Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Crecer, ¿para qué?

A medida que va pasando el tiempo, nos damos cuenta de que las cosas cada día son más complicadas y que, desde que nacemos hasta que fallecemos, vamos encontrándonos con muchísimos obstáculos que debemos ir superando. Con dificultades que, a veces con nuestra experiencia, otras con nuestro aprendizaje de la vida y otras con el apoyo de los seres queridos logramos superar.

Cuando nacemos, en nuestra inconsciencia todo nos parece maravilloso, no nos encontramos con grandes problemas, todo nos lo hacen, además todo es como un juego... ¿qué preocupaciones puede tener un niño pequeño aparte de tener la pelota que quiere o el juguete que le gusta?  Bueno, quizás lo más problemático sea que la pelota que quiere no es la suya y pille un perrerón de llanto con lágrimas de cocodrilo, pero llantina que se pasa y que al poco ni se recuerda.

Seguimos creciendo. Tenemos poco que estudiar, aunque ya hay cositas que debemos ir aprendiendo y tenemos que ir haciendo deberes, tareas... para ir tomando conciencia de que debemos ser responsables y que los estudios serán una parte muy importante en nuestra vida. Pero aquí tampoco hay grandes obstáculos, no tenemos preocupaciones trascendentales, problemas de los que diríamos gordos... En esta etapa, poco a poco ya se va creando nuestra personalidad, nuestra identidad... vamos pensando qué queremos ser y cómo queremos ser, nuestras opiniones, nuestros gustos...

Y vamos avanzando así hasta llegar a la adolescencia, un periodo de cambios físicos y psicológicos en el organismo. Aquí ya se termina de desarrollar nuestra ideología y nuestra mentalidad, nos volvemos más "rebeldes" y creemos que nosotros somos los que tenemos la razón en todo lo que decimos u opinamos; tendemos a no hacer caso a nuestros mayores y a pensar que son ellos los que están equivocados. Aquí puede que aparezcan ya algunos obstáculos, como el enamorarnos de alguien, hay más que estudiar, tenemos muchos desencuentros con nuestros padres... En esta etapa también cursamos la ESO y tenemos que plantearnos qué queremos estudiar después. Siempre se ha dicho que es mejor un Bachillerato, pero... ¿Por qué no hacer un Ciclo Formativo que, además, puede tener más salidas laborales y profesionales en estos momentos? Debemos pensar muy bien qué es lo que nos gustaría estudiar y hasta dónde somos capaces de llegar estudiando, porque esto será imprescindible para nuestro futuro y, en aquel momento, para nuestro presente.

¡Y llegamos a los 18 años! Todos nos dicen que es la mejor edad, que ya eres más libre, que puedes hacer más cosas porque ya eres mayor de edad... pero, ¿de verdad cambian mucho las cosas de cuando teníamos 17 años a cuando entramos en los 18? Vale, a esta edad ya podemos votar y decidir quién queremos que gobierne nuestro país, nuestra comunidad autónoma o nuestro pueblo... pero, ¿de verdad esto es algo gratificante para los jóvenes de hoy en día? Me cuentan mis padres que, cuando ellos entraron en esta etapa y pudieron votar, fue como una especie de "fiesta" y estaban orgullosos y felices de poder hacerlo. Pero, ¿hoy en día sigue siendo una fiesta o ya no nos importa tanto? Bueno, rectifico, no es que no nos importe, es que vemos como votemos a quien votemos, luego ellos harán con nosotros lo que les dé la gana y lo último que les interesará, repito, lo último, seremos nosotros. Una vez que consiguen nuestro voto y el poder se olvidan del elector y se miran su ombligo y el de sus palmeros como mucho.

Y llegamos a la etapa adulta, yo aún no he llegado a ella, creo que figuro en la franja joven, pero por lo que sé aquí tenemos que plantearnos si seguir estudiando en caso de no encontrar trabajo (cosa que hoy en día está bastante complicada gracias a la enorme crisis en la que nos han embarcado), quizás aquí te vas dando cuenta de que ya dejas la juventud atrás y las cosas se complican exponencialmente. Seguramente ya hayamos encontrado a una persona que queremos que esté con nosotros en este camino y con la que compartir nuestras cosas, nuestras vivencias... En fin, que posiblemente aquí ya nos hayamos enamorado hasta las trancas y pensemos en compartir nuestra vida con ella. Aunque no tiene por qué ser la persona definitiva, cualquier sabe. Si decidimos seguir estudiando aún podemos hacerlo, incluso podríamos compaginarlo con nuestro trabajo. Es difícil, pero cada vez lo hacen más personas.

Seguimos sumando años y experiencias, y llegamos a los 35 años, ya se dejó atrás lo de joven. En esta etapa ya somos, o debemos ser, realmente adultos y debemos tomar las riendas de nuestra vida. Puede ser que ya estemos casados con la persona que, se supone, será la que nos acompañe en nuestro camino y tengamos un trabajo que nos permita sobrevivir, también se supone. Debemos plantearnos la posibilidad de tener hijos si no lo hemos hecho antes, dicen que esto cada vez va retrasándose más hasta los treinta y tantos; y ahora eres tú el responsable de la educación de éstos... Entre el trabajo y la familia cada vez nos queda menos tiempo para todo aquello que nos gusta hacer y que, de pequeños, hacíamos casi a diario.

Pero la vida continúa, nos vamos haciendo mayores y nuestros hijos van creciendo, van siendo ellos mismos y también pasan por todas las etapas que nosotros pasamos antes y que tan fáciles o difíciles se nos hicieron, como a nuestros padres, a nuestros abuelos... Pero ahora la cosa se complica, porque ya no somos nosotros los que sufrimos estos cambios, sino que ahora somos nosotros los padres y nos toca ayudar a nuestros hijos y "pelearnos" con ellos para que, el día de mañana, puedan ser unas personas honradas, nobles, válidas... Por supuesto, nuestro trabajo sigue ocupando gran parte de nuestro tiempo, y bendito sea si nos sigue durando.

Llegamos a la vejez, es inevitable, nos vamos haciendo más mayores y cada vez tenemos menos ganas de hacer cosas... Pero también llega la jubilación y, por tanto, dejamos de trabajar y tenemos que pensar cómo queremos ocupar nuestro tiempo libre, que ahora es mucho, y qué actividades nos gustaría hacer. Quizá en esta etapa es donde más podamos disfrutar de nosotros, de nuestra familia, que se ha podido ver incrementada con los nietos, y si no tenemos ninguna enfermedad y nos encontramos en buen estado físico y psicológico se nos abre un camino distinto. Pero también pueden aparecer algunos síntomas de dependencia, otra vez volver a ser como niños, por lo que debemos permitir que nos ayuden y afrontar esta situación de la mejor manera posible. Hemos luchado mucho durante toda nuestra vida, y ahora debemos permitir que sean otros los que nos ayuden, ya sean técnicos especializados o bien nuestros propios familiares.

Y, por último, fallecemos. Igual que nacemos, nuestro cerebro deja de funcionar y nuestro corazón se queda quieto y deja de latir...

Y entonces surge la eterna pregunta, ¿entonces qué sentido tiene la vida? ¿Para qué nacer si vamos a morir tarde o temprano? ¿Qué ganamos creciendo si al final perdemos nuestra vida? ¿Dios es la respuesta? Lejos de que este simple mortal responda, les deseo un buen verano y carpe diem.