Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Miedo

Tras una campaña electoral marcada por los continuos apoyos y mimos entre los partidos de derecha y, por el contrario, una rivalidad entre los de izquierda, sumado a una jornada de reflexión en la que poco he tenido que pensar, ha llegado el día 2 de diciembre de 2018, una fecha que seguro marcará un antes y un después en Andalucía.

Debido a que ha sido la primera vez que he podido votar, por fin, esta mañana me he despertado con una mezcla de sensaciones en el cuerpo, que iban desde el nerviosismo ante la novedad y la incertidumbre de cara a la gran responsabilidad que esto conlleva.

Pues bien, el escrutinio acabó unas horas después y la única palabra que define lo que siento es MIEDO.

El partido líder en votos ha sido el PSOE con un total de 33 escaños, seguido del PP con 26 y ciudadanos con 21; por su parte, Adelante Andalucía ha conseguido 17 y la gran sorpresa de la noche la ha dado el partido ultraderechista VOX con 12 escaños. También cabe recalcar la escasa participación, que no ha llegado ni al 60% del total, cifra que muestra la insatisfacción con la política actual.

La verdad es que, en mi joven cabeza, las cosas se tornaban muy diferentes. Había soñado con una renovación significativa en la mentalidad de los andaluces, que darían su voto a partidos de izquierda que lucharan por los derechos de una de las comunidades que más lo necesitan. Pero no, muy a mi pesar, los partidos del ala derecha han conseguido muchos más escaños que los de izquierda, haciendo así que, si se unieran en una hipotética coalición, conseguirían entre los tres hasta 59 escaños, 4 más de los necesarios para obtener mayoría absoluta en el Parlamento.

Muy pendiente de la televisión regional (que VOX defiende neutralizar), encargada de dar los resultados de la votación, me he parado a pensar qué está ocurriendo en esta sociedad que parece que no aprendió de 40 años de dictadura y represión y que ahora apoya a una derecha más consolidada que nunca. Además, sigo sin entender cómo una comunidad como Andalucía, que se encuentra en una situación tan precaria, y que cuenta con un modesto presupuesto siendo la que más habitantes posee, ha podido apoyar a partidos que se preocupan más por una bandera que por los derechos de los trabajadores.

No me cabe en la cabeza cómo VOX ha conseguido casi 400.000 votos en una comunidad que siempre ha sido pionera en la lucha por los derechos de todos y cada uno de sus ciudadanos. No me cabe en la cabeza cómo un partido xenófobo, racista, homófobo, machista y antieuropeísta ha convencido a tan ingente cantidad de votantes en pleno siglo XXI. No me cabe en la cabeza cómo una comunidad que siempre ha ayudado a los inmigrantes, por lógicas razones geográficas, y que tiene un pasado marcado por la multiculturalidad ha apoyado en tanta medida a quienes piden una expulsión masiva de todos y cada uno de los inmigrantes que pisan nuestra tierra. De verdad que lo intento, pero no puedo.

Además, me reconcome pensar si esas personas que han estado haciendo burla continua a la posible llegada de la ultraderecha al Parlamento andaluz ahora se sienten bien. Y de verdad que estaría encantado de hablar largo y tendido con algún analista que trate de explicar la razón por la que esta comunidad ha cometido este error garrafal, desde mi punto de vista.

Por otra parte, mi empatía me lleva a colocarme en el lugar del colectivo LGTB, que tanto progreso y visión de futuro ha conseguido en los últimos años y que ha sufrido uno de los peores golpes desde que comenzó su revolución. Está claro que su nuevo pensamiento abierto al cariño sin importar el sexo y a nuevas relaciones familiares no han sido bien acogidas por un pueblo que, por lo visto, se ve muy avergonzado de que las personas puedan amar libremente y que prefiere defender el matrimonio cristiano antes que la libertad de amor y pensamiento. También creo que ha sido un duro día para el feminismo que, aunque está luchando a diario por la igualdad entre hombres y mujeres y por una sociedad alejada del machismo que acaba con ellas, se ve que no ha conseguido calar en las mentes más retrógradas que, recuerdo, son mayoría en la comunidad.

También  me gustaría poder dar respuesta a todas las preguntas que surgen en mi cabeza una detrás de otra como: ¿de verdad los votantes de VOX, PP y C’s son conscientes de en quién han dejado su voz en el Parlamento? Si se diera la coalición de derecha, ¿qué pasaría con temas como la violencia de género, el aborto, la sanidad pública, la ley de memoria histórica…?; y la que más miedo me causa: ¿qué será de nosotros en un futuro?

Además, tras estos resultados, he de reconocer que he tenido que tragarme mis palabras, ya que cuando estudiaba en el instituto me decían que Hitler había llegado al poder democráticamente y que Le Pen y Trump estaban haciendo resurgir la derecha en el mundo, aseguré que esto no pasaría en España y mucho menos en Andalucía. “Insensatos y locos” llegué a alegar incluso…

Tengo muy claro desde el principio que en este país nos hemos equivocado. En lugar de censurar y castigar a toda apología fascista, nos hemos dedicado a taparla y decir que estaba extinguiéndose, cuando cada 20 de noviembre se echan a la calle entonando el himno fascista por antonomasia en España y levantando la palma de la mano en dirección al astro que le da nombre. Muy a mi pesar, esto no ha sido así y, poco a poco, han ido resurgiendo y finalmente han llegado incluso a engatusar a cientos de miles de votantes, obteniendo representación en una democracia que ellos mismos rechazan.

Nada más que aportar. Solo he de decir que, aunque nos guste o no, las primeras impresiones pueden ser decisivas y, la primera impresión que he tenido frente a las urnas no ha sido más que de decepción e incomprensión. Espero que la próxima vez, si es que la hay a este ritmo, la ciudadanía haya cambiado de una vez por todas y responda a la llamada incesante de la libertad.