Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La Universidad pillada en bragas

España (y el resto del mundo) lleva inmersa en una situación de incertidumbre y miedo más de 50 días desde que se proclamara un estado de alarma que ha causado grandes estragos en todas las facetas sociales, económicas y políticas posibles.

A lo largo de este fatigoso pero ineludible confinamiento, el Gobierno de nuestro país se ha valido de diferentes Decretos Reales, que cada vez cuentan con menos apoyos, para ir alargando esta coyuntura y controlar en todo momento qué se puede llevar a cabo o no por parte de la ciudadanía: confinamiento en casa, privación de libertades esenciales, prohibición de llevar a cabo ciertos trabajos no considerados actividades esenciales… todo ello con vistas a luchar contra este virus que nos ahoga por momentos y que se ha llevado ya a más de 28.000 personas.

Pero lo que parece que a este Gobierno se le ha olvidado es la actividad estudiantil universitaria. Desde un primer momento, los estudiantes hemos sido el sector más olvidado y al que menos medidas se han destinado, dejando en manos de verdaderos ineptos la gran responsabilidad que conlleva guiar de manera adecuada el futuro de nuestro país.

Recuerdo perfectamente aquel 12 de marzo en que el estado de alarma todavía no había sido propuesto y en el que, los alumnos y profesores, fuimos empujados por las autoridades a asistir a clase aun sabiendo desde hacía varios días lo que iba a ocurrir, solo hacía falta mirar los telediarios y leer algún que otro tweet sobre la situación que se estaba viviendo por el este. Lo mismo ocurrió al día siguiente, pero ya con el rechazo de casi el total de la comunidad educativa y con la respuesta absentista de un porcentaje altísimo de alumnos que, en gran medida, decidieron regresar a sus hogares para ponerse a salvo de cualquier posible infección. Al día siguiente, 14 de marzo de este año, el Gobierno declaró una cuarentena nacional por medio de un estado de alarma que hoy mismo espera ser alargado y que, a excepción de esta semana, ha restringido lo máximo posible la afluencia de ciudadanos en nuestras calles.

¿De verdad era necesario que los alumnos asistiésemos a clase aquellos 12 y 13 de marzo sabiendo lo que podría haber implicado? ¿Merecía la pena poner en riesgo la vida de tanto estudiantes nacionales como internacionales por unas horas lectivas que no supondrían ningún cambio real en nuestra enseñanza? Estas y muchas más son las preguntas que, los olvidados alumnos todavía nos hacemos y que sin duda alguna nunca serán contestadas por ningún mandamás con algo de sentido común.

Aunque esto parezca demencial, peor ha sido el trato recibido por el Gobierno a posteriori. Mejor dicho, la total y completa desatención, porque aún seguimos los estudiantes universitarios esperando alguna medida que sea pensada para mejorar este trance por el que estamos pasando.

Las primeras semanas fueron un total cachondeo. Las decisiones sobre qué iba a ocurrir para continuar de alguna forma con la ingente infraestructura de enseñanza de la que disponemos deberían llegar de mano del Gobierno central. Hecho que no ocurría. Más tarde (a buenas horas mangas verdes), estos iluminados que tenemos como políticos decidieron cancelar toda la actividad presencial universitaria (al menos Andalucía fue pionera en este sentido) y comenzar a desarrollar una enseñanza a través de medios digitales que todavía no ha demostrado estar a la altura. Clases on-line por medio de plataformas que han resultado ser agujeros por donde fácilmente pueden ser vendida nuestra privacidad; exámenes y pruebas parciales hechas con un límite de tiempo tan corto que solo otorgaba a los alumnos un par de minutos para recordar, procesar y redactar la respuesta; falta total de consenso entre el profesorado a la hora de exigirnos actividades que terminan por ocuparnos el día completo, etc.

A todo este caos, porque no existe otra palabra que lo pudiera describir mejor, debemos unirle el hecho de que los alumnos, tanto becados como no becados, deben seguir abonando religiosamente alquileres de pisos y residencias que simplemente no están disfrutando y que están llevando a las familias sin ingresos a situaciones totalmente inaccesibles. En algunos casos, se han dado a conocer arrendadores comprensivos que han rebajado o incluso eximido del pago de dichos alquileres; pero, en la mayoría de las ocasiones, los estudiantes que tenemos que vivir fuera de nuestros hogares hemos sido obligados a ingresar cada céntimo tal y como se haría en circunstancias normales. Todo ello, con la total inacción del Gobierno, que no ha hecho amago alguno de presentar ninguna rebaja o paralización en estos alquileres, matrículas universitarias ni demás contratos que asfixian a los estudiantes y sus familias.

Y claro, mientras tanto, el incapaz Sindicato de Estudiantes preocupado por conseguir el aprobado general. ¡Venga ya!

Esto no es justo señores Sánchez y Castells. Y lo van a pagar en las urnas. Los estudiantes no somos una simple fuente de ingresos que pagan matrículas desorbitadas. Somos el futuro del país que ustedes gobiernan y, aunque les guste más o menos escucharlo, al que están enfocando a un final trágico. Existe un Ministerio de Universidades cuya única acción es proponer y dejar hacer a las autonomías lo que ellas crean oportuno. Finalmente, la Universidad ha demostrado una vez más ser una institución anticuada e inane que solo se interesa por su bienestar y que olvida que debe estar a disposición del alumnado.