Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

María

Tengo una sobrina que se llama María.

María es una preciosidad, como corresponde a todos los niños de su edad, sanos y queridos por todo su entorno. Su lenguaje, aun por desarrollar del todo, al ir alternando el castellano con el alemán, intenta expresar su infinita curiosidad frente al entorno, donde cada gesto, cada persona, cada situación, le resultan únicos y maravillosos. Nada le es ajeno, y su interés por todo la hace progresar vertiginosamente en conocimiento en general y alimenta de paso un trasfondo de guasa y socarronería, de los que el futuro dará fe en su momento. Por lo pronto en septiembre comienza en la guardería. ¡Ave María Purísima!

A ratos, mientras miro sus ojos atentos al dibujo animado o al juego de turno, me pregunto lo distinto que resulta nuestro devenir vital según la suerte (no hay otro apelativo posible), del lugar de nacimiento de cada cual.

Mirando los noticiarios, el trágico rosario de pateras desde el norte de África nos muestra, a veces, unos ojitos parecidos a los de María, solo que con otro color de piel en la cara.. La misma edad, la misma (teórica?) cantidad de años de vida por delante, pero un camino muy distinto a recorrer.

No yendo tan lejos, si mi niña hubiera nacido en Cataluña, a estas alturas solo hablaría casi exclusivamente catalán, y al entrar en la edad escolar, alguien le diría que ser de allí es mejor que ser de otro lado, y que el que viene de fuera ha de ser sondeado al menos con cierta prevención. Semejantes conceptos, a esta edad son como el alambre al bonsái: lo modela a nuestro antojo y para siempre.

Mientras alguien, por fin, no entienda que en el “plantón” de la persona y en los primeros pasos de la vida está la clave, por muchas resoluciones judiciales que se planteen, el poso del odio y la xenofobia quedarán como permanece el poso en el vino: insoluble y amargo.