Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La Magna

En el 78 estaba un servidor de Sindicato Unitario, de ORT y de PTE hasta las cejas. Y es que uno no se conformaba con militar en partidos “blandos” ni en pertenecer a sindicatos que no iban más allá de una tímida pintada. No, lo mío era plantarle cara, en vivo y en directo, a cualquier situación que atentara contra la sagrada libertad. Y por ello, acudía a canturrear, por ejemplo, junto a mi amigo Crisanto, allí donde fuéramos útiles: las puertas de las fábricas, las aceras de las oficinas del paro, las asambleas de trabajadores, los colegios, los pueblos de la provincia, etc.

En el 78 firmaba el Conde, como presidente de Comité de Empresa, hasta convenios colectivos dentro del sector químico. Y la verdad es que no me importaba aparecer en el punto rojo de la diana las veces que fuera menester, puesto que en todo lo que me involucraba apostaba por el ciento por ciento. Sin duda, eran los tiempos, lo aconsejaba el mismo tiempo en que vivíamos. Y es que el 78 tenía todas las papeletas vendidas para que ante el desajuste llegara, por fin, el ajuste. Que en el 78 yo deposité en la urna mi papeleta con el SÍ… Me pareció que se sentaban unas bases claras y claves para el desarrollo de la democracia en España.

Pero ¡ay, amigos! Con el paso de los años, la Magna se ha ido convirtiendo en un cúmulo de despropósitos cuando de llevarla a su práctica se ha intentado, en una Carta cuanto menos devaluada, en papel mojado que dirían y que dicen muchos. Y todo, porque como proclama un filósofo español: “En el terreno moral y político, hay distancia entre lo que nos pide la norma y nuestra acción”. En este caso, está claro que determinados artículos de nuestra Constitución ya no son lo que eran o sencillamente se les ha puesto a rodar dependiendo de la coyuntura económico-social del momento y de quienes en esos períodos o en otros han venido gobernando más en consonancia con sus propios intereses que en el interés de la mayoría de los ciudadanos.

Lean ustedes, con la minuciosidad de un arqueólogo, el artículo 16 en el que se escribe sobre la “libertad ideológica y religiosa”, y luego me cuentan. Lean ustedes el artículo 1 en el que se escribe sobre “la soberanía reside en el pueblo”, y después me cuentan. Lean ustedes el artículo 14 en el que se escribe sobre “la igualdad ante la ley”, y a continuación me cuentan. Lean el 17, y el 20, y el 35, y el 44, y el 47, y el 50… Lean, lean, y cuando nos volvamos a ver me comentan.