Una historia minuciosamente dotada de una asombrosa agilidad narrativa y un ritmo absolutamente endiablado, que nos adentra en los entresijos del mundo oscuro de las mafias chinas, los servicios secretos israelíes y franceses y los desafíos de una nueva guerra fría entre Oriente y Occidente.
Me encuentro con el compromiso conmigo mismo de advertir al posible lector de esta aventurera novela que ofrece la más envolvente narración en serie negra. Advirtiendo que todas las atenciones que se le preste página tras página a su lectura, puede resultar altamente necesaria para no perderse por el laberinto de dimensiones inabarcables donde transcurren a un ritmo desbordante las secuencias de la trama. Te aseguro, respetado lector o lectora, que no exagero. Quienes me conocen bien sabe que soy comedido. Aunque si crítico con esta podredumbre de sociedad en la que nos han metido los disfrazados con piel de cordero. Considerándonos simplemente súbditos numerados según la música que nos tocan y bombones de pestilente sabor.
La fascinante aventura de Una noche muy larga - traducción de Jofre Homedes Beutnagel-se inicia en el inmenso aeropuerto de Charles de Gaulle de París. Donde entre los cientos de miles de viajeros que llegan se encuentra un grupo de unos veinte jóvenes israelitas que vienen a participar en un congreso. Uno más de los muchos que se celebran en Paris. Yaniv Meidan uno de los integrantes y ligón pinturero desaparece de pronto en la salida principal del aeropuerto de la mano de una rubia despampanante con la que se esfuma. Y nadie vuelve a encontrarlo. El mundo del espionaje sobrevuela por todo lo habido y por haber. Los servicios secretos israelís se inquietan y su enorme maquinaria se pone en acción: ¿Acaso ese joven alegre ha sido secuestrado por otro país? ¿Por ejemplo, China? ¿Política de grandes imperios? ¿El tráfico elitista del mundo de la droga manejado por potentes mafias? El laberinto de Creta es un juego de niños comparado con esta fábula que puede ser real. Es decir, la ficción desnudando la fría y cruel realidad con todas sus trampas: el filo de una navaja o el arma más inverosímil manejada desde el espacio de Internet. Nos encontramos frente a este alarde de las más avanzadas técnicas de espionaje que todo lo puede y todo lo sabe y domina. Queda uno absorto por como la vida cotidiana e íntima es conocida por esos poderes casi sobrenaturales de nuestra civilización, vigilada y custodiada como un juguete roto y despersonalizado.
Una historia minuciosamente dotada de una asombrosa agilidad narrativa y un ritmo absolutamente endiablado, que nos adentra en los entresijos del mundo oscuro de las mafias chinas, los servicios secretos israelíes y franceses y los desafíos de una nueva guerra fría entre Oriente y Occidente. Drama muy crítico, con una dosis de ironía literaria dedicada a ese poder del espionaje de las grandes potencias en una modélica “guerra caliente” que nos ratifica que esta contienda se encuentra tan viva y despiadada, si las circunstancia lo exigen. Y nada de temblores de manos o conciencia. Quienes mandan ordenan sin contemplaciones los intercambios entre los servicios de inteligencia israelí y el mundo de las empresas privadas, en el país con más compañías tecnológicas por habitante. Es continuo, incansable que se va reflejando en el transcurso de la narración, página tras página. A todo esto, querido lector o lectora, se nos recuerda también el importante papel de la censura de los reconocidos como gobiernos democráticos sobre los milimetrados pigmeos que desfilamos en el sainete de la más moderna versión que vienen al pelo con los versos del inmenso César Vallejo: "¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte! / ¡Levantarse del cielo hacia la tierra / por sus propios desastres / y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla! / ¡Más valdría, francamente, / que se lo coman todo y qué más da...!
Humanidad, con todos mis respetos a Honore Balzac, a estos ciudadanos por razones de la seguridad. Señala The Times que «Dov Alfon lo sabe todo sobre los servicios secretos y el arte de contar historias. Es imposible abandonar esta novela. Te deja sin aliento.» Y que nadie se ponga tonto y quiera pasarse de listo, porque puede durar lo que un helado de vainilla a la orilla del bajo Guadalquivir. En este verano que nos hace sudar de la mano de un rayo que no cede y no se parece en nada a los versos de Miguel Hernández siempre en la memoria solidaria de aquellos tiempos llenos de proletarios oliendo a universo, "¡Muchacha bonita, si tú supieras, como le suena la voz cascada al derrotado!"