No conformándose con haberlo tomado al asalto, las hordas bárbaras que acampan en la orilla izquierda del Guadalquivir, están dando uso a las instalaciones hasta hace dos semanas cerradas, abandonadas a su suerte, del colegio Rey Heredia.
Además de Asambleas, charlas sobre Pensiones, Renta Básica, LOMCE, desahucios, ¿qué hacer en la actual situación?... hunos, ostrogodos y visigodos limpian, pintan las paredes, dan vida al edificio, logran que en el patio vuelvan oírse las risas de los niños en la ludoteca, ilusionan a decenas de familias ante la posibilidad de que sus hijos reciban clases de apoyo gratis (más de 20 profesores voluntarios implicados, todas las materias cubiertas) y consiguen que un río de solidaridad esté inundando de libros y mobiliario las aulas que fueron soñadas para transmitir cultura, educación, ciencia y nunca para que el fanatismo o el integrismo campase a sus anchas pisoteando de paso la memoria del arquitecto socialista Azorín Izquierdo, fallecido en el exilio mexicano, que lo diseñó como primer colegio racionalista de la ciudad.
La liberación del espacio público ha puesto sobre la mesa múltiples focos de debate. Los parados del barrio, hartos del papel pasivo, de la cita previa para sellar la nada que le asigna un número de teléfono, se están organizando y tomando conciencia de que somos las víctimas, no los culpables del inhumano sistema que nos convierte en mercancía. Y eso los hace peligrosos.
Los colectivos del Sector Sur, hasta ayer ignorados y ninguneados por los responsables municipales empiezan a escuchar la palabra “diálogo” pronunciada por quienes hasta hace poco, fieles seguidores del Conejo Blanco de Alicia, sólo decían al verlos: “No hay tiempo, no hay tiempo. Llego tarde”.
E incluso algunas de las Asociaciones y Colectivos desalojados a raíz de las “reformas” de la Casa Ciudadana reciben ofertas de “realojo”. Por supuesto que la nueva actitud de los munícipes es casualidad, no han tenido nada que ver en el cambio las movilizaciones y reivindicaciones.
Además del plus que ha supuesto la convivencia entre ciudadanos que se han escuchado mientras intercambian experiencias y de colectivos que han dejado al margen prejuicios y el ser puntillosos en temas nimios porque valoran la importancia del trabajo común, la Acampada Dignidad ha tenido otra virtud: levantar las alfombras para ver la basura, la dejadez acumulada por una gestión municipal (de ahora, pero también de antes) manifiestamente mejorable.
No nos ha extrañado constatar lo que sabíamos: cuanto más lejos está el horizonte electoral más cara de esclavos se nos pone a los ciudadanos cuando nos miran los gobernantes. También da para un estudio sociológico el talante de los Nieto, Torrico y demás cargos electos de la derecha extrema que nos desgobierna: su cien veces demostrada predisposición a la genuflexión para atender las demandas cuando de poderes fácticos se trata, se convierte en sordera, con cara avinagrada de fastidio y el “No” permanente en los labios, si las peticiones llegan de colectivos populares.
Desde el primer día se ha intentado desacreditar, desvirtuar a la Acampada. Una de las perlas salió de la boca del Alcalde. Se quejaba de no tener interlocutores en Rey Heredia porque los recuperadores del espacio ciudadano al que se quería dejar morir, eran “anarcoides”. Podía haber utilizado sin problemas la palabra “anarquista”. No insultaba a nadie con ella. Al contrario.
La Acampada no tiene ideología porque en ella cohabitan múltiples pensamientos unidos por la búsqueda de soluciones a preocupaciones comunes (pensiones, paro, educación, sanidad, desahucios...) Y, afortunadamente, cuenta con valiosos y numerosos compañeros anarquistas trabajando activamente.
Si para esta semana que comienza desea cambiar la adjetivación, que utilice el Sr. Nieto lo de “comunistoides” (¿sacarán las fuerzas para resistir algunos de restos del oro de Moscú que quedó escondido?), “republicanoides”, “ecologistoides”, “pacifistoides”... Lo que desee. No injuria quien quiere sino quien puede. Pero pueden ahorrarse los calificativos. Bastaría con el de ciudadanos conscientes que reivindican sus derechos. Sin etiquetas.
Además, calificar a los demás entraña un riesgo. Que tú seas calificado a la vez. ¿Cómo llamarán ellos a las amenazas de desalojo, al corte de agua, a los intentos de amedrentar...?: ¿Matonismo “fascistoide”?
Una sugerencia: ¿les daría igual también -como en los ejemplos del párrafo anterior- suprimir el sufijo “oide” que entra en la formación de palabras con matiz despectivo y quedarse con el sustantivo a secas?
Cuando hace dos semanas se inició la Acampada intuíamos pero no sabíamos. Hoy podemos decir que con ella ha quedado meridianamente claro que se ha recuperado un espacio no sólo físico, también mental.
En este último se ha proclamado que la Caridad -por bienintencionada que sea- no puede nunca sustituir a la Justicia y que los seres humanos -sólo por serlo- tenemos Derechos imprescriptibles. La Dignidad, concepto que engloba a muchos otros, es uno de ellos.
Decía Primo Levi, en su estremecedor relato de sus vivencias en el campo de exterminio nazi,
“Si esto es un hombre”:
...Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo...
que se obligaba todos los días a recordarse que, pese a las condiciones infrahumanas y el horror omnipresente, él seguía siendo un ser humano.
Este ejemplo, esta idea, nos sirve de referente a la hora de plantear, de articular nuestras pequeñas resistencias en la Acampada Dignidad: empezamos a socavar el sistema económico capitalista que nos atenaza y nos humilla cuando nos negamos a doblar la cerviz e inclinarnos a sus caprichos sin rechistar.
Comentarios
¡¡A las mariscadas!!
Confieso que hace tiempo esperaba su artículo porque, a fuer de disparatados sus enfoques, consigue usted hacerme sonreir ante los disparates que profiere. Con el artículo que leo sobre Rey Heredia se sitúa usted en la cumbre del disparate. Excuso comentar las barabaridades guerracivilistas y de izquierda radical porque ya lo hacen por sí solas. El trastorno delirante siempre me ha apasionado por lo imaginativo, fértil y colorido. No entro en el fondo de la cuestión que usted plantea porque baste decir que esa ocupación es sencillamente ilegal. A partir de ahí sobra todo lo demás. Sobra todo excepto la constatación de que "es usted de otro tiempo". No desaprovechen la oportunidad para proferir aquello de ¡a las mariscadas! Saludos camarada de trinchera, ¡No pasarán! (¡Ay Dios, pero qué divertido es usted!)
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