas más avanzadas para realizarlo de forma eficaz… el joven de 25 años sí tendrá esa formación necesaria para realizar las nuevas tareas que el empresario le encomiende.

¿Qué debe hacer el empresario? ¿Exigirle una experiencia mínima a ese joven cualificado para realizar las funciones? ¿O darle una oportunidad y ver cómo trabaja, permitir que él se nutra de los saberes de la persona que lleva trabajando desde hace tanto tiempo en la empresa y que el veterano se nutra también de los conocimientos del joven?

De esta situación no tienen la culpa ni los que llevan trabajando toda su vida y realizando las mismas funciones, ni los jóvenes formados que no tenemos oportunidad de trabajar porque se nos exige una experiencia mínima. Si hubiese que buscar culpables creo que serían las empresas u organizaciones que no entienden que no pueden exigir experiencia previa a personas que lo que quieren es incorporarse al mundo laboral y que están igual de formadas que los que llevan años trabajando.

Nosotros hemos aprendido los nuevos métodos de aprendizaje, conocemos las herramientas más novedosas para desempeñar nuestras funciones… sólo necesitamos que nos dé la oportunidad de demostrar lo que sabemos y no nos pongan tantísimas trabas a la hora de acceder al mercado laboral.