Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La comunicación

Comunicarse es un acto no solo reservado a los humanos, pero somos nosotros los que lo hemos elevado a sus más altas cotas. Desde las señales de humo de los indios norteamericanos al silbo canario, comunicarse entre iguales ha trascendido mucho más allá de la comunicación verbal a través del lenguaje. Es, sin embargo, la comunicación oral la que más alto nivel de elegancia o insulto, según se aplique, ha conseguido en la interrelación entre personas, adoptando ésta múltiples formatos de un tiempo a esta parte.

Las inmensas posibilidades que nos aporta le Red, apelativo innominado donde Internet, y sus derivadas las redes sociales, generan tal cúmulo de información que solo el desbroce de lo verídico de lo falso, ya se plantea como un ejercicio imposible. Amén de esto, las posibilidades del uso artero de la misma, son inmensas. De entrada, la cantidad de noticias falsa o medias verdades como he comentado antes, pero no solo eso, sino el uso directamente deformado de los propios datos informativos. Antaño, era rico quien poseía casa y haciendas, cabras y ovejas, olivos o tierras calmas.  A fecha de hoy, quién tiene la información, a través de la comunicación, es quien domina el mercado y con ello, los recursos. Vale más un buen aviso vía e-mail de un amiguete, que te permita colocar tus recursos y atención en el lugar y momento adecuados, que toda una vida de abnegado trabajo. Por cierto, ¿qué es eso de la abnegación, alguien lo sabe a fecha de hoy?

La otra gran derivada del asunto, la cual se desprende de la hiperatención que todos prestamos a los medios, es la posibilidad de manipulación de los mismos. La comunicación es el medio para “autentificar” los hechos, circunstancias y personas, para juzgar y para condenar, para ensalzar y para machacar, para dar patente (?) de veracidad a las cosas, orillando jueces y parlamentos , en principio estamentos destinados a tal fin y en suma, generar toda una niebla en la que distinguir la realidad de la ficción, lo virtual de lo carnal y la verdad (¿existe a fecha de hoy?) de la mentira, resulte un ejercicio poco menos que imposible. Quién así actúa, sebe muy bien que una mentira repetida las veces necesarias, a veces se convierte en verdad y que en cualquier caso la memoria colectiva es tan flaca, que lo malo hace semanas, se admite como “adecuado” al poco tiempo.

En esta marea, no nos engañemos, todos estamos sumergidos, desde los políticos de dudosa veracidad, para los que la hemeroteca es un verdadero martirio, hasta el consumidor compulsivo del “black friday” (¡Que palabro!), que compra lo que no necesita acuciado por la publicidad impía. ¿Dónde quedan el raciocinio, la reflexión y el sentido común? ¿Qué perciben nuestras jóvenes generaciones de todo esto?

Uno tiene recorrido casi todo el camino, pero en un par de meses nacerá mi primera nieta. Siento pavor sobre lo que tendrá que negociar, tan apartado de los valores básicos del alma humana, y no estoy hablando de religión, cada uno es muy libre de tenerla o no, sino de moral, en el amplio sentido del término. Ya sé que los gacetilleros de tres al cuarto, como yo, que nos empeñamos en escribir reflexionando a la vez, sin interés espúreo ni segunda intención, tenemos los días contados. Pero espero que mi futura nieta y toda su generación, encuentre este planeta (o lo que quede de él) habitable y comunicativamente humano. Curiosamente, y la historia nos lo demuestra, siempre, en el último momento, el ser humano encuentra solución a los problemas. Prefiero seguir siendo optimista.