Debió ser a la salida de un acto público cuando un grupo de periodistas se acercó al Presidente dela Junta, José A. Griñán, preguntándole por su presumible apoyo a Susana Díaz como sucesora de aquél al frente del PSOE de Andalucía.
La respuesta fue harto elocuente cuando después de manifestar su imparcialidad en el proceso afirmó: “Mire, cuando yo me haya ido los pájaros seguirán cantando y yo cerraré la puerta tras de mí”, en referencia a que serán otros quienes manejen en su momento las interioridades del partido, sin tener ningún tipo de compromiso con ellos.
No cayó Griñán en la apreciación de que la lengua española es muy variada en sus acepciones y la palabra pájaro -en momentos como estos en los que la política más que un foro de personas ilustradas se ha convertido en una pajarera repleta de aves, algunas de rapiña- encierra unas connotaciones peyorativas que no dejan en buen lugar a los aludidos por el secretario regional saliente.
O tal vez sea que José A. Griñán sabía muy bien lo que quería decir y de forma muy sutil, en contraposición al estilo bananero de Nicolás Maduro y los pájaros chaviztas, descalificaba a quienes comparten con él en la actualidad tareas de partido y de gobierno en Andalucía.
Lo cierto es que en menudo jaulario se ha convertido una parte importante de la vida política española, salpicada por los trinos desafinados de una serie de personajes que han descubierto en el ejercicio de la misma un gran negocio, sin importarles las siglas políticas en las que se enrolasen, a tenor de como se reparte la casuística entre todas los partidos del país.
Y claro, Griñán está viviendo en sus propias carnes los efectos demoledores de la sentencia Solchaga: “España es el país donde uno puede hacerse rico más rápidamente”, ya que quienes eran incapaces de trabajar para comer con un sueldo digno, escogieron afiliarse a un partido, en este caso el PSOE, escalar hasta un puesto –ni siquiera hacía falta que fuera de relumbrón- y desde ahí mover los hilos de los ERE´s, las calificaciones urbanísticas, los sobres, los sobresueldos o las adjudicaciones a dedo, para así poder cumplir con la máxima del ex ministro de Economía.
Le revoletean a su alrededor pájaros de su propia formación política, algunos de ellos ya imputados y otros contando los días que les quedan para ello, y da vueltas sin parar a su cabeza ese otro pájaro de vuelo rastrero que es su actual vicepresidente, y quien le sostiene en el cargo, Diego Valderas, el mismo que igual se apunta a una manifestación contra los desahucios bancarios que se va a la subasta de estos para comprarse –eso sí, a bajo precio- uno de los pisos de los desahuciados.
Por cierto, no olvidemos que fueron Javier Arenas y Luis Carlos Rejón quienes el 8 de julio de 1994 subieron a este pájaro a la rama más alta del Parlamento andaluz nombrándole Presidente del mismo, en aquello que vino a llamarse pinza y que con el tiempo no se ha demostrado sino como una rabieta de los dos dirigentes perdedores en las elecciones de aquél año.
Pajarera, también, la catalana, que, tras la cortina de humo del independentismo, oculta, o pretende ocultar, a los Pallerols, Oriol Pujol, etc., que meten a CiU en la lista negra de nuestra democracia y, por tanto, al gobierno de aquella Comunidad.
Y nido de pájaros –sería muy sencillo utilizar el recurso fácil de decir nido de gaviotas- en el Partido Popular.
Si les soy sincero, en mis quince años de militancia activa en el partido y muchos más de militancia ideológica, nunca pensé que la situación que se está viviendo en el seno del P.P. fuese posible.
Tal vez porque entendía que a quienes se nos acusaba de ser herederos del franquismo tendríamos un escrúpulo especial a la hora de cuidar de nuestros actos y decisiones políticas, de forma que no diésemos argumentos a nuestros oponentes para reforzar sus críticas.
Tal vez, también, porque he creído que el centro-derecha español atesoraba una serie de valores éticos y morales, muy relacionados, todo hay que decirlo, con el cristianismo, que harían imposible que se produjesen hechos como los vividos hasta ahora.
Lo de Bárcenas asquea, y asquea aún más porque la dirección del P.P. no ha mostrado la contundencia que debiera. Y asquea el caso Gürtel y los que se juzgan o están a espera de juicio en la Comunidad Valenciana o Baleares.
No escapan de este jaulón IU, PNV, PAR, PA, Unión Mallorquina y así hasta completar la fauna avícola de nuestras instituciones públicas.
¿Cómo puede corregirse esta situación?
Ciertamente no es fácil. No lo es porque resulta imposible conocer a priori cuál va a ser el comportamiento en el cargo de todos y cada uno de los que optan a ello.
Mucho menos cuando vivimos en una sociedad que ha puesto en solfa los valores morales y éticos, superándolos con otros de origen mucho más material y, por ello, desvirtuables.
Nos llevaría años la regeneración de la sociedad y, además, los pasos que se vienen dando son en sentido contrario.
A partir de ahí habrá que contar con dos elementos fundamentales en esta situación: la Justicia y los propios partidos.
La Justicia, mostrándose implacable, independiente y resolutiva en estos casos.
Los partidos, introduciendo reformas en las leyes que les afectan –entre ellas la electoral- de forma que el poder de los mismos pase a la ciudadanía, ganando en transparencia.
Quedan muchas otras opciones como puedan ser una cultura empresarial más ligada a la competitividad que a la oportunidad, un Tribunal de Cuentas mucho más incisivo, unas instituciones públicas dotadas de mejores mecanismos de control, un Defensor del Pueblo que realmente sirva para algo y, como no, un pueblo identificado con la democracia que no proteja con sus votos a algunos indeseables que lo representan y que elección tras elección ocupan un cargo público.
Dejar la pajarera vacía no va a resultar sencillo, por ello, tal vez, las premonitorias palabras de Griñán al afirmar: “los pájaros seguirán cantando…”
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