De verdad que no me gustaría escribir nada que se relacione con la política, pero hay ocasiones en que esa reticencia se ve ninguneada por la actualidad.
En esta ocasión se trata del juez Peinado, que más que un juez parece un político de la derecha más rancia. Recuerdo que es el que lleva la instrucción por la imputación de la mujer del presidente Sánchez, Begoña Gómez, a la que acusa de ya no se sabe qué. Es rocambolesco que nunca encuentra nada de peso, pero aún así sigue y sigue buscando delitos hasta debajo de las alfombras de Moncloa, como un sabueso desesperado porque no encuentra su presa.
El proceder de este puñetero no es normal, así lo manifiestan muchísimos juristas de prestigio reconocido, pero sin embargo desde el Poder Judicial aún no le han llamado la atención. ¿Qué pasa aquí, corporativismo? Uno no quiere pensar que es eso, pero claro, peor será pensar que el Poder Judicial está tan derechizado que calla, y el que calla, otorga.
Algunos de los interrogatorios de este juez, que no lo es de carrera, sino ascendiendo a saber con qué méritos, han sido muy comentados en medios de comunicación y redes sociales, pero sin lugar a dudas, para mí el que le hizo hace nada al ministro Bolaños es para enmarcarlo. Una persona que está citada como testigo y que parecía que el puñetero juez lo interrogaba como imputado, con un tono de prepotencia y extralimitándose claramente. En un momento determinado le dijo: “No sé a qué obedece que esboce usted una sonrisa”. Vamos que ahora no se va a poder ni sonreír porque el señoría no sabe por qué lo hace, o porque le molesta, cualquiera sabe. Demasiado recatado fue el ministro contestándole: “señoría, me está resultando muy sorprendente su interrogatorio, por eso esbozo una sonrisa”, porque yo le hubiera contestado que a él qué le importa si me sonrío y de qué; eso qué coño, con perdón, tiene que ver con el caso por el que está declarando.
Peinado confunde que él es una autoridad, con creerse superior. ¿Una persona tiene que tolerar esos aires de superioridad por parte del que está ahí para impartir justicia? Eso en términos de calle es una bordería en toda regla, que se hubiera merecido como respuesta otra y en términos superlativos. Un juez de las características de Peinado que no respeta a quien para él son políticos y enemigos, no es un juez válido. Si él no respeta para mí no merece el más mínimo respeto.
Cuando se mezclan los Poderes del estado pasa esto, es uno de los conflictos que nuestra democracia no tiene resuelto. El Poder Judicial está más que dañado ante la opinión pública, no solamente por la actuación de Peinado, ahí está también Hurtado, que del caso del novio de Ayuso, que lo llevaba una jueza, pasa él a imputar al Fiscal General, dejando al margen a Miguel Ángel Rodríguez, el asesor de Ayuso, que reconoce su actuación en los hechos de infiltración de bulos. Dos jueces relacionados en muchas contiendas con el beneficio al Partido Popular, eso es lo que hay.
Con este panorama no sólo se sonríe cualquiera, da para reír a pierna suelta o llorar a lágrima viva, según cada cual. El grado de tensión que se ha creado entre la derecha y su extrema derecha y la izquierda más o menos extrema hace que se viva con una crispación que yo no he conocido en mi vida, y uno ya va teniendo unos añitos. Parece que no pueden convivir juntos unos con otros, y también parece que o eres de unos o eres de otros, que te tienes que polarizar quieras o no. Además esto se vive con beligerancia, afortunadamente no siempre física, pero sin duda que la verbal está a la orden del día.
Tampoco nunca había oído tanto diferenciar a la gente por fachas o comunistas. La derecha llama comunista a todo el que no opina como ella, y la izquierda hace lo mismo llamándolos fachas. Quiero pensar que esto es una simplificación lingüística nada más, porque los que no son fachas ni comunistas se ven en un limbo, pensando que sus ideas no se pueden enclavar en solo dos espectros. Esa es otra maldad de la polarización que han inoculado nuestros políticos en una sociedad muy dañada por sus procederes. Si la polarización también llega a la judicatura ya me dirán ustedes, nos vamos a sonreír, más a reír y mucho, mucho, mucho.