Como comentaba en el artículo anterior, la Asociación Cultural Naufragio cumple en 2016 diez años de existencia y escribo estas palabras para compartir algunas experiencias, en espera de que conozcan mejor a este grupo cultural del sur de Córdoba por lo vivido.
En esta segunda parte toca hablar de la ausencia, en todas sus variantes.
¿Alguna vez han asistido a la presentación de un libro o revista a la que no se haya presentado, y no hay redundancia, el presentador? Pues en Naufragio nos pasó. Fue en la presentación del nº 7 de Saigón en el Bar El Chato en Cabra y el presentador, a quien no voy a nombrar por decisión mía, estaba ilocalizable. No, no le había pasado nada, tampoco a su familia. Nos dejó plantados y punto. ¿Qué hicimos? Al final, José Manuel Valle y yo tuvimos que hacernos cargo de esa presentación. En las páginas de Saigón 7 aparecía mi artículo sobre el tango La novia ausente y unos versos de Rubén Darío. Recuerdo perfectamente que aludí a aquellas palabras del autor del citado tango, Enrique Cadícamo, acerca de lo que dijo sobre otro titulado Anclao en París, que lo que sale «al natural» siempre es mejor, como recomendaba Aristóteles… Porque yo no me preparé nada ni había tenido contacto con el número 7 hasta entonces. Pero el público, una docena de jóvenes entonces, salió contento.
En lo que respecta a la ausencia de público, hasta 2011 hemos tenido actividades muy pobres en este aspecto, que lejos de abatirme, me han animado a seguir adelante. Un par de casos muy llamativos, que ahora reviso con humor –aunque confieso que entonces no me hizo gracia–, fueron, primero, en una presentación de Saigón en Cabra llegó a haber tanto público venido de Lucena como de la propia localidad que acogía el acto; y, segundo, un foro que preparamos sobre Lara al que no asistimos nada más que el director del foro y yo. ¿Qué se le va a hacer? No siempre sale todo bien ni siempre gusta todo lo que hacemos. El recital cofrade comenzó con poco público, pero hemos tenido tres años consecutivos con un buen número de asistentes. El recital de idiomas comenzó con mucho público y en 2015 vino poco. La Noche de relatos de terror siempre ha tenido un número de asistentes cercano al centenar, excepto en 2014.
Sin embargo, en esto de las ausencias, por lo contrario, es inolvidable la anécdota que protagonizó Ana, a la que desde estas líneas le envío un saludo, mi compañera de presentación del I recital de idiomas, quien se encontraba un punto más que nerviosa con la sala de La etiqueta me duele de la Biblioteca de Lucena llena hasta el fondo, pues fue todo un éxito la primera vez que realizamos esta actividad. Al final del acto, dijo lo siguiente:
–Gracias por vuestra ausencia.
Ella misma fue la primera en reírse de este despiste y se me acercó para decirme con su sonrisa: «que les he agradecido la ausencia, ¡qué ocurrencia!»
Ojalá todas las ausencias hubieran sido así, porque las más dolorosas, las de la muerte, también nos golpearon. Vayan estas líneas finales como recuerdo para Mamen Abad, Fernando Díaz de la Guardia y Rafa Manjón-Cabeza Guzmán, quien escribió:
El peso atropellado del destino
cae sobre cada cabeza.
Rafa lo dejo claro. El resto de Naufragio, pasado el tiempo, también.