El rencor es mala cosa. Primo hermano de la envidia, ambas procuran poco placer al que las sufre a diferencia de la lujuria o la gula. Estas al menos, alegran el cuerpo serrano.
La salida en tromba de varios dirigentes de Podemos, reclamando devolver los varios cientos de millones de euros (han contado alguna vez 350 millones de euros) que Amancio Ortega ha donado a la sanidad pública para equipos de Oncología, resulta sorprendente, cuando no pasmosa.
El argumento esgrimido de que la sanidad pública “no necesita limosnas de nadie”, retrata la catadura de los dirigentes en cuestión.
Es evidente que los presupuestos sanitarios han de estar contemplados en las cuentas del Estado y CCAA via transferencias. Igualmente, resulta imprescindible que cualquier movimiento monetario en tal sentido, cuente con los necesarios sistemas de control del origen y destino de donativo dinerario en cuestión, evitando la tentación de alguien de aparecer como benefactor cuando en realidad se esconde dinero de dudosa procedencia. Este no es el caso.
Amancio Ortega, por mas vueltas que le demos, es un empresario grande y amplio, en los sentidos literales de los términos. Grande porque ha sabido construir un imperio, desde una tienda de pueblo y amplio porque en su adecuada y extensa expansión por los cinco continentes, ha sabido llevar la marca España (entienden los dirigentes en cuestión que es España y su marca) literalmente a todo el mundo. Miles de puestos de trabajo contemplan su actividad, la cual a fecha de hoy, ha sabido ir delegando en responsables mas jóvenes y muy capacitados de suerte que el futuro de su entramado empresarial, parece estar sobradamente asegurado.
Que resorte pues ha tocado Ortega, para que en Podemos lo desprecie de tal modo. No alcanzo bien a descifrarlo, pero sin duda algo de rencor, subyace en el fondo. Seguramente el hecho de que Ortega sea una persona popular y del pueblo (Siempre lo veo con la misma ropa informal, fabricando él mismo ropa...toda una metáfora), que mantiene sus costumbres y que se rodea de su misma gente, tenga que ver en ello. El mito del empresario distante, tras el espeso humo de su gigantesco habano, con Amancio no funciona, con lo que de alguna manera, desmonta ciertos clichés que Podemos se empeña en mantener.
La sanidad pública es de todos, y entre todos debemos cuidarla y mantenerla.
¿De verdad el erario público está tan boyante como para despreciar una ayuda de tal calibre en el momento actual?... Por no hablar de los pacientes que se beneficiarán (ya lo están haciendo) de los equipos Oncológicos en cuestión.
En fin. Mejor arrimar el hombro, que solo mirar lo negativo. No les parece.