Si no fuese por el nauseabundo olor del pensamiento político que desprenden hasta podía resultar enternecedora la escena que desde el domingo noche se repite por los rincones de España: miles de “patriotas de opereta” (para ellos la Patria es un significante vacío pues excluyen en la formulación a las personas que la habitan) mirándose una y otra vez la mano derecha cuajada de pulseras con la bandera rojigualda. Intentan entender por qué el amuleto no ha funcionado como antídoto ante la “kryptonita” de las fuerzas del Mal y los conjuros sin duda satánicos tras los que se parapeta “la Izquierda” hispánica.
Si no fuese porque en España desde hace décadas – salvo contadas excepciones y a riesgo de que sobren dedos- juntar “ dignidad” y “ periodismo” es un oxímoron[1], pues la gran mayoría de periodistas dejaron de disimular hace mucho tiempo para convertirse en “ la voz de su amo”, a estas alturas la prensa estaría ridiculizando a los Moreno Bonilla, Díaz Ayuso, Martínez Almeida y demás dirigentes del PP (que llegaron al poder sin ser la lista más votada) cuando proclaman - aunque aguantando la risa para que no se derrame el cinismo que sus bocas destilan- que no se puede permitir un gobierno de “ perdedores” sino que debe ponerse alfombra para que lo haga la lista más votada.
Otro ejemplo de caradura, ley del embudo, doble rasero…y todos los calificativos que deseemos añadir. Como diría mi madre “para mear y no echar gota”.
Si no fuese porque los informes PISA de Educación atestiguan -con tozudez año tras año- el pobre dominio que los españoles tenemos en competencia matemática, los tertulianos que pusieron toda la carne en el asador para que el amigo del narco Marcial Dorado llegase a la Moncloa, reconocerían, aunque fuese con la boca chica, que cuando hablan de que “el PP ha ganado las elecciones y representa a la mayoría de España” están como su amado líder, mintiendo.Y además lo saben.
Pitágoras de Samos les pondría orejas de burro y los mandaría al rincón de reflexionar (aun sabiendo que “reflexión” y “derecha extrema/ extrema derecha” también entra en la categoría de oxímoron) pues hasta la persona más iletrada llega a comprender que el 45`65%, (incluyo en este apartado a PP+Vox+ UPN) de los votos son – para nuestra desgracia como país- muchos votos, pero no la gran mayoría.
Fuera de la ecuación se sitúan el 54,35% de los españoles, es decir un 8,7% más de compatriotas lo que traducido en votos son “solamente” unos 2,5 millones de diferencia a favor de la “minoría de perdedores”.
Minucias sin duda que los alumnos aventajados de la escuela de papagayos que repiten hasta la hartura todas las consignas que llegan de Génova o de la calle Bambú donde se sitúa la sede nacional de Vox, no consideran dignas de tener en cuenta. No vaya a ser que les estropee el relato.
En definitiva, se trata de esto último. Como vendedores de humo intentan que les compremos el relato, el marco ideológico en el que nos tenemos que mover “sí o sí”. Lo que nuestro Gramsci definía como hegemonía política y cultural.
Tal como hicieron cuando a través de encuestas prefabricadas repetidas hasta la saciedad por los Ana Rosa Quintana, Herrera, Ferreras, Vallés… de turno o con la puesta en circulación de todos los bulos posibles (sabiendo -al igual que sabían sus maestros nazis-la falsedad de los mismos, desde la manipulación del voto por correo al vaciado de pantanos para aumentar la sequía) para configurar una realidad falsa que solo tenía una salida: la inevitable victoria del PP y del primo con aire y modales de matón que se sienta con ellos en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
Poniendo a la vez sordina a las acciones coordinadas de ambos partidos en las Instituciones que ocupaban donde por un lado negaban derechos colectivos mientras por otro colocaban sin disimulo en la mesa (“obras son acciones…”) el ideario más putrefacto del Franquismo.
Por eso - igual que el señorito del cortijo de postguerra (del que copian la actitud) no comprendía las miradas hoscas de los jornaleros- cuatro días después siguen sin comprender ni asimilar que pese al calor y a la hipermovilización de la Derecha, la gran mayoría de españoles les haya sacado el dedo corazón de la mano izquierda y dedicado una peineta a sus intenciones de volver a arrastrarnos a la sociedad negra y pacata de la Dictadura. Con una participación del 70 % para que no puedan decir lo de “poco significativa”.
Si no fuese porque están ciegos de soberbia hubieran caído que predicar “centrismo y moderación” mientras se comparte cama con parientes que no disimulan su nostalgia del Régimen también era otro oxímoron. Y van…
De ahí que no entiendan la sensación de alivio que -bálsamo tonificador- se instaló la noche del pasado domingo en la gran mayoría de hogares españoles. Esta vez sí está correctamente aplicado el término “mayoría”.
Tampoco asimilan que zumbara en los oídos la coletilla que tenemos reservada para las grandes ocasiones, el “No Pasarán”, lo que acentúa aún más el autismo político donde se han instalado.
No han visto lo que los demás teníamos claro: tras las primeras medidas tomadas en los ayuntamientos y comunidades del “Bifachito” salidos de las elecciones de mayo, la amenaza de involución no era una entelequia. Era una certeza.
Y afortunadamente, pese a ir sudados, la movilización ciudadana ha parado el primer golpe. Pero no olvidemos que el dinosaurio sigue estando entre nosotros.
Si realmente tuvieran en sus venas un ápice del patriotismo que pregonan con la boca, no con los actos, estarían dando saltos de alegría pues el principal temor que exhiben, la ruptura de España, ha quedado conjurado.
Sin un solo acto de violencia, ni un cutre grito de “A por ellos” cargado de odio, el apoyo al independentismo catalán ha reducido su cuota a niveles no vistos desde hace mucho tiempo. Menos de un millón de votos, y cuarta y quinta fuerza de Cataluña (ERC y Junts) en número de apoyos, con menos votos juntos que el PSC en solitario. Y dejando el puesto segundo a Sumar. Los que sitúan el "peligro de ruptura" como principal caballo de batalla deberían estar haciendo la ola a la Izquierda catalana que ha logrado volver la endiablada situación como si fuera un calcetín.
Así que resultaría paradójico y significativo que la Derecha española termine poniendo una vela en la capilla de Puigdemont y los suyos para que se pronuncien con un "No" en una hipotética investidura y propicien la repetición electoral. Ese paisaje no les inquieta. Cuando les beneficia nunca hay riesgo de que España se rompa.
Y para más inri, Bildu, que no es ETA por mucho que quieran (solo tendrían que leer un poco e informarse) declaró desde el minuto cero que sus representantes no permitirían nunca un gobierno ultra.
Pero claro para ello antes hay que activar neuronas y cuando la que se tiene está patinando mientras canta “que te vote Txapote”- pasándose por el forro las protestas de personas dignas como Consuelo Ordoñez, hermana de Gregorio Ordoñez, asesinado por ETA- poca esperanza de que cambie el manido discurso debe tenerse.
¿Y Sumar? A falta del voto CERA (españoles residentes en el extranjero) ha obtenido 3.014.006, un 12’31% y 31 diputados. No es necesario el recordatorio. Sabemos que con respecto a los obtenidos por Unidas Podemos son 4 diputados menos.
Pero sería injusto obviar que en las elecciones municipales de dos meses antes, juntando los de las candidaturas Podemos+ IU, los de En Comú Podem y los de Podemos o IU en solitario sumaban 1.382.940.
Si le añadimos los de Más Madrid, Compromís y CHA se alcanzan 2.176.164.Es decir por ahí aparecen más de 800 mil votos que antes no estaban, así que antes de sacar el flagelo deberíamos mirar si tenemos la espalda para muchos trotes.
Dan ganas de parodiar a Labordeta y gritar su “A veces me pregunto qué hago yo aquí”.
¿Se han hecho cosas mal? Por supuesto. ¿Se ha tenido la sensación de que han existido vetos? También. ¿Se podía haber gestionado mejor la situación? Sin duda.
Pero lo que no tiene mucho sentido es el continuo “vuelve la burra al trigo” como expresión de hartazgo y fastidio sobre lo que se repite tantas veces sin que ningún interlocutor se mueva un ápice de su discurso.
Una cosa es jugar al papel de poli bueno / poli malo y otra muy distinta es dar un recital de patadas en las espinillas a tu compañero, lanzando mensajes que a los dos segundos son matizados, cuando no rebatidos, por el aliado.
“Cuerpo a tierra que vienen los míos” tal como decían gritaba en situaciones de enredo interno el político conservador Pío Cabanillas.
La primera bola de partido se ha salvado pero el peligro acecha. Hay espacio para la esperanza y para crecer siempre que tengamos claro hacerlo juntos y sin mirar de reojo. Lo de dejar el carnet en la puerta y trabajar unidos que tanto repetía Julio. A quien teóricamente todos admiraban y quieren imitar como guía.
Tiempo para serenarnos y crecer tenemos de aquí a próximas citas. Lo importante es que nos lo creamos.
Que la Derecha nos tilde de "perdedores" entra dentro de su naturaleza y además es el guion que está obligada a seguir. Que nosotros por nuestras pequeñas miserias terminemos convirtiendo su deseo en realidad es otra historia.
No somos perdedores. No hemos perdido. El niño del chiste de la bicicleta que decía "Mira mamá. Sin manos" y terminaba diciendo "Mira mamá. Sin dientes" no se apellida ni Sánchez ni Díaz. Se llama Feijóo-Abascal.
Sin ninguna duda ambos disfrutarían empujándonos para que tras caer nos tuvieran que hacer una dentadura postiza. Nos conviene no olvidarlo.
[1] Figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto.