A mediados de enero, Beatriz Gimeno, la Directora del Instituto de las Mujeres, tuiteó, parece que con aire de sorpresa, que en Telecinco estaban emitiendo la película Pretty Woman. Yo pensé llanamente que el problema se solucionaba con el sencillo gesto de cambiar de canal, pues hay más de una cuarentena para elegir. También me dije que, con la terrible programación que tiene Telecinco, fijarse para mal en una película de los 90 es de no ser consciente de la realidad en que se vive. Quiso la fortuna que este último pensamiento cobrara sentido cuando ese mismo día me topo con el tuit de un chaval (afirma que nació en 2002) llamado Mike que coloca un par de capturas del perfil de Tik Tok de alguien cuyas iniciales son J. R. M.: en una de ellas, un hombre joven, el tal J (supongo), de unos veinte y pocos años, separa la camiseta del cuerpo a una niña de unos ocho para mirarle el pecho; en la otra, es la niña la que hace lo mismo con el pantalón del hombre para mirar dentro. Hubiera pasado como un número cómico, salvo por el detalle de ella es menor de edad y, por lo tanto, entra en lo que se denomina pederastia.
El citado Mike escribe al respecto que deberían borrarle el Tik Tok a este tal J, cosa que me parece adecuada, al menos como escarmiento por utilizar a niñas en chistes o juegos sexuales. Son personas así las peligrosas por ignorancia, pues no son capaces de percibir que no se puede exponer a una persona menor de edad de este modo, mucho menos en una red social con el afán de tener corazones, me gustas o likes. Algo ha pasado en nuestra sociedad para que hace unos veinte o treinta años unas imágenes de este tipo abochornaran y se exigiera responsabilidades al tal J desde todos los ámbitos de la sociedad, y hoy haya un cauto silencio. Es hoy y siempre cuando hay que actuar con máxima preocupación, pues la pederastia no entiende de bromas, ni tampoco la distinción entre estas o el terror, como ocurrió con ese joven al que detuvieron a finales de 2020 por difundir un vídeo en el que se violaba a un bebé, un chaval que calificaba lo que sucedía en esas imágenes como divertido.
Está claro que al tal J le había parecido festivo, motivo por el que lo subió a Tik Tok, donde más de 88 500 le dieron al corazón, a que le gustaba o no le disgustaba la escena entre la niña y el adulto, lo que es de veras preocupante y es lo que debería inquietar al Instituto de todas las mujeres, pues, parafraseando los versos de «El niño yuntero» de Miguel Hernández, antes de ser mujeres son y han sido niñas. Algo de lo que ni los poetas se salvan, como ha sucedido recientemente con Luis García Montero y su terquedad respecto a la reconocida pederastia de Jaime Gil de Biedma.
No dudo de que Beatriz Gimeno encuentre en Pretty Woman una astuta manera de analizar modos de prostitución o actitudes machistas censurables, pero se llegaría tarde, porque es una película de los 90 venida a menos; en cambio, vídeos en Tik Tok, y otras redes sociales, como en los que sale esta niña y se hacen pasar con la etiqueta de «humor» es algo del presente, es un problema actual que debería remediarse hoy para evitar los del futuro y no darle alas a la pederastia ni a la pedofilia.