“El hombre es libre, tiene que ser libre, su primera virtud, su gran hermosura es la libertad” Juan Ramón Jiménez
En su reciente novela que lleva el título de Invisible vuelve a hacer presencia palpable de nuevo con el mejor Paul Auster en la versión española. Y una vez más el lector seguidor de su obra puede retornar su lectura para preguntarse: ¿dónde termina la ficción de su contenido y empieza lo biográfico? Quienes somos asiduos lectores de Auster lo entendemos sin sorpresas o esfuerzos, aquellos que se acercan por primera tal vez se verán obligados preguntárselo. Igualmente surge la incógnita de ¿cómo terminaran estas historias?, pues el suspense de sus finales suelen dejar la creencia de que nunca encontrarán la meta de su final.
Lo que más suele atrapar al lector de la narrativa de Auster es la constante del azar, esas historias dentro de otras historias por las que transitan desviviéndose los protagonistas. Semejando algo así como una persecución entre ellos mismos que va creando unos peculiares laberintos, todos enlazándose entre sí, a veces de forma muy casual, sencilla, como un sorpresivo encuentro a la vuelta de una esquina que puede terminar en adioses. En otras provocando sensaciones extrañas, sospechosas, partiendo de la presencia de la aventura que les va diseñando el laberinto del ser y no ser de su existencia.
En Invisible, el descollante protagonista es un joven poeta judío. Corre el año 1967 cuando Adam Walker, estudiante, opositor de la guerra de Vietnam, se considera un apasionado de la rima hasta vivir poseído de una enorme impaciencia por sentirse creador de escritura valiosa cargada de mensaje. En este estado de gracia es como conoce una noche de fiesta estudiantil a una pareja francesa un tanto sofisticada y atrayente, que tras un breve contacto verbal le resulta extraña por las ofertas literarias de él y la seducción que ella muestra oculta tras una aparente indolencia muy femenina y sensual de dejarse caer hacia el joven y soñador poeta, con sinuosas y ligeras insinuaciones que su atractiva figura parece ofertar.
El creído poeta convencido de que el ofrecimiento que le hacen de asumir la responsabilidad como director de una revista literaria financiada por este profesor francés le resulta un tanto sospechoso, presiente que algo extraño puede haber detrás de tal liberalismo y desparpajo cultural aparentemente contestatario. Por lo que considera que en verdad todo esto no puede ser un proyecto que vaya más allá de un simple juego, que detrás pueden ocultarse intereses con distintos personajes e intenciones. Sin embargo resulta difícil para quien vive internamente pegado a una pasión literaria, la tentadora e hirviente oportunidad de disfrutar de esa absorbente mujer de cuerpo palpitante e insinuadas muestras de deseos. Y aquí se mece la incógnita de quién puede ser el cazador cazado.
Misterios e intrigas, original y tensa novela negra, erotismo a veces desesperante, dentro de la vorágine donde el lector llega a plantearse cuáles son las realidades, los sueños y apetencias, el sentido de culpabilidad por un asesinato, la desesperación que lleva a acercarse a la aclaración de tantas dudas tras conocer a este misterioso personaje y su inquietante compañera, y la súbita desaparición del sospechoso el turbador personaje.
Aquí comienza la necesidad de procurar encontrar respuesta al imperioso deseo de disponer de una razón clara en la que vaciar su interior esa posible e innecesaria culpabilidad, pues él no ha hecho nada, solamente dejarse llevar por sueños y pasiones propio de una juventud con ganas de vivir y experimentar. De manera que el lector se sentirá transportado desde América a Europa en un enigmático paseo. Un París lleno de intrigas y misterios donde se suceden de nuevo los encuentros y los problemas irá poniendo al descubierto un mundo en absoluto ajeno a la conspiración e intriga política.
Un pulso constantemente jugando entre el tiempo y el azar, la literatura y la historia más reciente interpretada por estos complejos personajes reales, prisioneros en el fondo y la forma de las propias circunstancias históricas que se han creado en una sociedad que ha sufrido la caída del Muro de Berlín, la eliminación de un poder para empezar a doblegarse a otro inmenso poder rebosante de avaricia triunfadora al no tener enemigo en el horizonte ni temor a que surja un nuevo competidor de ideología diferente y agresiva. Y con este Gran hermano de la riqueza absoluta, que se crece y crece sobre su triunfo, los personajes naufragan mientras los eternos ganadores no se molestan en ocultar que los perversos son ellos mismos en la creencia de que la avaricia nunca romperá su saco.
Narración perfecta y bien construida que nos traslada de nuevo a La trilogía de Nueva York, volver a pasear por Brooklyn Follies, es decir a lo mejor y más sentimental geografía de Auster, a su recuperación de aquello que considera como suyo propio, pero que como norma literaria ofrece al lector la propiedad sentimentalmente íntima, que de nuevo lo eleva a la categoría de gran maestro, esa que con algunas de sus recientes novelas se había tambaleado, aunque sin perder su maestría del arte de saber narrar y crear costumbre.
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