Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Con más pena que gloria

Y se acabó el que anunciaban como el debate decisivo de esta campaña electoral, yo diría que por fin, más que nada por lo pesados que estaban en Atresmedia. Y como siempre pasa cuando hay tanta expectación nos llevamos una decepción, hablo por mí.

 Cada cual habrá sacado sus conclusiones, todos hemos visto y oído lo mismo, pero la pasión ciega a quienes ya antes de empezar tenían a su claro ganador o ganadora. A esos ni debate ni gaitas, tienen el voto decidido hace tiempo y su condición no les deja ni oír a los demás. Pero lo curioso es que yo que no tengo ningún vínculo partidista me he visto en un debate flojo, poco fructífero.

Se ha querido hacer algo novedoso, los participantes no eran quienes imponían las preguntas al medio, sino que eran los periodistas quienes, desde su supuesta independencia, crearon el cuestionario. Sinceramente esperaba otra cosa, Ana Pastor me pareció una periodista sin chispa, no era la incisiva y peleona de siempre, incluso Vicente Vallés me pareció más mordaz que ella. No se hincaban los colmillos como era de esperar, y no será porque los presentadores no los tuvieran retorcidos, y eso hizo que mi valoración del debate bajara muchos enteros. Yo no buscaba sangre, evidentemente, buscaba hurgar realmente en las pretensiones de cada uno al margen de un programa político memorizado y requeterrepetido con un baile de cifras que, en algún momento y por algún ponente, fueron incluso confundidas. Buscaba la verdad, esa verdad utópica que si acaso se atisba, pero que nunca se llega a encontrar. Yo no llegué a atisbarla siquiera.

Los bloques temáticos eran muy importantes, evidentemente, pero el de economía pasaba por modelos que la gente de la calle no llega a comprender claramente, de ahí que muchos digan que todos llevan razón. Lo peor el “y tú más”, ya no sólo entre los dos de siempre, también los nuevos iban cayendo en la trampa ingenua.

 El bloque de educación podría haber dado mucho más juego, Sánchez sigue con su discurso de obligatoriedad hasta los 18 años cuando ya los 16 les vienen muy largos a padres, madres y profesorado, y ni hablar del alumnado. Nuevamente los socialistas se empeñan en pedagogías a la fuerza, pedagogías de sillón con la excusa de buscar igualdad. ¿Pero qué igualdad de oportunidades es esa, señor Sánchez? Este hombre no tiene ni idea de lo que es la etapa de Secundaria. La bajada de votos que le dan todas las encuestas debería de pensar que viene, entre otras cosas, de los muchos docentes que aborrecen tanta falacia. ¿Y las constantes interrupciones que hizo? Le pidieron los demás que no se pusiera nervioso, pero a pesar de negarlo estaba que trinaba. Es la viva estampa del quiero y no puedo.

Pablo Iglesias, que parecía el más seguro, tuvo momentos de verdadero esperpento, sobre todo cuando habló de la masiva manifestación que se hizo en Andalucía aquel añorado 4 de diciembre en favor de una autonomía de primera, lo que dio lugar al histórico referéndum del 28F. Bueno, eso fue lo que pasó, Iglesias dijo que se pidió la audeterminación, vamos que sin yo saberlo voté para que Andalucía fuera independiente de España. El otro día la pifió con el cargo de Trinidad Jiménez y ayer con Andalucía. Calladito estuvo para ni nombrar el batacazo de su amigo Maduro. Lo de Tsipras sí se lo echaron en cara varias veces. Sin duda Podemos crea dudas.

Alberto Rivera parecía el más nervioso aparentemente, sus continuos movimientos así lo hacían notar, sin embargo no fue esa mi percepción, eran las ganas de decir y el no poder intervenir en cada momento, además de que siempre lo he visto así (dos veces en El Hormiguero y una con Évole), sin poder estarse quieto. Sin duda es el más beneficiado en las últimas encuestas, algunas lo sitúan por encima de los socialistas y casi a la par de los populares, eso de por sí debe de poner nervioso a cualquiera. Rivera era atacado por haberse aliado con el PP en algunos sitios, no se lo paraba de decir Sánchez que llamaba derecha a Ciudadanos, cuando aquí en Andalucía precisamente apoyó al PSOE. Esa indefinición no la supo explicar bien Rivera y deja muchas incógnitas sobre su postura postelectoral.

Soraya estaba en el debate de suplente, había saltado desde el banquillo porque al titular se veía que el partido le venía grande, así que allí estaba ella en el césped de Antena 3 para defender su color azul gaviota. Anduvo serena, contestaba a lo que quería y se desmarcaba de maravilla cuando la pregunta le era incómoda. La vi el otro día en el programa de Calleja y no era la misma, no se la vio tan fresca y segura, sobre todo cuando se habló de corrupción dijo algo que llevaba más que preparado, era lo políticamente correcto nada más, quizás la gente hubiera esperado algo más. En la fase económica me parecía que estaba hablando Fernando Priego cuando le decía a Sánchez que ellos dejaron las arcas en la ruina, y que bastante han hecho con volver a estabilizar las cuentas, disculpándose así por no haber hecho nada en materia de empleo, por ejemplo. Discursos similares, bien aprendidos por los populares, pero que ya no cuelan.

Ni el debate fue tan decisivo, ni cumplió con lo anunciado a bombo y platillo. Nadie habló de la Iglesia y sus millonarios privilegios, ni cuando en educación tuvieron la oportunidad de hablar de la clase de religión. No se habló de la investigación médica, ni se trató el tema de la libertad de expresión o de la Ley de dependencia. Cosas que a la gente le importa y mucho.

Se criticó que no iban a estar todos los que son candidatos, que faltaba Garzón o Herzog por ejemplo, pero es comprensible que se limite un poco el número para que pueda ser fluido. En realidad estuvieron los que las encuestas sitúan más arriba y los que en las pasadas elecciones locales y autonómicas andaluzas han sido más representativos. Lo que hubiera estado bien es otro debate con los de siempre y los que faltaron.

Ya sólo queda el cara a cara del perdido Rajoy y Sánchez, la última oportunidad de que el socialista levante cabeza y de que el popular dé la cara y se mantenga firme ante los votantes. Ese no será tan amable como las entrevistas de Bertín. Es el fin del bipartidismo claramente y espero que de los cara a cara. Cuatro no son multitud.